Exploración Poética de Josefina de la Torre: Métrica, Símbolos y Emociones
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En cuanto a la estructura interna, podemos ver cómo la autora presenta el tema en los primeros cinco versos. Josefina empieza con una situación de presente, luego salta a una parte en pasado y finalmente vuelve al presente para acabar el poema.
Hablando de su métrica, se trata de un poema de 13 versos, en los que se combinan versos heptasílabos con versos alejandrinos. Los heptasílabos son solo los versos 1 y 5, y el resto corresponde al verso alejandrino. La rima es consonante solo en los versos dos y cinco, y el resto aparecen sueltos. Por su combinación métrica, podemos decir que es una variante de la silva.
El espacio se trata de un espacio interior. La autora realiza una búsqueda metafórica de su yo más íntimo por las esquinas, las paredes de su ser, tanteando, rondando en la oscuridad, sin encontrarlo.
Recursos Estilísticos
En cuanto a los recursos estilísticos del poema, podemos destacar los siguientes: el empleo paralelístico de los presentes de indicativo dispuestos siempre al inicio de los versos y en sutil crescendo: “me busco”, “rondo”, “no me encuentro”. La aliteración de la consonante r tiene especial sonoridad en los versos iniciales. El empleo del adverbio “ahora”, con los gerundios, insiste en la permanencia de la desazón: “tanteando, esperando”.
Simbología
Entre la simbología de este poema destacamos “ser tierra”, haciendo referencia a ella siendo madre, y “son frutos”, haciendo referencia a los hijos. Además, aparece el paso del tiempo y la agonía en “desgranarse”. Cuando la autora nombra las “oscuras paredes” se refiere a su cuerpo y, por último, al final vemos la palabra “sombra” que representa la muerte.
Anáforas
Podemos destacar las frecuentes anáforas que se ven en el texto: “y”, “no”, “que”.
Plano Léxico-Semántico
En cuanto al plano léxico-semántico, podemos decir que no se trata de un léxico rebuscado, sino sencillo, sin complicación; un léxico que se sitúa en un nivel estándar de la lengua. No quiere ello decir que estemos ante un texto pobre y carente de riqueza estética, pues el valor literario del texto reside, sobre todo, en la combinación de sus elementos y en el uso abundante de las figuras retóricas, entre otros recursos. El valor connotativo del lenguaje es alto; el léxico fluye cargado de significaciones metafóricas que giran en torno a un mundo de pesadumbre, dolor, angustia, desasosiego e, incluso, misterio. Son recurrentes figuras estilísticas como la personificación, “interrogo al silencio”, “tanteando la noche”; la metáfora, “oscuras paredes”, “torpe vacío”, “eco de mis incertidumbres”, “la noche de todas las esquinas”, “sordas paredes”, “sombra”, “herida”; o el símil, “…voy como dormida en las tinieblas”.
Conclusión
Este poema es un magnífico ejemplo de lo que significó para las letras hispánicas la figura de la canaria Josefina de la Torre. Esta composición marca un momento especialmente dramático en la vida de la autora: su frustrada maternidad. Este hecho conduce a la poetisa a preguntarse constantemente sobre sí misma, pues la vida para ella parece que ha perdido todo sentido.