Explorando el Objetivismo en la Novela Española: 'La Colmena' y 'El Jarama'

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El Objetivismo en la Novela Española

El objetivismo es el rasgo más destacado en la novela objetivista. La novela se articula desde la mostración de la realidad. Se narra en tercera persona, pero desaparece la omnisciencia narrativa porque el autor no quiere interponerse entre el lector y el relato, que se presenta y articula en secuencias. El relato puede entenderse como la mirada de una cámara cinematográfica que solo muestra al espectador el comportamiento externo de los personajes.

En el realismo crítico, el narrador únicamente transmite lo que muestran los personajes, quienes deben transmitir la clase social a la que pertenecen; es decir, son personajes arquetipo que no muestran una profundización psicológica.

Tiempo y Espacio en la Novela Objetivista

En cuanto al tiempo de la novela, destacamos el *flashback* como técnica narrativa, así como la narración discontinua en secuencias. El tiempo explícito de la novela es un periodo breve. Así también se reduce el espacio, siendo siempre lugares reales en los que se mueven los personajes.

Obras Destacadas del Objetivismo Literario

Dentro de esta década destacamos dos novelas principalmente: *“La colmena”* de Camilo José Cela; y *“El Jarama”* de Rafael Sánchez Ferlosio.

Análisis de *“La Colmena”* de Camilo José Cela

*“LA COLMENA”* de Camilo José Cela, se publica en Buenos Aires en 1951, con la supresión de algún fragmento considerado pornográfico. La censura española la rechazó contundentemente. Su publicación completa en España no llegará hasta 1969. Esta novela no se puede entender sin la influencia de la técnica de contrapunto y de protagonista colectivo utilizado en *“Manhattan Transfer”* de John Dos Passos.

La novela se compone de seis capítulos y un final. Cada capítulo está integrado por una serie de secuencias separadas por un espacio en blanco y de longitud variable. Cada secuencia se centra en un personaje. A menudo se trata de una composición simultánea con técnica cinematográfica: varias secuencias transcurren en el mismo momento en distintos lugares o nos ofrecen perspectivas diferentes de una misma secuencia. La suma de esas secuencias, de esas piezas, es como el conjunto de las “celdillas” de la “colmena”.

Esta estructura se ha calificado de caleidoscópica o de contrapunto. Son vidas que transcurren paralelas o entrecruzadas, y que tejen un vivir colectivo que sería la vida de Madrid en 1942.

Por otro lado, la novela responde al modelo de estructura abierta: no hay un argumento ni tampoco un desenlace. No sabemos qué será de los personajes más allá de la última página. Todo queda inconcluso.

La novela abarca poco más de dos días invernales del Madrid hambriento de la inmediata posguerra. La disposición temporal no es lineal: se produce un entrecruzamiento que va ligado al movimiento de los personajes. Su ambientación espacial se reduce al café de doña Rosa y otros bares, algunas casas particulares, casas de citas, comercios y algún descampado.

El número de personajes es elevadísimo que, en general, se trata de gentes mediocres, y a menudo, de baja talla moral. Abundan los despreciables, los hipócritas y los ridículos, aunque también hay espacio para las figuras conmovedoras y desvalidas, apaleadas por la vida. Por lo tanto, el protagonista es colectivo y es la ciudad de Madrid.

La actitud que adopta el narrador participa a la vez de la omnisciencia y del objetivismo. Es un testigo privilegiado, que conoce los entresijos de sus criaturas y nos brinda datos y opiniones sobre ellas. Aparentemente, las observa desde fuera sin intervenir en sus lances, dejando que se revelen a través de los abundantes diálogos. Sin embargo, no cabe negar que en las palabras del narrador se transluce una visión del mundo.

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