Explorando el Helenismo: Filosofía, Cultura y Legado

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La Crisis de la Grecia Clásica y el Auge del Helenismo

Alejandro Magno conquistó Grecia, el Imperio Persa, el Norte de África y parte de la India. A su muerte, sus generales se dividieron su imperio, dando origen a las monarquías helenísticas. Durante tres siglos, el espíritu griego dominó la cultura de estas nuevas monarquías, hasta que el Imperio Romano anexionó estos territorios en el siglo I a.C. La cultura y la lengua griegas fueron el vínculo común en la diversidad. El desarraigo afectivo y moral llevó a muchas personas a optar por el camino del mínimo esfuerzo. Donde no hay un proyecto colectivo, ganan terreno los placeres fáciles y las satisfacciones que no requieren esfuerzo.

El Carácter Pragmático del Pensamiento Helenístico

La velocidad de los cambios y la desorientación de los griegos provocaron la aparición de un nuevo tipo de filosofía. Los grandes sistemas de Platón y Aristóteles cedieron el paso a nuevas escuelas, dominadas por un pensamiento orientado a la acción. El pensamiento de las escuelas helenísticas está más preocupado por la felicidad humana que por la verdad. Una felicidad que no tiene su horizonte en la plenitud, sino en la ausencia del sufrimiento y en la eliminación de las dependencias que puedan favorecerlo.

Se formaron así varios grupos:

  • Los cínicos, dirigidos por Diógenes, reivindicaban la independencia de los bienes materiales y las convenciones sociales.
  • Los escépticos, dirigidos por Pirrón, defendían que la decepción es fruto de la confianza; su descubrimiento: “no podemos saber nada con certeza”; su consejo: “sed incrédulos con las personas”.
  • Los epicúreos, dirigidos por Epicuro, se esforzaban en disfrutar de la amistad y del placer, recluidos en el jardín de Epicuro.
  • Los estoicos, dirigidos por Zenón y Séneca, consideraban que el conocimiento de las leyes del universo puede ayudarnos a no depender de las pasiones y ahorrarnos sufrimientos.

Por otra parte, el pensamiento especulativo y de carácter general cede el terreno ante el ímpetu de los saberes aplicados y especializados. Así, se trata de resolver problemas concretos en áreas como matemáticas (Euclides), física (Arquímedes), astronomía (Aristarco) y anatomía (Galeno), entre otros.

La Escuela Cínica

Antístenes de Cirene, fundador en Atenas de la escuela cínica, fue discípulo de Sócrates. El más famoso de los cínicos fue su discípulo Diógenes. Los cínicos insistían en la necesidad de recuperar una vida más inspirada en la naturaleza, menos sometida a las dependencias generadas por el culto a las riquezas y las convenciones sociales (el camino de la felicidad no podía ser el incremento de los bienes, sino la eliminación de las necesidades). Se defendía la idea de autarquía, es decir, de autosuficiencia personal. Los cínicos, y en concreto Diógenes, son conocidos casi más por la forma del mensaje que por su contenido. Éste optó por el ejemplo provocador como medio para transmitir su pensamiento.

La Escuela Escéptica

La escuela escéptica defendía la necesidad de dudar de todo y de mantener siempre una distancia prudente respecto a todo. Ésta fue fundada por el filósofo Pirrón, aunque el seguidor con mayor influencia fue Sexto Empírico. Los escépticos, como después los estoicos, defendían la necesidad de acceder a la ataraxia, es decir, la inalterabilidad. El objetivo era reducir el dolor humano, ya que buena parte de nuestros sentimientos proceden de la decepción, la cual es fruto de una excesiva confianza. El camino defendido para ello consistía en la suspensión del juicio, en la abstención de todo pronunciamiento sobre la verdad o la falsedad; así, como no hay nada que sea verdadero ni falso, tampoco hay nada bueno o malo. Los escépticos defendían una posición relativista. Hay que entender que el escepticismo es un talante, una disposición a la duda en épocas de dogmatismo.

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