La Fábula: Trayectoria Histórica y Relevancia Literaria

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La Fábula: Origen, Evolución y Legado en la Literatura

La fábula es una composición literaria, en prosa o en verso, que, mediante una ficción de tipo alegórico y la personificación de animales irracionales o ideas abstractas, busca transmitir una enseñanza práctica. A menudo, incluye la intervención de personajes humanos de carácter gnómico. Se estructura como un relato breve, al que precede o sigue un consejo moral o regla de comportamiento (la moraleja), que ilustra un principio de conducta mediante un ejemplo.

La fábula guarda estrecha relación con el apólogo y los bestiarios.

Orígenes y Desarrollo en la Antigüedad

La fábula más antigua tiene su origen en Mesopotamia. Habría llegado a Grecia a través de Asia Menor y, por otra parte, a la India a través de Persia. Las fábulas griega e india tuvieron influencias mutuas, con un notable intercambio de temas y formas.

La primera fábula occidental que aparece en Grecia fue escrita por Hesíodo en el siglo VIII a.C. (El Halcón y el Ruiseñor). Posteriormente, vuelven a aparecer fábulas en la obra de Arquíloco (El Zorro y el Mono), y otros poetas líricos también aluden a ellas.

Se ha sostenido que el creador de la fábula griega es anónimo, ya que pertenece a un género popular y tradicional cuya difusión se realizó de forma oral. Más tarde, fueron recopiladas en colecciones conocidas como fábulas esópicas. Inicialmente, en Hesíodo y Arquíloco, estas fábulas de animales contenían una fuerte crítica social, con un ataque a los poderosos frente a los más débiles. Sin embargo, poco a poco fueron sufriendo transformaciones y se convirtieron en transmisoras de enseñanzas morales, así como en ejercicios para las escuelas retóricas.

La fábula griega pronto se introdujo en el mundo romano. Autores como Cicerón y Apuleyo incluyeron fábulas en sus obras. Fue Fedro (s. I d.C.) quien perfeccionó la fábula en Roma. En su obra, incluyó fábulas creadas por él, junto con las de tradición esópica, que recreó con considerable gracia y un cierto espíritu crítico. También Babrio fue un importante fabulista griego de la época romana.

La Fábula en la Edad Media y el Renacimiento

La Edad Media recogió la tradición esópica, y la fábula adquirió gran popularidad, empleándose tanto como elemento moralizador como a modo de sátira.

Durante los siglos XII y XIII, España recibió y transmitió los fabularios orientales: Pedro Alfonso compuso su célebre Disciplina Clericalis; Alfonso X encargó la versión castellana de Calila y Dimna. De este modo, los temas orientales confluían con los de los fabularios de origen griego o latino, que abundaban en Europa bajo los títulos de Isopete o Rómulo.

En los siglos siguientes, XIV y XV, aparecen fábulas y apólogos en las obras del Arcipreste de Hita y Don Juan Manuel.

El Humanismo Renacentista convirtió las fábulas esópicas y de Fedro en libro preceptivo en las universidades, lo que llevó a más de 160 las ediciones de fábulas.

La Edad de Oro y la Fábula Moderna

Los siglos XVII y XVIII representan la Edad de Oro de la fábula. En Francia, La Fontaine utilizó este antiguo género con nuevos motivos, y de él parte la concepción moderna de la fábula como género animalístico. Su ejemplo dio nuevos ímpetus a este género en toda Europa: Gay en Inglaterra; la fábula esópica se extendió hasta Rusia. En España, nuestros fabulistas más destacados son Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego.

Esopo: Figura Emblemática de la Fábula

A Esopo se le fue atribuyendo el relato de fábulas tradicionales, algunas de ellas ya conocidas con anterioridad, y se convirtió en una figura emblemática, cuyo nombre sirvió para caracterizar el género fabulístico. Su existencia se sitúa en el siglo VI a.C. y su origen en Frigia o Tracia.

A él hacen referencia autores clásicos como Heródoto, Aristófanes, Platón y Aristóteles. También se le menciona en diversas fábulas de colecciones anónimas griegas y, principalmente, en las de Fedro.

La primera mención que tenemos de Esopo aparece en Heródoto, quien nos lo presenta como creador de fábulas y esclavo de un tal Iadmón. También nos menciona su muerte a manos de los habitantes de Delfos, acusado de un robo sacrílego.

En Aristófanes, Esopo aparece como personaje que contaba fábulas para defenderse de la falsa acusación de los delfios; interviene en la asamblea de los samios con la fábula de La Zorra y el Erizo. En el Fedón de Platón, Sócrates, en los últimos días de su vida en prisión, dice que trata de versificar las fábulas de Esopo.

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