Felicidad y Virtud en la Filosofía Clásica: Epicuro, Utilitarismo y Aristóteles
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Filosofía de la Felicidad y la Virtud: Perspectivas Clásicas
La Felicidad Según Epicuro: El Placer como Ausencia de Dolor
La verdadera felicidad, según Epicuro, reside en el placer. Sin embargo, no se refiere al placer físico desordenado, sino a la ausencia de dolor físico en el cuerpo (aponía) y a la ausencia de turbación en el alma (ataraxia).
Clasificación de los Placeres en la Filosofía Epicúrea
Epicuro distingue tres tipos principales de placeres:
- Placeres naturales y necesarios: Aquellos que satisfacen necesidades básicas y eliminan el dolor, como calmar la sed o el hambre. Son fáciles de conseguir y su satisfacción conduce a la ataraxia.
- Placeres naturales y no necesarios: Aquellos que, aunque naturales, no son esenciales para la supervivencia o la eliminación del dolor, como vestir de Armani o disfrutar de manjares exquisitos. Pueden ser disfrutados con moderación, pero su búsqueda excesiva puede generar dependencia y turbación.
- Placeres no naturales y no necesarios: Aquellos que son producto de vanas opiniones y deseos ilimitados, como querer ser el número uno, la fama o la riqueza desmedida. Estos deben ser evitados, ya que su búsqueda es insaciable y conduce inevitablemente a la frustración y la turbación del alma.
Además de esta clasificación, Epicuro también considera la duración de los placeres:
- Placeres del cuerpo: Son efímeros y temporales, como la satisfacción inmediata de una necesidad física. Aunque importantes, su valor es limitado.
- Placeres del alma: Son duraderos y superiores, como el cultivo de la amistad, la reflexión filosófica o la tranquilidad mental. Estos contribuyen de manera más significativa a la ataraxia.
Para alcanzar la felicidad, Epicuro aconseja satisfacer siempre los placeres naturales y necesarios, y evitar los placeres no naturales y no necesarios, ya que estos últimos son fuente de sufrimiento y desasosiego.
El Utilitarismo: La Búsqueda del Mayor Bien para el Mayor Número
El Bien Máximo en el Utilitarismo
El utilitarismo se fundamenta en una concepción organicista de la sociedad, según la cual lo beneficioso para el todo social lo es también para cada uno de sus componentes. Es decir, existe una coincidencia plena entre la utilidad pública y la utilidad privada.
El bien máximo según el utilitarismo es la utilidad, entendida como la maximización de la felicidad o el bienestar general y la minimización del sufrimiento para el mayor número de personas.
La Felicidad y la Virtud Según Aristóteles: La Eudaimonía
La Felicidad como Virtud en la Filosofía Aristotélica
Según Aristóteles, la felicidad (eudaimonía) consiste en la virtud, es decir, en la actividad del alma conforme a la excelencia. La felicidad no puede basarse en elementos externos o efímeros por las siguientes razones:
- La fama: No puede ser la base de la felicidad porque depende de los admiradores, careciendo de consistencia propia. Su valor reside más en quien la otorga que en quien la recibe, lo que la hace inestable y ajena a la propia voluntad.
- La riqueza: Tampoco puede proporcionar la felicidad, ya que el dinero es meramente un medio de vida y nunca un fin en sí mismo. La acumulación de bienes materiales no garantiza la plenitud ni la realización personal.
- El placer: Si la felicidad se basara únicamente en el placer, nos convertiríamos en esclavos de las necesidades físicas, llevando una existencia propia de los animales. La vida humana, para Aristóteles, trasciende la mera satisfacción de impulsos básicos.
El Significado de Virtud y sus Tipos en Aristóteles
La virtud (areté) es definida por Aristóteles como la excelencia en el carácter o en la forma de ser de una persona. No es innata, sino que se adquiere mediante el hábito o la costumbre, es decir, a través de la repetición de actos sucesivos que moldean el carácter.
Para Aristóteles, la virtud es el punto intermedio (el "justo medio") entre dos extremos totalmente viciosos: uno por exceso y otro por defecto. Por ejemplo, la valentía es el justo medio entre la cobardía (defecto) y la temeridad (exceso).
Aristóteles distingue dos tipos principales de virtudes:
- Virtudes intelectuales (dianoéticas): Perfeccionan el entendimiento y la razón. La más importante de ellas es la sabiduría (sophia), que implica el conocimiento de las verdades universales y necesarias. Otras virtudes dianoéticas incluyen la prudencia (phronesis) y la ciencia.
- Virtudes éticas (morales): Perfeccionan la parte no racional del alma, es decir, las pasiones y los deseos, sometiéndolos a la razón. Entre ellas destacan la fortaleza (o valentía), la templanza y la justicia. Estas virtudes se desarrollan a través de la práctica y la moderación.