Exploración de Tendencias Narrativas y Teatrales en el Siglo XX Español

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Tendencias Narrativas y Teatrales en el Siglo XX Español

El Tremendismo en la Narrativa de los Años 40

El tremendismo es un tipo de realismo violento que refleja lo peor de la sociedad, similar al naturalismo. Sin embargo, a diferencia del naturalismo, que buscaba cambiar la sociedad, los tremendistas se limitan a reflejar un mundo desagradable sin un objetivo de cambio social. Se centra en el retrato individual de un personaje, mostrando a un individuo y retratándolo en la novela. Intenta imitar el lenguaje callejero, reproduciendo el habla de los personajes sencillos con poca profundidad emocional, en historias con un fuerte componente sexual.

La Narrativa de los Años 60: Evolución y Experimentación

En la narrativa de los años 60, persiste la novela triunfalista, especialmente durante los primeros años en que España está bloqueada. Sin embargo, con el aumento del apoyo internacional, la situación mejora. La censura disminuye y emerge una novela social que comienza a desarrollarse después de la publicación de *La Colmena* de Cela en Buenos Aires, debido a la creciente emigración de escritores españoles. Esto impulsa a una serie de escritores a seguir su ejemplo.

Se observa un protagonista colectivo, con numerosos personajes relevantes interrelacionados. La novela coral recupera conceptos de la novela realista del siglo XIX. Las novelas buscan la objetividad, minimizando la presencia del narrador y evitando opiniones. Se intenta reducir el espacio y el tiempo, situando la acción en un mismo lugar donde convergen todas las clases sociales para mostrar sus interacciones. Los personajes se presentan a través de sus acciones y diálogos, abordando temas de soledad y fracaso, pero desde una perspectiva activa que demanda soluciones sociales.

Realismo Mágico y Vanguardias en la Narrativa de los Años 60

Esta década también representa una oportunidad para jóvenes escritores de darse a conocer y comercializar sus obras en el mercado europeo. El realismo mágico, originario de Francia, llega a España y se encuentra con que los vanguardistas son percibidos como figuras excéntricas. Se considera que la exploración del subconsciente es una buena idea, pero se cuestiona la autenticidad de su práctica. Se argumenta que los verdaderos surrealistas son las personas mayores que creen en elementos mágicos como si fueran reales, adoptando una visión de la realidad que incluye aspectos que otros no consideran. La mezcla cultural en Hispanoamérica genera una riqueza que trasciende fronteras.

Para algunos, lo real es aquello que se cree que es real, lo cual es maravilloso. Carlos Barral, un vanguardista, descubre la literatura hispanoamericana y comienza a promover a estos escritores desconocidos. Cambia el nombre del movimiento y, bajo la etiqueta de realismo mágico, crea una vanguardia que tiene un gran éxito en Europa y una influencia duradera. Aunque no es un autor en sí mismo, Barral publica a escritores como Julio Cortázar, quienes, a pesar de tener poco en común, cada uno desarrolla su propio estilo. Vargas Llosa, por ejemplo, imita el estilo de Galdós con novelas extensas, mientras que Cortázar prefiere los cuentos con elementos poéticos. Se presentan distintas inquietudes bajo un mismo producto.

El Teatro del Siglo XX: Tradición y Renovación

En el teatro del siglo XX, se observa un nuevo enfoque en la creación de comedias, inspiradas en obras de Calderón y Tirso de Molina, este último el más popular. Se plantea cómo la pirámide del honor se tambalea al entrar en conflicto con la justicia o el amor. Sin embargo, el sistema no se derrumba, y en la última línea del diálogo se reafirma, resolviendo el conflicto y satisfaciendo a todos los personajes. Para que este teatro funcione, se apoya en el rey y los políticos para proteger la obra, pero a cambio, esta debe ser conservadora y no demasiado crítica. Se trata de un teatro dócil y divertido, que utiliza la violencia para atraer al público.

La Comedia y el Teatro Madrileño

Pedro Muñoz Seca toma el teatro que funciona bien y crea una parodia, como en *La venganza de Don Mendo*. Posteriormente, Carlos Arniches crea el teatro madrileño, una mezcla de zarzuela y jácara. Los personajes reflejan al típico madrileño y madrileña, y el teatro utiliza equívocos para recordar a la jácara, imitando el habla de las chulapas y chulos. *El santo de la Isidra* incluye el chotis en algún momento de la obra.

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