Explicación de los Tercetos Iniciales del Infierno de Dante: Justicia, Amor y Condenación Eterna
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Interpretación de los Tercetos Iniciales del Infierno de Dante
La Puerta: Acceso al Dolor Eterno
El primer terceto resalta, a través del triple paralelismo de sus esfuerzos, la importancia dominante de la puerta, única vía de acceso a un mundo signado por el dolor eterno. Permanece implícita en el verso la metáfora bíblica de la vida del justo como camino recto y la del pecador cuyo camino se pierde.
La Trinidad y la Justicia Divina
El segundo terceto alude a la Trinidad divina. Dios es el único hacedor y se manifiesta en sus tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, aludidas como la Divina Potestad, la Suprema Sabiduría y el Primer Amor.
La puerta, como el Infierno todo, es obra de la justicia divina, pero también de la sabiduría y el amor. La justicia requiere el castigo del pecador; en cambio, es difícil aceptar que la condenación eterna sea fruto del amor divino. Dante mismo señala esta dificultad, lo que hace claramente visible la separación autor-personaje.
Separación Autor-Personaje
- El Autor: Con severidad, condena fácilmente al hacer concordar siempre su voluntad con la justicia divina, de la que actúa como portavoz.
- El Personaje: Sufre y se rebela, compadece, llora, no comprende. Paulatinamente, a medida que va recorriendo el mundo infernal, su espíritu se va amoldando a la voluntad divina, desarrollándose en el proceso de catarsis.
El Proceso de Purificación y la Eternidad del Castigo
Toda la Divina Comedia es el proceso de purificación de las pasiones vividas por Dante. La creación entera es obra del amor. Gracias a él, el hombre fue hecho a imagen y semejanza de su Creador y, por lo tanto, libre. El libre albedrío implica la posibilidad de elegir el mal.
La Eternidad del Castigo
El tercer terceto subraya la eternidad del castigo, característica esencial del Infierno. Tres veces se repite la palabra "eterno" en su concepción de perdurable, pues este mundo ha sido creado aún antes que el hombre para castigar a los ángeles rebeldes y no tendrá fin.
La Desesperación de los Condenados
La terrible dureza del verso final, cuya celebridad lo ha convertido en un proverbio, resume el sentimiento que domina a todos los condenados: la desesperación de saberse culpable, sin poder arrepentirse y, por lo tanto, no poder aspirar al perdón. La atmósfera asfixiante del Infierno proviene en gran parte de esta continua rebeldía, de esa permanencia del odio y la blasfemia contra Dios.