Exploración del Lenguaje Poético y la Estética en la Obra de Josefina de la Torre
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Los cinco primeros versos se acercan, por su contención, a la lira, junto al heptasílabo (v. 1 y 5) y al alejandrino, evidenciando, además, de este modo, su herencia modernista con el empleo de este verso compuesto. El eclecticismo de la autora se deja ver por la regularidad en la medida frente a una mayor libertad en la rima.
El tono enigmático, a veces críptico, es un rasgo que va creciendo al tiempo que avanza la producción lírica de Josefina de la Torre, hasta desembocar en las soluciones surrealistas tan destacadas de la autora, muy presentes en sus dos últimos poemarios.
La lira expone lo que parece una desconcertante y desmedida situación vital. Y lo hace desde la certeza y la temporalidad que le confiere el empleo paralelístico e hiperbólico de los presentes de indicativo, siempre al inicio de los versos y en sutil crescendo. A nivel fónico, la aliteración de la consonante "r" dota de especial sonoridad a estos versos iniciales. Los pareados parecen querer detenerse a explicar más detenidamente la situación. El concepto "tiempo" hace su aparición con el empleo del adverbio "ahora", con los gerundios como "tanteando" y "esperando" y la enumeración polisindética y metafórica "tierra, ni esencia, ni armonía".
Comprobamos, pues, cómo el carácter compacto de la poesía se evidencia a lo largo de todo el poema: el paralelismo, las enumeraciones y las sutiles gradaciones ascendentes. Y, a nivel semántico, aparte de la hipérbole ya mencionada, apreciamos la presencia de metáforas e imágenes intuitivas como "dormida en las tinieblas".
La Función Estética del Lenguaje en la Literatura
Cotidianamente, el hablante acude a su sentido práctico del idioma: lo importante es transmitir con claridad, que no haya dudas del contenido de nuestro mensaje. Ahora bien, cuando el escritor se enfrenta a su texto, se dice que tiene toda la lengua a su disposición y, en su actitud creadora, hay algo esencial que lo diferencia del resto de los hablantes: utiliza el código con intención estética, no utilitaria. Así, decimos que el texto literario fija nuestra atención sobre las palabras mismas, que son ahora especialmente elegidas por su poder de evocación y su capacidad de sugerencia. El texto literario crea así su propio código y vive su propia vida. Dicen los críticos que su poder reside precisamente en su intrínseca ambigüedad… y esto mismo nos lo ha demostrado Josefina de la Torre.
En este arte, nuestra autora fue tempranamente adiestrada. Ya hemos comentado cómo su vida en el seno de una familia enormemente creativa y productiva, sin duda, la alentó desde muy niña a fijar por escrito y en distintos formatos todas sus vivencias (sus primeros versos, a los siete años, dedicados al novelista grancanario Benito Pérez Galdós).