Evolución Política en la Península Ibérica: Visigodos, Al-Ándalus y Reinos Cristianos

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Monarquía Visigoda

Régimen político establecido por los visigodos entre el 507 y 711. Tras la caída del Imperio Romano, dominaron el territorio peninsular y establecieron su capital en Toledo. Para su creación fue necesaria la unificación territorial, llevada a cabo por Leovigildo, la unificación religiosa (Recaredo) y la unificación jurídica (promulgación del Fuero Juzgo por Recesvinto). Sus instituciones básicas eran la Monarquía (el rey era elegido entre la aristocracia guerrera y gobernaba con el apoyo de dos instituciones: el Aula Regia (se encargaba de los asuntos de la corte) y los Concilios de Toledo (asamblea de nobles presidida por el monarca para proponer leyes). Aunque, como decimos, los visigodos lograron la unificación territorial, jurídica y religiosa de la península, los conflictos sucesorios facilitaron la invasión de los musulmanes.

Califato de Córdoba

Régimen político establecido en Al-Ándalus por Abd al-Rahman III en 929. Siendo emir, rompió los vínculos con Bagdad y se proclamó Califa, asumiendo así, además del poder político, jurídico y militar, el poder religioso. Fue la etapa más brillante de Al-Ándalus, no solo en el plano político y militar, sino también en el aspecto cultural y artístico. Abderramán III centralizó el estado y los impuestos, así como también llevó a cabo una reorganización del ejército. Este apogeo político del principado omeya en Al-Ándalus fue de corta duración: tras el reinado de al-Hakam II y las ofensivas militares de Almanzor contra los territorios cristianos del norte, desde Galicia hasta Cataluña, Córdoba asistió a una rápida descomposición política, en medio de múltiples luchas dinásticas y de clanes hasta que desembocaron en la fragmentación del estado andalusí en los llamados Reinos de Taifas. La caída del califato supuso para Córdoba la pérdida definitiva de la hegemonía de Al-Ándalus y su ruina como metrópoli.

Reinos de Taifas

Entidades políticas independientes en las que se dividió Al-Ándalus tras la disolución del Califato de Córdoba (1031). La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en Al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa. En menos de 30 años, nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el Califato de Córdoba terminó por desaparecer. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas, una expresión que significa "banderías". En un principio, el califato se fragmentó en 27 reinos de taifas. Una vez rota su unidad, Al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse. En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.

Reino de Pamplona

Entidad política cristiana surgida a mediados del siglo IX en el Pirineo Occidental cuando la aristocracia local, encabezada por Iñigo Arista, el primer rey (de dinastía vascona), logró expulsar a los francos, fundando la dinastía real y la entidad hacia el 824 con el apoyo de sus aliados de la familia de los Banu Qasi, señores de Tudela, y del obispado de Pamplona, constituyendo el antecedente hacia el siglo X, el Reino de Navarra. En 905, Sancho Garcés I logró la definitiva independencia frente a los musulmanes y extendió su territorio hacia La Rioja y Aragón. Su máxima expansión territorial, y hegemonía política y cultural (Camino de Santiago) las alcanzaría bajo el reinado de Sancho III el Mayor, en el primer tercio del siglo XI. En el siglo XII pasó a denominarse Reino de Navarra.

Navas de Tolosa

Batalla que tuvo lugar en el 1212 al pie de Sierra Morena, junto al paso de Despeñaperros. La “cruzada” fue organizada por Alfonso VIII de Castilla. En ella, una coalición de reinos cristianos (Castilla, Navarra, Aragón) junto con un ejército de cruzados europeos (franceses, portugueses…) y el apoyo del Papa Inocencio III, derrotó a los almohades que dominaban Al-Ándalus desde 1147 (habían desplazado a los almorávides). La victoria provocó la desaparición del poder almohade en la Península, una nueva fragmentación de los dominios musulmanes en reinos de taifas y un fuerte impulso de la Reconquista durante el siglo XIII. El poder musulmán en la península ibérica comenzó su declive definitivo. En el medio siglo siguiente se dio un avance significativo de los reinos cristianos, que conquistaron casi todos los territorios del sur bajo poder musulmán.

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