Explorando la Ética de Platón: Virtud, Felicidad y el Alma
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La reflexión ética de Platón gira en torno a la idea de virtud y de felicidad, y está relacionada con su antropología y, a su vez, con la teoría de las Ideas. En sus diálogos, Platón manifiesta las controversias entre dos clases de vida: la entregada al placer y la consagrada a la sabiduría y a la práctica de la virtud. El hombre debe desarrollar por completo su personalidad, de acuerdo con las partes más elevadas de su alma, con el fin de alcanzar la felicidad. Platón rechazó la doctrina hedonista que ponía al placer como Sumo Bien, como ideal de vida. El hombre, si se entrega completamente al placer sensible, quedaría reducido a una vida meramente animal y no humana. Entonces, la felicidad consistirá en la práctica de la virtud y en el cultivo de la vida contemplativa, en el ejercicio de la razón, que es lo más propio del alma del hombre.
Ahora bien, Platón trata el problema de la virtud desde distintos aspectos, que tienen relación con la teoría de las Ideas y su concepción del alma. La idea de virtud que se tenía en el mundo griego había ido evolucionando. La virtud fue considerada primero como una cualidad intrínseca de la nobleza, de aquel que consigue fama y éxito en sus empresas. Después, cuando surge la democracia, la virtud se vincula al éxito en la vida pública. Pues bien, Platón, siguiendo la reflexión intelectualista de Sócrates sobre la virtud, equipara, en primer lugar, la virtud al conocimiento o la sabiduría. Igual que Sócrates, Platón afirma que sólo el sabio es virtuoso, porque únicamente conociendo qué es la virtud, puedes ser virtuoso en la vida práctica. Nadie obra mal voluntariamente, sólo por ignorancia. Pero mientras que Sócrates entiende los conceptos morales como el resultado de un acuerdo dialógico entre los sujetos, Platón entiende que las Ideas tienen una realidad independiente de la mente que las concibe, subsisten por sí mismas en el mundo de las Ideas.
La Jerarquía de las Ideas y la Virtud
En la jerarquía de las Ideas, las ideas referidas a los objetos morales ocupan el segundo lugar más elevado, solo por debajo de la Idea de Bien, que es la idea suprema. El Bien absoluto es a lo que tiende la vida virtuosa. Esto se relaciona con la siguiente concepción de la virtud que ofrece Platón: la idea de la virtud como purificación. La vida virtuosa basada en la práctica del conocimiento o de la contemplación, en la tendencia de ir elevándose en el conocimiento de las Ideas, es necesaria como un proceso de purificación, por el cual el alma se va liberando paulatinamente del cuerpo, que es su cárcel. O sea, basándose en la creencia de la inmortalidad del alma, Platón entiende que la vida terrenal que lleva el hombre influye en el destino del alma, según la cual se merece una recompensa: ascender al mundo de las Ideas, o un castigo: seguir vagando de un cuerpo a otro alejada del mundo de las Ideas.
Por último, basándose en la concepción tripartita del alma, Platón entiende la virtud como el equilibrio o armonía entre las distintas partes del alma. Las virtudes fundamentales son la Sabiduría o Prudencia, la Fortaleza, la Templanza y la Justicia. Las tres primeras virtudes se corresponden con las tres partes del alma que diferencia Platón:
- Alma racional: se relaciona con el conocimiento y el intelecto. La virtud que le corresponde es la sabiduría o prudencia y es la que predomina en la clase de los gobernantes.
- Alma irascible: se relaciona con las tendencias positivas y nobles (valor, voluntad…). La virtud que le corresponde es la fortaleza, y es la propia de los guerreros o guardianes de la ciudad.
- Alma concupiscible: se relaciona con las tendencias más banales o negativas. La virtud que le corresponde es la templanza, y es la propia de la mayoría de la población. Implica serenidad, armonía, dominio de sí mismo, regulando los actos concupiscibles.
Respecto a la justicia, ésta se puede entender de dos formas: por un lado, Platón la entiende como la que pone el orden y la armonía entre las partes del alma, asignando a cada parte la función que le corresponde; pero también se considera como el...