Evolución del Teatro en Europa y España
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El libro Drama y sociedad, en el que propuso un teatro de testimonio y denuncia. Su obra evolucionó en los años 60 con La taberna fantástica (1966), que tiene todas las características de este teatro: exposición naturalista de la degradación y la miseria, denuncia social, llamada a la conciliación y el compromiso, elementos innovadores en la escena y un lenguaje cercano al del espectador.
En la evolución del teatro, Buero y Sastre influyó el conocimiento de las corrientes de la dramaturgia europea. En la década de los años 20 había ido tomando forma una nueva concepción del teatro que alcanzó su pleno desarrollo a mediados del siglo. La escenografía debía ser anti y poner en evidencia su falsedad.
Vinculado en sus inicios al surrealismo, Antonin Artaud sentó las bases del teatro de la crueldad que debía minimizar la palabra hablada, permitir la improvisación de los actores y espectadores, y forzarlos a enfrentarse a su verdadero ser.
En 1950, La cantante calva de E. Ionesco supuso el inicio del teatro de lo absurdo.
Fernando Arrabal escribió obras como Picnic (1952) y El triciclo (1953), y llegó a convertirse en una de las figuras más revolucionarias del teatro europeo con el teatro pánico, un teatro provocador, próximo a los planteamientos ideológicos del surrealismo, con rasgos tomados del teatro de lo absurdo y del teatro de la crueldad.
En España, Francisco Nieva, Jorge Ruibal y Manuel Martínez Mediero emprendieron una renovación de la expresión dramática inspirándose en estas corrientes experimentales del teatro europeo. Con los grupos de teatro independiente se asentó definitivamente en la escena española la nueva concepción de teatro en la que se incorporan recursos correspondientes a las diversas artes escénicas, llegando a prescindir en algunos de sus montajes del texto e incluso llevando el espectáculo teatral a la calle.
En el periodo democrático, José Sanchis Sinisterra, José Luis Alonso de Santos y Fermín Cabal se apropiaron del teatro experimental y revalorizaron el texto teatral. Destacó la comedia costumbrista donde se abordaron temas relacionados con la sociedad urbana del momento, como la delincuencia juvenil y las drogas (¡Ay Carmela!, Las bicicletas son para el verano, Fernando Fernán Gómez).