Fábulas Clásicas: Lecciones Eternas de Sabiduría y Moralidad

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Fábulas Clásicas: Reflexiones sobre la Conducta Humana

21. El Hombre Cobarde y los Cuervos

Un hombre cobarde salía a la guerra. Al graznar unos cuervos, se quitó las armas y se quedó quieto. Luego, al tomarlas de nuevo, marchaba, y al graznar otra vez, se detuvo y dijo finalmente: «Vosotros graznaréis todo lo posible, pero no me vais a devorar».

Esta fábula trata sobre los extremadamente cobardes.

22. Las Liebres y las Zorras

Unas liebres, en lucha con unas águilas, pidieron auxilio a unas zorras, pero estas respondieron: «Os habríamos ayudado si no viéramos quiénes sois y contra quién lucháis».

La fábula muestra que quienes disputan con los más fuertes demuestran desprecio por su propia salvación.

24. La Becerra y el Buey

Una becerra, al ver a un buey trabajando, se compadecía de él por su sufrimiento. Pero una vez que llegó una fiesta, y habiendo soltado al buey, se apoderaron de la becerra para ser sacrificada. Al verlo, el buey se rio y, mirándola, dijo: «¡Oh, becerra! Por eso estabas desocupada: porque ibas a ser sacrificada precisamente».

La fábula muestra que a quien está desocupado le espera el peligro.

25. Los Leñadores y el Pino

Unos leñadores cortaban un pino y, habiendo hecho cuñas de su propia madera, lo estaban cortando fácilmente. Entonces el pino dijo: «No reprocho tanto al hacha que me ha cortado como a las cuñas nacidas de mí».

La moraleja es que no es tan terrible sufrir algo doloroso por personas ajenas como por personas cercanas.

27. El Lobo y el León

Un lobo, habiendo capturado un cordero, lo conducía desde el rebaño hasta su guarida. Un león, al encontrarse con él, le quitó el cordero. El lobo, colocándose lejos, dijo: «¡Injustamente me has quitado lo mío!» Pero el león, con ganas de reír, manifestó: «¿Acaso te fue dado por un amigo justamente?»

Esta fábula muestra cómo los bandidos rapaces y los ambiciosos, al caer en una derrota, se reprochan los unos a los otros.

28. El Labrador y la Serpiente

Un labrador, durante la estación de invierno, encontró una serpiente helada por el frío. Compadeciéndose de ella, la tomó y la puso bajo su regazo. Y habiéndose calentado aquella y recobrado su propia naturaleza, hirió a su bienhechor y lo mató. Y él, muriéndose, dijo: «Sufro lo merecido por haberme compadecido de un malvado».

La fábula muestra que las maldades son inmutables, aunque sean tratadas con la máxima humanidad.

Las Perras Hambrientas

Unas perras hambrientas, al ver en un río unas pieles empapadas y no siendo capaces de hacerse con ellas, se pusieron de acuerdo para primero beberse el agua y así alcanzar las pieles. Y sucedió que, bebiendo, reventaron antes de alcanzar las pieles.

Así, algunos hombres, por la esperanza de ganancias, al someterse a trabajos arriesgados, llegan a perderse antes de alcanzar lo que desean.

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