Evolución Poética de Miguel Hernández: Tradición y Vanguardia
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Tradición y Vanguardia en la Poesía de Miguel Hernández
Miguel Hernández debe su fama al esfuerzo que desde pequeño hacía por aprender, pues era autodidacta. Imitaba a los poetas clásicos como si se tratase de un juego con sus amigos. Por lo tanto, en su poesía encontramos estrofas cultas con versos de arte mayor frente a estrofas menos cultas con versos de arte menor y ritmo muy popular. También cultivó el verso libre, aunque no llegó a escribir ningún libro completo en este estilo. A este tipo de poesía la denominó "poesía impura" y la practicó durante aproximadamente doce años.
La Influencia de las Vanguardias
Tras su viaje a Madrid, se ve obligado a regresar a Orihuela. De ahí su decisión de acercarse hacia los movimientos vanguardistas y de renovar su lenguaje, su técnica y su estilo, lo que le permite expresarse de forma mucho más adecuada y actual. Las vanguardias buscaron un lenguaje propio que hiciera del poema “un artefacto artístico” basado en la audacia de la metáfora dentro del concepto de la “deshumanización del arte” que busca una “poesía pura”.
Etapa Inicial: Fusión de Tradición y Vanguardia (1927)
Miguel Hernández absorbe en su poesía a Garcilaso, Fray Luis y a Quevedo en torno a la etapa en la que se encuentra bajo el influjo de Ramón Sijé. A partir de 1927 entra en contacto con Góngora y con las vanguardias, a través de la Generación del 27. La estética de este primer poemario se concreta en tres ejes que fusionan tradición y vanguardia:
- El gongorismo le proporciona el esquema métrico cerrado de la octava real, las fórmulas sintácticas, el gusto por un léxico cultista y las imágenes metafóricas complejas.
- Un vanguardismo tardío, cubista y ultraísta que enriquece el hermetismo de sus poemas.
- El hermetismo intenso y lúdico convierte al poema en adivinanza lírica que juega y que se nutre del mundo de la huerta oriolana con la sensualidad levantina.
"Perito en lunas": La Transmutación de la Realidad
En “Perito en lunas”, toma sus motivos de la realidad inmediata del poeta: los poemas son “cuadros” en los que quedan transmutados metafóricamente elementos cotidianos de la vega de Orihuela. Late una contemplación recreadora, iluminada de la realidad inmediata, percibida con sensualidad y sensorialidad.
"El rayo que no cesa": Amor Trágico y Tradición
Cuando Miguel Hernández concibe “El rayo que no cesa”, sigue la estela de Neruda y Aleixandre, la de un nuevo romanticismo de la mano del Surrealismo, que implica una “rehumanización del arte” (poesía impura). Pero este poemario de amor trágico funde esa concepción poética con la tradición:
- Emplea un lenguaje más fácil, podríamos denominarlo clásico o neorromántico, con estrofas clásicas (sonetos, que son tercetos encadenados).
- La estructura y los temas nos remiten al modelo de la tradición del “amor cortés” petrarquista. Esto le sirve para expresar su pasión de enamorado; su amor será fuente de poesía, mediante la expresión de sus sentimientos. Encontramos símbolos como el cuchillo, el rayo, el toro… “rayo de metal crispado”.
- Encuentra sus modelos clásicos en el “doloroso sentir” del lamento garcilasiano y sobre todo en el “desgarro afectivo” de Quevedo. Así aparecen las tres constantes claves en su obra: la vida, el amor y la muerte.
- La pena en “El rayo que no cesa” se convierte en un “huracán de lava”, no procede sólo del distanciamiento amoroso con su mujer. En este libro, Miguel Hernández incorpora su elegía a Ramón Sijé, tras la muerte de su amigo.
"El hombre acecha": La Brutalidad de la Guerra
Después de “Viento del Pueblo”, se modera en “El hombre acecha” ante la realidad brutal del curso de la guerra. “El hombre acecha” está sometido a unas composiciones más extensas y a la rima. Miguel Hernández, en uno de sus poemas, “El niño yuntero”, habla del trágico destino de un pobre niño. Este libro se abre con “Canción primera”, donde da una visión trágica, desalentada de la vida y de la muerte.
Conclusión: Tres Fases Poéticas
En conclusión, la obra de Miguel Hernández se puede dividir en tres fases: Vanguardista Neogongorina, Surrealista, y Poesía popular. En las cuales podemos observar el avance con el transcurso de los años en relación con los viajes a Madrid y las circunstancias de la vida.