Explorando el Teatro de Epidauro y el Discóbolo de Mirón: Arte y Cultura Griega

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Teatro de Epidauro: Un Legado de Acústica y Aforo

Nos encontramos ante una imagen del Teatro de Epidauro, construido a mediados del siglo IV a. C. por el arquitecto Policleto el Joven. Corresponde, por tanto, dentro de la Arquitectura Griega, al periodo del Primer Helenismo. Se encuentra en el Santuario de Asclepio en Epidauro.

Teniendo en cuenta que el teatro era un espacio concebido para la representación, se deben cuidar algunos aspectos, como la acústica, la visibilidad combinándolo con el mayor aforo posible. Para su concepción, Policleto el joven partió de la ladera de una montaña, en la que se construyó un graderío, conocido como koilon en griego y cavea en latín, de forma semicircular con algo más de 180º. El graderío se construyó de forma escalonada con piedra caliza, además se distribuyeron 13 pasillos (diazoma) de acceso o vomitorium, 23 (diazoma) en su parte superior, que se disponen de forma radial, partiendo del centro de la orquesta, que tenía una forma circular.

A continuación encontraríamos el proscenio o proskenion que sería la parte de la escena más próxima al espectador, o el escenario propiamente dicho, donde los actores accedían por medio de unos pasillos llamados (paradoi). Por último, se encontraría la escena, hoy desaparecida, que consiste en una construcción arquitectónica alta, con muchos elementos decorativos, como pilastras y columnas, que serviría de fondo para la representación y desempeñaría la función de decorado.

Se trata de un edificio con una función social, cívica y cultural. Es un espacio arquitectónico concebido para la representación de obras de teatro, como comedias, sátiras o tragedias, que fueron un importante vehículo para la transmisión de la cultura griega. El teatro era uno de los espectáculos más importantes de la antigua Grecia con grandes autores como Sófocles, Eurípides o Esquilo.

El Discóbolo de Mirón: Belleza y Movimiento en la Escultura Griega

La obra nos presenta la figura de un atleta en pleno esfuerzo, con una función puramente estética: la plasmación de la belleza desde una óptica antropocentrista, representando al hombre como ideal, muy alejado de la visión religiosa de épocas anteriores. Se trata de una figura individual y exenta. Aunque la imagen que comentamos (copia romana) esté realizada en mármol tallado, suponemos que el original debió estar fundido en bronce, pues es conocido que Mirón fue especialmente broncista.

Composición y Dinamismo

Se trata de un bloque abierto con clara ruptura de la ley de la frontalidad. Mirón se plantea una doble misión en la composición: crear un movimiento armónico. Para ello, en una novedad sin precedentes, utiliza diagonales dobles que se contrapesan entre sí, creando dinamismo en las distintas partes del cuerpo que, en el conjunto, se armoniza al contraponer movimientos contrarios. (De la misma manera juega con curvas contrapuestas).

El modelado de la escultura resulta un tanto plano (especialmente en el pelo y los músculos), que no permite excesivos claroscuros (aunque en el bronce original generaría probablemente otra sensación, haciendo resbalar la luz). La figura resulta idealizada y proporcionada, con un canon un tanto esbelto (sobre todo si lo comparamos con sus contemporáneos, como Fidias o Polícleto) y poco musculoso. La resolución anatómica resulta perfecta, así como su estudio anatómico.

En cuanto a la expresión, resulta un tanto sorprendente su gesto inexpresivo en pleno esfuerzo físico, lo cual podía achacarse a su interés por no perder armonía en el conjunto. Por otra parte, el pelo, aún demasiado pegado al cráneo, todavía acusa cierto arcaísmo.

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