Existencialismo Feminista y la Filosofía Crítica de Kant: Un Recorrido Esencial

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Simone de Beauvoir y la Condición Femenina

La Lucha por la Igualdad Civil en Francia

Las mujeres tardaron mucho en obtener plena igualdad civil en la Francia del siglo XX. Eran consideradas menores de edad y precisaban de la asistencia del varón. Hasta 1946, no podían votar; hasta 1965, no podían trabajar por un salario ni abrir una cuenta bancaria sin autorización masculina. Hasta mediados del siglo XX, el control anticonceptivo y el aborto eran ilegales, y existía presión política y social sobre las mujeres para satisfacer los roles de esposa y madre. Gracias a Clara Campoamor, se reconoció el sufragio femenino.

El Segundo Sexo y el Existencialismo Feminista

La obra El Segundo Sexo influenció en el desarrollo de la filosofía feminista, principalmente de la segunda ola. Simone de Beauvoir no se consideraba feminista, sino existencialista. La opresión femenina, según algunas corrientes, quedaba supeditada a la lucha de clases y podía ser resuelta con el advenimiento de la revolución socialista.

Una mujer, se creía, estaba destinada a cumplir los roles de madre, esposa y ama de casa, que no debe cuestionar. El existencialismo abre la posibilidad de pensar a los seres humanos por fuera de estos discursos deterministas. Para la filosofía existencialista, la libertad de elección la tenemos como seres humanos. No existe una naturaleza humana donde estos roles tengan un papel definido. Considera que el ser humano es libre, se crea a sí mismo y a su entorno. El ser humano es libertad, pero cada uno puede o no asumir su libertad.

Las personas actúan de mala fe cuando no asumen su libertad o responsabilidad. Si asumimos nuestra libertad y responsabilidad, estamos viviendo de manera auténtica. El subhombre es el ser humano de mala fe, que cree que no elige cuando elige no querer ser libre. Elegir una vida auténtica es enfrentar la dominación. El oprimido debe, en primer lugar, reconocer su estado de opresión para, en segundo lugar, rebelarse contra él. No puede ser liberado desde fuera.

La Construcción de Género y la Trascendencia

Lo masculino ha sido definido como lo UNO, y lo femenino como lo OTRO, secundario. Las mujeres no tienen consideración de ser autónomas, dice Simone de Beauvoir. Los hombres han reservado para sí el privilegio de la trascendencia y han relegado a las mujeres a la inmanencia, a los papeles de esposa y madre. Las mujeres no tienen acceso a las mismas oportunidades que los hombres para desarrollar sus proyectos vitales. Quedan cosificadas, reducidas al estatus de objeto e incapacidad para erigirse en sujeto.

La opresión es fruto de la voluntad masculina; el varón condenó a la mujer a la inmanencia. No se nace mujer, se llega a serlo; ser mujer es un producto cultural. Una mujer, para ser reconocida como mujer, debe participar de ese ideal mítico que es el eterno femenino.

Figuras de la Opresión y la Esperanza

Beauvoir aborda las figuras de lo narcisista, la enamorada y la mística, figuras de la complicidad con la opresión. Además, habla de la mujer independiente, como figura de la esperanza para la conversión existencialista hacia la autenticidad. El ingreso masivo de la mujer en el trabajo productivo la liberará de la mediación masculina con el mundo. Su obra es escandalosa porque se atreve a hablar de la vejez, la muerte, de todo lo que nuestra sociedad intenta ocultar con tabúes.

Legado y Relevancia

Sus ideas siguen siendo relevantes en debates de igualdad de género y derechos reproductivos. Su trabajo sigue siendo un pilar de la filosofía feminista y un referente crucial en la lucha por la igualdad.

Immanuel Kant: La Razón Pura y la Razón Práctica

La Crítica de la Razón Pura: ¿Qué puedo saber?

“¿Qué puedo saber?” es la primera de las preguntas que debe hacerse la filosofía y tratará de responderla Kant en su famosa obra Crítica de la Razón Pura. En ella, se somete a la crítica de la razón, valiéndose de la razón misma, en un examen previo a toda experiencia.

Kant afirmará que, aun admitiendo que todo conocimiento comienza por la experiencia, no todo proviene de ella. Por consiguiente, solo se conoce cuando resulta posible imponer al objeto aquellos elementos a priori, propios del sujeto, que posibilitan este conocimiento.

Kant buscó un camino intermedio entre el dogmatismo racionalista y el escepticismo empirista, y fruto de ellos será su idealismo trascendental. Realizó una revolución copernicana y dijo que nosotros no conocemos las cosas como tal y como son en sí mismas (noúmenos), sino que de las cosas solo conocemos aquello que ponemos en ellas (fenómenos).

A partir de Kant, ya no son los objetos los que son conocidos, sino nuestra manera de conocerlos. Un conocimiento es trascendental si es a priori y posibilita un saber universal y necesario sobre los objetos de la experiencia.

La base de la Crítica de la Razón Pura es un hecho innegable: las denominadas ciencias 'duras' progresan, mientras que la metafísica se ve envuelta en los mismos problemas siempre. ¿Es, en definitiva, la metafísica posible como ciencia? La respuesta a esta pregunta es el origen de la Crítica de la Razón Pura.

Ahora bien, responder a estas preguntas implica conocer la respuesta a la cuestión previa: ¿En qué consiste la ciencia? Según Kant, la ciencia es el conjunto de juicios, los cuales son juicios sintéticos a priori. Sintéticos porque amplían nuestro conocimiento, a priori porque son independientes de la experiencia.

Esquema de la Crítica de la Razón Pura:

  1. Estética Trascendental: ¿Cómo es posible la matemática pura?

    El conocimiento sensible es el primer nivel del conocimiento. Todo conocimiento comienza con la experiencia, y la sensibilidad es la primera capacidad de conocer aquello que nos llega a través de nuestros sentidos. No hay objeto posible de conocimiento sin referencia a la sensibilidad. No sentimos las cosas como son, sino como somos capaces de sentirlas.

    Esta percepción tiene que ocurrir en un espacio (geometría) y un tiempo (aritmética) determinados. Así, el espacio y el tiempo dan la condición por la cual algo puede ser objeto de nuestros sentidos.

    Así, el espacio y el tiempo, las llamará Kant, formas puras a priori de la sensibilidad o intuiciones puras. Una de las consecuencias es que no percibimos las cosas tal como son, sino tal como nos es posible representárnoslas, es decir, espacio-temporalmente. Se sigue que vemos fenómenos.

    Con todo, la matemática queda fundada como ciencia sintética a priori.

  2. Analítica Trascendental: ¿Cómo es posible la física pura?

    El conocimiento se compone de dos elementos: la intuición por la que recibimos dicho objeto y el concepto con que se piensa un objeto. Así, podemos decir que el conocimiento surge de la unión de ambos.

    El entendimiento es el segundo nivel del conocimiento. El entendimiento piensa mediante juicios, o enunciados, compuestos también por conceptos (síntesis de una multiplicidad y variedad). Los conceptos son generalizaciones y se refieren a objetos de nuestra experiencia previa. Hay conceptos que no provienen de ella (“sustancia”, pluralidad de conceptos puros).

    Las categorías (formas puras a priori del entendimiento, conceptos puros del entendimiento) son condiciones necesarias para la comprensión intelectual de los fenómenos. Son así, condiciones a priori universales y necesarias de todo conocer humano.

    Todo conocimiento de un objeto lo lleva a cabo el “yo trascendental”. Con todo, la física queda fundada como ciencia sintética a priori.

  3. Dialéctica Trascendental: ¿Es la metafísica posible como ciencia?

    En la razón, los elementos fundamentales serán las “ideas” (puros conceptos a priori que sobrepasan la posibilidad de la experiencia). Las ideas trascendentales son: alma, mundo y Dios. La metafísica, por tanto, se compone de tres disciplinas fundamentales: psicología, cosmología, teología.

    Estas “ideas” no pueden ser conocidas, por tanto, la metafísica no es posible como ciencia, pero sí como disposición natural. Las cuestiones metafísicas no son sinsentidos. Estas proposiciones han pasado a la esfera de la razón práctica o moral, y son objetos de fe, no de conocimiento.

    Concluyendo, el conocimiento tiene sus límites, y sus límites vienen determinados por las formas puras a priori de la sensibilidad y del entendimiento humano. No hay ninguna razón válida, por lo tanto, para decir que los límites de nuestro conocimiento teórico coincidan con los límites de la realidad.

La Crítica de la Razón Práctica: ¿Qué debo hacer?

En la Crítica de la Razón Pura, Kant demuestra que responder a las preguntas sobre la existencia de Dios, del mundo y del alma teóricamente es imposible, pero también pone de manifiesto la tendencia de la razón a interrogarse sobre los asuntos que más preocupan desde siempre al hombre. Así, Kant afronta su estudio desde la dimensión práctica de la razón en busca de un mejor resultado. Por tanto, es la moral la que ha de enfrentarse con los interrogantes últimos de nuestra razón.

De este modo, Kant, continuando el hilo de la Crítica de la Razón Pura (CDLRP), aborda la pregunta: “¿Qué debo hacer?”

  • Las normas solo tienen carácter obligatorio cuando son necesarias y universalmente válidas. Si hay normas morales, deben ser válidas a priori; pues la experiencia no nos ofrece ningún enunciado necesario o universalmente válido.
  • La ética debe ser deontológica (del griego déontos: deber).
  • Autonomía: Las leyes morales son aquello que un ser racional desea de modo necesario. Querer y deber coinciden.

Entonces se pregunta: ¿Qué es el deber? El deber es la obediencia a una ley.

Kant añade algo esencial en su concepción de la moralidad: obrar por respeto al deber es “la condición de una voluntad buena en sí”. Es buena cuando se decide obrar por la sola consideración de que una acción es un deber; de lo contrario, la acción sería “legal”, pero no “moral”.

Los principios de la moral son prácticos y consisten en “determinaciones de la voluntad” individual. Las leyes (prácticas) son objetivas, válidas para todos, para la voluntad de todo ser racional, dado que la universalidad es la condición de todo deber moral.

Clases de Moral según Kant:

  1. Moral Material

    Todos los sistemas morales anteriores al de Kant son “materiales”:

    • Los imperativos de esta son hipotéticos: “Si quieres..., entonces debes...”, no son universales.
    • Por ello, Kant considera que fueron incapaces de fundar deberes universales.
    • Las morales materiales son heterónomas.
  2. Moral Formal

    Contiene un único imperativo que solo expresa lo que constituye la “forma” de cualquier imperativo moral: el deber universal. Este es: “Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”.

    • Permite fundar deberes universales.
    • En este ámbito moral, soy yo, mi voluntad, quien decide qué máxima moral debo seguir.

Actuar moralmente, según Kant, es actuar “por respeto” a la ley. La virtud consiste en la intención y lucha por someterse al deber “por el deber”. Así, la felicidad no debe ser la finalidad de la virtud, pero sí es su consecuencia y para que esto suceda, son necesarias:

  1. La inmortalidad del alma como garantía de la posibilidad de un progreso en la virtud.
  2. La existencia de Dios como garantía de que la moralidad y felicidad han de coincidir finalmente.
  3. La libertad como condición para que podamos cumplir con el deber. Esta es el fundamento del imperativo categórico y a su vez se deduce de él.

Estos son los “postulados de la razón práctica” y se consideran condiciones necesarias de la existencia de la moralidad. Concluyendo, Dios, inmortalidad y libertad no son fenómenos, sino noúmenos. En realidad, sobre dichas cuestiones metafísicas, los filósofos no saben más que la gente ordinaria. Sobre esas cuestiones fundamentales solo cabe la creencia (o “fe”), pero eso sí, “basada en motivos racionales”.

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