Los Felices Años 20: Auge, Caída y Transformación Cultural
El espejismo de la prosperidad
Los años 20, conocidos como los felices años 20, contrastan con la realidad europea de posguerra. Si bien en Europa la felicidad era una quimera debido a la recuperación tras la Primera Guerra Mundial, el estereotipo de los años 20 como una época feliz se consolidó por varias razones.
Un ejemplo de la mentalidad de la época era la situación laboral. Los trabajadores cobraban menos de lo que debían, por ejemplo, 40 en lugar de 100. Además, se daba la paradoja de una compra masiva de objetos producidos por los propios trabajadores, pero a un precio superior al coste de producción.
Estados Unidos introdujo sus multinacionales y productos en Europa, generando un consumo masivo de productos norteamericanos. Durante 8 o 9 años, las empresas estadounidenses se expandieron, contrataron mano de obra europea y su economía creció vertiginosamente. El capitalismo parecía democratizarse, dando la ilusión de acceso al dinero para todos. Sin embargo, este American Way Of Life era un espejismo, una falsedad. El mundo capitalista norteamericano hacía creer a las clases bajas que podían alcanzar la riqueza vendiéndoles sucedáneos de productos de lujo.
El automóvil y el crédito
El automóvil, un lujo para pocos, se hizo más accesible gracias al Ford T, creado por Ford para las clases medias.
Estados Unidos se presentaba como la tierra de las oportunidades, donde la falta de riqueza se atribuía a la falta de emprendimiento. El pago a plazos se popularizó, permitiendo la adquisición de objetos caros, como cámaras de fotos y coches. El 95% de los coches se vendían a plazos, creando la ilusión de riqueza.
El auge del cine y la cultura de masas
Los años 20 marcaron el auge del séptimo arte. La transición del cine mudo al sonoro generó iconos y seguidores incondicionales. Hollywood se convirtió en la cuna de las estrellas de cine, un mundo de disfrute rápido e improductivo. El cine influyó en la sociedad, por ejemplo, popularizando el hábito de fumar entre las mujeres, algo considerado vergonzoso en la época. Además, el cine se consolidó como un potente medio publicitario.
Excesos, gangsters y la Generación Perdida
La época estuvo marcada por excesos, como el caso de Fatty Arbuckle, un multimillonario que murió en una orgía. La ley seca, paradójicamente, incentivó el consumo de alcohol y tabaco, aumentando las muertes por cirrosis. Surgieron figuras míticas como los gangsters, asesinos y traficantes, como la familia Kennedy, que amasó su fortuna con el tráfico de alcohol, y Al Capone.
En este contexto, nació la Generación Perdida, con figuras como Hemingway, Scott Fitzgerald y William Faulkner.
Hemingway, escritor que luchó en la Guerra Civil española del lado republicano, amigo de toreros y atormentado por una enfermedad mental y el alcoholismo, se suicidó con una escopeta.
Gertrude Stein, lesbiana que odiaba a los homosexuales, fue otra figura destacada. El auge del Ku Klux Klan reflejaba una sociedad temerosa del anarquismo. Dos hombres fueron condenados a muerte sin pruebas por un supuesto intento de atentado en Nueva York, víctimas del miedo colectivo.
La transformación de Europa y el auge de las vanguardias
En Europa, las monarquías desaparecieron: Hohenzollern, Habsburgo, Romanov y otras casas reales perdieron su poder. Como consecuencia, surgieron movimientos artísticos como el dadaísmo y el surrealismo.
El Dadaísmo
Los dadaístas, pacifistas en su mayoría, buscaban evitar una nueva guerra a través del arte. Considerado inicialmente como antiarte, el dadaísmo se presentó como un movimiento espontáneo y renovador. Marcel Duchamp, con su obra La Fuente (un urinario presentado en una exposición), desafió la definición misma de arte. Otro ejemplo es su Ready Made, una ampolla vacía que supuestamente contenía aire de París. El dadaísmo exploró la relación entre sexo y arte.
El Surrealismo
El surrealismo, movimiento transgresor y sensual, surgió inicialmente como una corriente literaria influenciada por el dadaísmo. Buscaba expresar emociones, pensamientos y pesadillas sin seguir una lógica, influenciado por la psicología de Sigmund Freud.
La Crisis del 29
La especulación con el suelo y el crédito desmedido condujeron a la caída de la bolsa en 1929, marcando el fin de una era.