La Familia de Carlos IV: Obra Cumbre de Goya en el Museo del Prado

La familia de Carlos IV es una obra maestra de Francisco de Goya y Lucientes que data de 1800-1801. Realizada en óleo sobre lienzo, posee unas impresionantes dimensiones de 280 x 336 cm y se exhibe actualmente en el prestigioso Museo del Prado.

Contexto y Creación de la Obra

Goya inició los trabajos en los bocetos —de los que el Prado conserva cinco— en la primavera de 1800. La versión definitiva fue pintada entre julio de 1800 y junio de 1801, y la cuenta por su realización fue enviada en diciembre de 1801. La pintura perteneció originalmente a las colecciones privadas del Palacio Real de Madrid, donde figura en el inventario de 1814. Posteriormente, en 1824, pasó a formar parte del recién fundado Museo del Prado por orden del rey Fernando VII, quien, de hecho, aparece retratado en el cuadro.

Ubicación Actual y Catalogación

Desde 1942, la obra mantiene el número de catálogo P00726. Ese mismo año, apareció en el listado de obras del museo —publicado con cierto retraso—, realizado por Francisco Javier Sánchez Cantón, entonces subdirector del Prado. Actualmente, se exhibe en la sala 32 de la pinacoteca, ubicada en la planta baja del edificio diseñado por Juan de Villanueva.¹

Significado Artístico e Influencias

Esta obra es un compendio de la vasta labor de Goya como retratista y, a la vez, una de sus composiciones más complejas. Sus antecedentes se encuentran en otros dos retratos colectivos de gran relevancia histórica y artística: La familia de Felipe V, de Louis-Michel van Loo (1743)², y Las Meninas o la familia de Felipe IV, de Diego Velázquez (1656).³

Maestría Técnica y Psicológica de Goya

Goya revela su maestría en cada detalle del cuadro, tanto por el dominio formal de la luz como por la sutil definición de las personalidades. Esta habilidad se acentúa por la reducción de las referencias espaciales, subrayando de este modo la capacidad del artista de Fuendetodos para penetrar y plasmar la esencia de sus retratados.⁴

El Proceso de Elaboración: Los Bocetos

En mayo de 1800, Goya se desplazó hasta el Palacio de Aranjuez para realizar los estudios de los personajes principales. La reina habría preferido pasar por alto las aburridas sesiones de posado para el pintor, pero al ver los bocetos al óleo, quedó entusiasmada. Goya retrató a cada uno de los miembros de la familia por separado sobre un lienzo con fondo rojo. En estos apuntes, tan solo bosquejó las ropas para concentrarse plenamente en la expresión y los gestos faciales.

Retrato de la Familia Real: Realismo y Caracterización

Los miembros más adultos de la familia presentan una expresión menos alegre, ya que están caracterizados con toda su humanidad, incluso con sus imperfecciones. En contraste, el infante Francisco de Paula es un magnífico ejemplo de vivacidad. En este retrato, Goya muestra a la familia tal y como es, como simples mortales, ni más hermosos ni más importantes que el resto. Carecen de la digna y majestuosa autoridad que suele emanar de los retratos tradicionales de los gobernantes.

Composición y Desafío Artístico

La composición de este retrato familiar está perfectamente estudiada. El encargo era, de por sí, bastante difícil: había que agrupar a trece personas de pie en una composición pictórica que fuera equilibrada y amena al mismo tiempo. Además, era preciso destacar a cada uno de los personajes según su rango dentro de la corte.

Goya: El Observador de la Condición Humana

Además de trabajar por encargo, Goya también desarrolló una importante labor por iniciativa propia. Recogía sus observaciones e ideas en una serie de álbumes, que funcionaban como un diario secreto. No se trataba de bocetos para cuadros o grabados, sino de obras autónomas. Durante esta época, Goya no dibujaba a lápiz, sino que, por lo general, trabajaba con el pincel y empleaba tinta china negra o marrón. Nada le fascinaba tanto como la conducta del ser humano: su belleza, su crueldad, sus miserias y su arrogancia.