Federico García Lorca: Trayectoria y evolución como poeta

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Federico García Lorca

(1898-1936) se introdujo en la escritura tras la muerte de su maestro.

Cabe mencionar su trayectoria y evolución como poeta.

El final de una primera etapa juvenil llegó con Libro de poemas (1921). En él, encontramos poemas más juguetones con formas más breves y ligeras, con aire de enigmas en algún caso, en las que apuntan los recursos más utilizados en libros venideros.

Por fecha de su redacción, el Poema del cante jondo sería el siguiente de ellos, aunque fue publicado en 1931. Su calculada estructura interna nos confirma que Lorca quiso dejar una panorámica amplia del universo flamenco-andaluz. Se percibe en la obra una estilización y transformación de la realidad.

Canciones y Suites se crearon casi a la vez, entre 1920 y 1923, y se caracterizan por tener una extensión reducida, una fuerte intensidad y marcada melodía, abundancia de paralelismos, repeticiones, recursos intensificadores…. La monotonía de Suites deja paso en Canciones a juegos y trucos más refinados. En algún poema se utiliza la tipografía expresiva; los hallazgos del haiku japonés y de la copla popular están presentes en sus versos. Lorca había aprendido a fusionar la inventiva de lo moderno y el eco de lo tradicional.

Entre 1924 y 1927 escribe el Primer Romancero gitano (1928), cuya popularidad fue inmediata excepto para ciertos de sus amigos como Dalí y Buñuel, además de Zorrilla. Lorca buscó trasladar los hallazgos formales de las Canciones -densidad del clima metafórico, elipsis expresivas, diálogos y ritmos- a la forma lírico-narrativa. Con el Romancero gitano, Lorca practica una poesía que intenta descubrir la verdadera realidad del mundo. El proceso es doble: por una parte, el poeta tiene que desmentir la apariencia del mundo; por otra, ha de señalar su verdadero carácter.

Su mejor obra lírica, Poeta en Nueva York (publicada en 1940), fue una obra póstuma. El poemario nació de una circunstancia capital en la vida del granadino, que era el fracaso de una relación amorosa (y posiblemente el distanciamiento con Buñuel y Dalí), pero todo se resolvió con una invitación a EE.UU. En Nueva York, Lorca vivió la crisis económica del 29, a la vez que un clima de sugestiones estéticas y relaciones personales que nunca había conocido en España.

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