Exploración de Conceptos Filosóficos Clave: Apariencia, Causa Sui, Devenir y lo Dionisíaco/Apolíneo
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Apariencia
El mundo aparente.
Causa sui
Causa de sí mismo. Expresión latina que se aplica únicamente a Dios, ser que se da la existencia a sí mismo, o que existe por razón de su misma naturaleza. Es el ser subsistente por sí mismo; lo demás existe por causa de otro.
Conceptos Supremos
Expresión que se refiere a categorías racionales que los filósofos han utilizado para referirse a la «verdadera» realidad del mundo inteligible. Estos conceptos pretenden designar las características de ese «mundo verdadero»: ser, sustancia, unidad, identidad, causa... Para Nietzsche, estos «conceptos supremos» no designan nada real, sino que son términos que elabora nuestra razón para referirse a un mundo inventado por nuestro recelo y cobardía ante la realidad del devenir.
Deshistorizar
Proceso por el que los filósofos parmenídeo-platónicos eliminan el carácter dinámico de la realidad. Historia no debe entenderse aquí como una ciencia ni como el sucederse de lo acontecido al ser humano, sino en un sentido más amplio como el continuo devenir de lo real. Decir que el ser es historia o histórico es otro modo de decir que es devenir. Por eso, al afirmar que la realidad es lo inmutable, lo idéntico a sí mismo (el ser parmenídeo, las Ideas platónicas o las sustancias cartesianas) y que lo que cambia es solo apariencia, los filósofos han «deshistorizado» la realidad.
Devenir
Lo que deviene. Término con el que se designa el ser como proceso, y que incluye todo tipo de cambio: movimiento, alteración, generación, corrupción... A partir de la filosofía griega, hablar del ser como «devenir» marca la oposición a la concepción del ser como algo «estático». La afirmación del devenir, del ser mutable, se identifica con una concepción dinámica de la realidad, única concepción que, en opinión de Nietzsche, recoge su verdadera naturaleza «histórica».
Dionisíaco/Apolíneo
Lo apolíneo, que toma como modelo al dios Apolo, representaría el ideal de belleza y de las formas acabadas, la medida, el orden: las características de la razón. Lo dionisíaco, que toma como modelo a Dionisos, representaría la desmesura, el desorden, lo inacabado: los valores de la tierra, las características de la vida. Ambos polos se necesitan mutuamente y mutuamente se estimulan: la medida y la desmesura son la esencia de todo arte. En la pugna entre ambos, los dos salen victoriosos y su expresión más acabada es la tragedia griega. Pero esta unidad apolíneo-dionisíaca se verá truncada a partir de Sócrates. La disociación de estos valores está en la base de la cultura occidental y supone el sometimiento de la vida a la razón, de lo dionisíaco a lo apolíneo, lo que, en última instancia, conlleva la disolución de ambos. Estos dos conceptos representan también las dos tendencias que habitan en los seres humanos. Solo quienes sepan aunarlas lograrán la dimensión artística en su propia vida, situándose más allá del bien y del mal. Así, la reflexión estética aparece como modelo de reflexión filosófica.
Dios
Concepto en el que la filosofía ha aglutinado todas las características y valores positivos que atribuía al «mundo verdadero» por ella creado. Así, Dios es el ser, y se caracteriza porque es causa sui, inmutable, perfecto e infinitamente bueno. Es el concepto supremo más elevado de todos y, por eso, el principio explicativo de todos los demás seres. Nietzsche considera que ese concepto, precisamente por ser el más elevado, es el más vacío. Lo llama «el último humo de la realidad».