La Fábula: Origen, Evolución y el Legado de Esopo y Fedro
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Introducción a la Fábula: Origen y Significado
La fábula es un relato en el que intervienen animales que reproducen defectos y comportamientos humanos, y que concluye con una moraleja.
El origen de la fábula se remonta a Grecia, donde surgió como una manifestación popular en oposición a la poesía solemne. La épica era un tipo de poesía que respondía a la concepción de la vida de los nobles y aristócratas, mientras que la fábula se situaba en el otro extremo, representando la voz del pueblo humilde. Los griegos atribuyen el origen de la fábula a Esopo.
Las fábulas, por su propia naturaleza, circularon fácilmente de un pueblo a otro y podían tener un origen muy diverso: se transmitieron de forma oral, por mercaderes y, especialmente, por esclavos que fueron vehículos de su difusión. Las fábulas eran la crítica satírica del pueblo, de los esclavos y de los pobres contra los privilegiados.
Fedro: El Creador de la Fábula Latina
Este espíritu de reivindicación se encuentra expresado en los cinco libros de fábulas, conocidas como Fábulas Esópicas, que publicó Fedro, el creador de la fábula latina como género literario.
Nació en Macedonia y llegó a Roma como esclavo de Augusto. Parece que el hecho de que tanto Esopo, creador mítico del género, como Fedro, su continuador, fueran de origen servil, justificaría el tono de crítica social. Fedro comenzó a publicar sus fábulas en el reinado de Tiberio y continuó haciéndolo durante los de Calígula, Claudio y Nerón.
Sus fábulas están escritas en senario yámbico, un verso propio de la comedia y de gran raigambre popular. Las fábulas esópicas sirvieron de modelo a Fedro, y constituían una reivindicación burlona del pueblo llano frente a los privilegiados. Algunas de sus fábulas fueron consideradas sátiras políticas, lo que le llevó a ser acusado y condenado a muerte en la época de Tiberio.
Las fábulas tienen siempre un mismo esquema: un relato de animales y una moraleja que puede preceder o seguir al relato. Más adelante se comenzaron a utilizar otros procedimientos, introduciendo fábulas de otro tipo que incluían relatos con personajes humanos o episodios históricos.
Fedro escribe con un estilo sencillo y natural, especialmente cuando no moraliza, y en los prólogos de su obra se muestra orgulloso de su brevitas dicendi (concisión).