Fases Clave de la Primera Guerra Mundial: Un Recorrido Histórico
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1. La Guerra de Movimientos (1914)
Esta fase inicial de la Primera Guerra Mundial recibe su nombre de las operaciones militares que tuvieron lugar durante 1914. Alemania puso en práctica el Plan Schlieffen, que consistía en invadir Bélgica, violando con ello la neutralidad de dicho país, con la intención de sorprender a los franceses por el norte y llegar hasta París en pocas semanas. Una vez logrado este objetivo, el plan preveía aniquilar los ejércitos de Rusia.
Sin embargo, los franceses replegaron sus tropas, las concentraron en torno al río Marne y, aprovechando el traslado de algunas divisiones alemanas al Frente Oriental, pasaron a la ofensiva. La Batalla del Marne puso de manifiesto el fracaso de los planes alemanes para vencer a los franceses mediante un ataque relámpago. Los estrategas alemanes menospreciaron la capacidad de movilización de los rusos, quienes penetraron en Prusia Oriental, derrotando a los austríacos y apoderándose de la Galitzia austríaca y de Serbia.
2. Guerra de Posiciones (1915-1916)
Conocida también como la «Guerra de Trincheras», esta etapa se caracterizó por la extensión de líneas defensivas a lo largo de cientos de kilómetros, desde el mar del Norte hasta Suiza. Los alemanes, una vez fracasada la ofensiva inicial, adoptaron una estrategia defensiva y se atrincheraron en el Frente Occidental, tratando de proteger sus posiciones y concentrando la mayor fuerza ofensiva en el Frente Oriental. Según sus planes, tras la derrota rusa, llegaría el momento de vencer a los Aliados occidentales: Francia y Gran Bretaña.
La guerra de desgaste se desarrolló esencialmente en territorio francés y belga, produciendo un elevadísimo número de bajas y arruinando la moral de los soldados. Destacan las cruentas batallas de Verdún y del Somme. En 1916 tuvo lugar el hecho naval más importante de la contienda: la Batalla de Jutlandia, que se saldó con un ligero triunfo de la flota alemana sobre la británica. No obstante, los buques alemanes intervinieron en adelante solo en contadas ocasiones, dejando el peso de la guerra en el mar a los submarinos.
3. La Crisis de 1917
El equilibrio militar y la imposibilidad de dar fin a la guerra a corto plazo sumieron a los beligerantes en serias dificultades. Las tropas y la retaguardia fueron presa de una creciente desmoralización. Se desencadenaron protestas de soldados y mandos, que se transformaron en auténticos motines y fueron duramente reprimidos.
En Rusia, el fuerte descontento motivado por la escasez de víveres y las continuas derrotas militares desembocó en la Revolución de Febrero de 1917. El zar se vio obligado a abdicar y se formó un Gobierno Provisional de características liberales que, en contra de la mayoría de los rusos, decidió proseguir la lucha. En octubre de 1917, un golpe de Estado llevó al poder a los comunistas de Lenin. Este firmó el Tratado de Brest-Litovsk en marzo de 1918.
Por este tratado, se impuso a Rusia la pérdida de extensos territorios (Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia, etc.). El abandono ruso significó un giro radical en el conflicto: el Frente Oriental quedaba libre de contiendas, lo que permitió a las Potencias Centrales concentrar la totalidad de sus ejércitos en el Frente Occidental. Sin embargo, la entrada en guerra de Estados Unidos, con su formidable peso económico, demográfico y militar, inclinó la balanza definitivamente del lado de los Aliados. Las razones que llevaron a los estadounidenses a intervenir en la guerra se debieron, en parte, a la agresiva ofensiva submarina desarrollada por los alemanes, quienes torpedearon un transatlántico estadounidense.
4. El Final de la Guerra (1918)
En 1918, ambos bandos atravesaban serias dificultades tanto militares como económicas. Con las manos libres en el Frente Oriental, Alemania inició una ofensiva en el Occidental, pero la contraofensiva aliada forzó el repliegue de las tropas germanas hasta la frontera belga. En Berlín estalló un movimiento revolucionario en noviembre, y el Káiser Guillermo II abdicó, dando paso a la República Democrática de Weimar, que firmó el armisticio.
El Imperio Austrohúngaro se rindió a mediados de noviembre, en tanto que búlgaros y turcos lo habían hecho ya en septiembre y octubre, respectivamente.