Explorando el Paleolítico y las Colonizaciones Fenicia y Griega en la Península Ibérica

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El Paleolítico en la Península Ibérica

El Paleolítico es la etapa más antigua y más larga de la prehistoria. Se divide en Inferior, Medio y Superior.

Paleolítico Inferior

El primer poblamiento humano se remonta a más de 1 millón de años, con grupos de Homo erectus y Homo antecessor. Sus hábitats eran zonas abiertas cerca de lagunas o ríos, donde cazaban y carroñeaban. Su tecnología era simple: elaboraban utensilios sobre cantos, a los que dotaban de un filo mediante un corte en una o dos caras. En torno al 500.000 a.C. se localizan las primeras hachas de mano y lascas cortantes. Entre los yacimientos más destacados del Paleolítico Inferior (hasta hace unos 300.000 años) podemos citar Atapuerca y Guadix-Baza. Atapuerca es el yacimiento más importante del mundo, donde han aparecido 30 individuos preneandertales de hace más de 400.000 años.

Paleolítico Medio

El Paleolítico Medio (300.000-40.000 a.C.) se caracteriza por la presencia del Homo neanderthalensis, una especie muy próxima al Homo sapiens moderno. Vivía en hábitats variados (cuevas, abrigos), dominaba el fuego y cazaba grandes animales. Tenía una tecnología compleja y eficaz, compuesta por lascas cortantes y puntas de lanza. Las causas de su extinción no están claras, pero los últimos neandertales vivieron en el sur de la Península Ibérica hace algo menos de 40.000 años.

Paleolítico Superior

El Paleolítico Superior (entre 40.000 y 10.000 a.C.) se caracteriza por la presencia exclusiva de seres humanos modernos, con cambios culturales rápidos. Estos cambios son bien reconocidos por las modificaciones en la forma de las herramientas de piedra y hueso. Los grupos humanos eran más numerosos, cazaban todo tipo de animales y recolectaban vegetales, siendo aún más nómadas. Lo más destacado es la abundancia de cuevas con arte rupestre y objetos decorados en piedra, hueso o marfil. Entre las cuevas más decoradas destacan El Castillo y Altamira en Cantabria, y Tito Bustillo en Asturias.

Colonizaciones Fenicia y Griega

La presencia de colonizadores fenicios y griegos supuso un cambio radical en la evolución de los pueblos que ocupaban la Península Ibérica. El inicio de la colonización se utiliza de manera convencional para marcar el paso de la fase prehistórica a la histórica.

Colonización Fenicia

La colonización fenicia fue la más temprana, más intensa y la que tuvo un impacto más profundo y duradero. En ella, la protagonista fue Tiro (actual Líbano), que lideró la exploración de las rutas al extremo occidental del Mediterráneo en busca de materias primas. La presencia, primero de mercaderes fenicios y luego de colonos, empezó a ser la constante en la zona del Estrecho de Gibraltar en el siglo VI a.C. Los fenicios fundaron numerosos asentamientos, en especial Gadir, que fue clave en el control de las rutas comerciales que conectaban el Atlántico con el Mediterráneo. La influencia fenicia tuvo un profundo impacto entre las poblaciones autóctonas desde un punto de vista económico, social y cultural (se denomina periodo orientalizante). Su principal aportación fue la introducción de la escritura en la Península Ibérica. La influencia de los fenicios es clave para comprender el desarrollo de la cultura Tartésica, que se desarrolla en el Guadalquivir. Los hallazgos arqueológicos de Huelva o Cancho Roano evidencian la riqueza alcanzada por esta cultura autóctona y la intensidad de sus contactos con los fenicios.

Colonización Griega

A partir del siglo IV a.C., el sur de la Península Ibérica estuvo bajo la esfera de influencia de la importante ciudad de Cartago, una antigua colonia fenicia responsable de la fundación de Carthago Nova. Comparativamente, la colonización griega fue mucho menos intensa. Focea fue el líder de la presencia griega en el occidente Mediterráneo y fue la responsable de la fundación de la importante colonia de Massalia (Marsella), en el sur de Francia. A diferencia de los fenicios, la presencia griega en la Península Ibérica se limitó a pequeños establecimientos comerciales ubicados en las costas de Cataluña y Alicante. Solo dos asentamientos de estos acabaron convirtiéndose en ciudades: Rhode y Emporion. A partir del siglo VI a.C., la influencia griega fue decisiva en el desarrollo de la cultura ibérica, lo que es visible en algunos rasgos de la cultura material, en especial en la producción numismática.

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