La Expansión Romana en Hispania: Etapas Históricas y Estructura Provincial
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El Proceso de Romanización de Hispania: Fases Históricas y Estructura Administrativa
Fases Históricas de la Conquista y Romanización
Fase 3: Hasta Finales de la República
La conquista de las Islas Baleares se llevó a cabo en tiempos de paz, aunque estos fueron interrumpidos por sublevaciones de lusitanos y celtíberos en la Hispania Citerior. En la Hispania Ulterior y en el Mediterráneo se llevó a cabo la «romanización» intensiva, en la que se explotaron los recursos, se multiplicaron las colonias, se construyeron calzadas y se generalizó la lengua latina.
Siglo I a.C. Las provincias hispanas sufrieron guerras civiles, como el enfrentamiento entre Mario y Sila, que culminó con la victoria de Sila. También se produjo el intento de secesión fracasado de los seguidores de Mario, liderados por Sertorio y apoyados por lusitanos y celtíberos. Hispania sufrió la campaña de Lérida y la batalla de Munda, que definieron la guerra civil entre César y Pompeyo.
Fase 4: Las Guerras Cántabro-Astures
Finalizada la República, Octavio (Augusto) decidió conquistar el norte del Duero por razones propagandísticas, administrativas y económicas. La guerra fue sangrienta y duró diez años. Tras esta conquista, toda la península quedó bajo el dominio del Imperio romano.
La Romanización de Hispania: Definición y Factores
La Romanización de Hispania
La Romanización es el proceso de asimilación de la lengua, cultura y organización política, administrativa, económica y social romanas llevada a cabo en los territorios conquistados por Roma. Para ello, se desarrollaron diversos mecanismos. Los principales factores de la romanización fueron:
- El fomento de la vida urbana.
- El ejército.
- La red de comunicaciones (calzadas).
Amplitud y Aspectos de la Romanización: Organización Política y Administrativa
Los territorios estaban organizados en provincias. Al principio, la península estaba dividida en dos provincias: Citerior y Ulterior. Posteriormente, la Ulterior se dividió en Bética y Lusitania. Caracalla creó la provincia de Gallaecia y Diocleciano, la Cartaginense. Esas cinco provincias constituyeron, junto con la de Mauritania, la Diocesis Hispaniarum.
Cada provincia estaba a cargo de un gobernador nombrado por el Senado entre los procónsules o propretores. Más tarde, en el Imperio, el poder recaía en el emperador, quien nombraba gobernadores con el título de legatus. Las provincias se subdividieron en conventus, que eran distritos judiciales y administrativos, y las ciudades se gobernaban por magistrados locales como los duunviros y los ediles.