Felipe II: Consolidación del Poder Monárquico, Conflictos Europeos y Expansión Ultramarina
Clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 10,61 KB
La Centralización del Poder Monárquico: Madrid y El Escorial
Felipe II se centró en la consolidación del poder real mediante un modelo centralizado. Consolidó la centralización del poder monárquico al establecer la capital en Madrid en 1561, organizando allí la administración del imperio. Este cambio convirtió a la ciudad en el centro político y administrativo desde donde dirigía un sistema de Consejos especializados (sistema polisinodial). El Consejo de Estado se ocupaba de la política exterior; el Consejo de Castilla se encargaba de los asuntos internos peninsulares; y otros consejos supervisaban áreas específicas como los territorios en Italia y América. Para facilitar la administración, Felipe II se apoyó en una red de secretarios reales, figuras de confianza que actuaban como intermediarios y canalizaban las decisiones del monarca a los consejos y territorios. Entre estos secretarios destacaron Antonio Pérez y Mateo Vázquez. Además, Felipe II implementó una estructura de inspección y auditoría mediante visitas y pesquisas, con el fin de controlar el cumplimiento de sus órdenes y la lealtad de los funcionarios.
La construcción del monasterio de El Escorial (en conmemoración por su victoria en la batalla de San Quintín -1557- contra Francia) en las afueras de Madrid, simbolizaba esta centralización del poder. El triunfo en la batalla de San Quintín reforzó la hegemonía española en Europa y, como muestra de gratitud a Dios y a San Lorenzo (cuya festividad se celebra el día de la batalla), Felipe II ordenó levantar este imponente conjunto arquitectónico. Dedicado a San Lorenzo, el monasterio adoptó una estructura que simboliza la parrilla en la que el santo fue martirizado, reflejando el compromiso del rey con la fe católica y su deseo de dejar un legado duradero de su poder y piedad. Además de ser un centro religioso, era una manifestación de la autoridad y la devoción personal del rey.
Los grandes objetivos de su política interior y exterior fueron: la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía en Europa. En efecto, su política se caracterizó por la consolidación del modelo de gobierno de los Austrias. En este sentido, Felipe II dio prioridad a la estabilidad de sus territorios y a la administración de los territorios hispánicos, así como a la defensa de la fe frente a las amenazas protestantes y otomanas. De este modo, bajo su mandato, la Monarquía Hispánica se convirtió en la defensora principal de la Contrarreforma en Europa. No obstante, su reinado se vio condicionado por los problemas económicos provocados por las sucesivas bancarrotas del reino por los gastos que genera su política exterior y su férrea política de control de la ortodoxia cristiana (prohibición de publicar determinados libros y de estudiar en las universidades extranjeras).
El Conflicto Moriscos y el Mediterráneo
A pesar del enorme poder que poseía, Felipe II tuvo que hacer frente a varias rebeliones internas importantes en su política interior. Uno de los problemas más destacados que tuvo que afrontar fue la rebelión de los moriscos en las Alpujarras (1568-1571). Fue una revuelta de la población morisca de Granada, protagonizada por descendientes de los musulmanes obligados a convertirse al cristianismo tras la conquista de Granada en 1492. Estos conversos, conocidos como moriscos, mantenían muchas prácticas culturales y religiosas islámicas, lo que generó tensiones con la monarquía, que deseaba una mayor integración y asimilación cristiana. Las crecientes restricciones sobre su lengua, vestimenta y costumbres provocaron un gran descontento, desembocando en la rebelión. La rebelión, encabezada por Aben Humeya, fue sofocada por don Juan de Austria. Como consecuencia, unos 80.000 moriscos fueron deportados a distintas regiones de Castilla para evitar futuras revueltas, con lo que amplias zonas del antiguo reino granadino quedaron despobladas. Este desplazamiento incrementó su marginación y agravó el problema de integración en la sociedad española.
Por otro lado, la amenaza turca en el Mediterráneo continuaba presente. En este sentido, hay que mencionar que la política exterior de Felipe II es llamada por historiadores como Elliot, Lynch y Domínguez Ortiz como la “política heredada”, pues estuvo inspirada por los mismos principios que la de Carlos I: hegemonía en Europa, lucha contra los turcos en el Mediterráneo y defensa del catolicismo. Se añadieron dos problemas nuevos: la sublevación de los Países Bajos y la rivalidad con Inglaterra.
Una de las principales cuestiones a las que tuvo que hacer frente fue, por lo tanto, la amenaza turca. Felipe II se alió con Venecia y con el Papa en la Liga Santa contra los turcos, que habían reconquistado Túnez y Chipre, y habían puesto sitio a Malta. La victoria de la Liga Santa (dirigida por Juan de Austria) en la batalla de Lepanto (1571) creó la ilusión de que el poder turco se había roto. Cabe señalar que en esta batalla participó Miguel de Cervantes y sufrió una herida que le dejó inutilizada la mano izquierda. Sin embargo, la consecuencia de estos enfrentamientos fue el reparto de poder en el Mediterráneo entre el Imperio turco (cuenca oriental) y la Monarquía Hispánica (cuenca occidental), por lo que no significó el final de la amenaza turca.
Los Conflictos en Europa: De Inglaterra a los Países Bajos
La política exterior de Felipe II, llamada “la política heredada” por historiadores como Elliot, Lynch, Domínguez Ortiz, pues estuvo inspirada por los mismos principios que la de Carlos I: hegemonía en Europa, lucha contra los turcos en el Mediterráneo y defensa de la ortodoxia católica, a la que se añadieron la sublevación de los Países Bajos y la rivalidad con Inglaterra.
Conflictos principales
Felipe II se enfrentó a diversos conflictos. Durante el reinado de Felipe II, Francia fue uno de los principales focos de conflicto. La enemistad con Francia se incrementó aún más. La causa fue el apoyo francés a los rebeldes flamencos. En 1557 los tercios españoles derrotaron a las tropas francesas en la batalla de San Quintín. Hay un triunfo definitivo sobre Francia, que renunció a los territorios italianos mediante la Paz de Cateau-Cambresis (1559), que puso fin a los enfrentamientos por el control de Italia. En dicho tratado también se concertó el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois (hija de Enrique II).
Sin embargo, las tensiones con Francia se reavivaron por las guerras de religión. En efecto, la guerra civil en Francia entre católicos y hugonotes (protestantes calvinistas) supuso la intervención de Felipe II a favor del bando católico. Enrique IV se convierte al catolicismo en 1593 ("París bien vale una misa"). Finalmente, la rivalidad con Francia se resolvió parcialmente en la Paz de Vervins en 1598. Las hostilidades se iniciarían nuevamente en el siglo XVII, en la guerra de los Treinta Años, ya bajos los reinados de Felipe III y Felipe IV.
En cuanto al conflicto con Inglaterra, hay que señalar que hubo un intento de acuerdo en 1554, con el matrimonio entre Felipe II y María Tudor, que fracasó por la ausencia de hijos. El conflicto se intensificó tras la muerte de María Tudor, que había restaurado el catolicismo en Inglaterra. Su muerte permitió la ascensión al trono de Isabel I, quien instauró el anglicanismo y adoptó una postura hostil hacia Felipe II. De este modo se produce un enfrentamiento con Isabel I, partidaria del anglicanismo, que favorece la piratería en el Caribe (incursiones de Francis Drake) y presta ayuda a la rebelión de los Países Bajos.
El conflicto se agudizó con el apoyo del rey a María Estuardo, reina católica de Escocia. Su ejecución decidió a Felipe II a enviar la Gran Armada (o Armada Invencible) en 1588 para invadir Inglaterra y restaurar el catolicismo, pero la campaña acabó en un rotundo fracaso para las tropas españolas. Esta derrota debilitó la posición hegemónica de la Monarquía Hispánica y posibilitó una mayor libertad al comercio inglés y holandés. Cabe señalar que la paz con Inglaterra no sería posible hasta 1604, año en que tuvo lugar el Tratado de Londres.
En los Países Bajos, la política de control del Cardenal Granvela, que incluía el establecimiento de más de 3000 soldados en las fronteras, provocó un aumento de los impuestos para financiar esta fuerza, lo que generó descontento en las provincias calvinistas del norte. Consecuentemente, se produjo una sublevación o levantamiento de carácter civil y religioso, en el que estuvieron implicados nobles rebeldes, deseosos de mayor autonomía ante la presión fiscal que ejercía la monarquía; y los calvinistas, que exigían libertad de culto. En 1566 estallaron motines en varias ciudades (liderados por los condes de Horn y Egmont, y Guillermo de Nassau). Francia e Inglaterra apoyaron a los rebeldes. Felipe II reaccionó enviando tropas al mando del duque de Alba, Juan de Austria y Alejandro Farnesio, que sometieron duramente a los sublevados y ajusticiaron a sus líderes. La guerra se convirtió en un conflicto entre el norte calvinista e independentista, y el sur católico. Las provincias católicas del sur se agruparon en la Unión de Arrás (1579), manteniéndose católicas y leales a Felipe II. Las provincias del norte, lideradas por Guillermo de Orange, crearon la Unión de Utrecht y pasaron a llamarse Provincias Unidas. No obstante, estas últimas no logran su independencia definitiva hasta 1648, con la derrota española en la guerra de los Treinta Años.
Por otra parte, durante el reinado de Felipe II se produce la anexión de Portugal (1581). Tras la muerte del rey de Portugal, Sebastián de Avis, en 1578 Felipe II reclamó la soberanía de Portugal alegando derechos sucesorios. Las Cortes de Tomar reconocieron a Felipe II como rey en 1581 a cambio de reconocer las leyes del reino. Con este hecho se crea el mayor imperio territorial y marítimo que había existido hasta entonces ("en mis dominios nunca se pone el sol"). Sin embargo, la anexión no fue bien recibida por los portugueses, lo que dio lugar a un levantamiento en 1640, más de medio siglo después de la unión. Por lo tanto, la unión con Portugal se mantendrá hasta 1640.
Con respecto a la expansión americana y en el Pacífico, es preciso conocer que con Felipe II se completó la conquista de América: Nuevo México, Florida, Texas, California, la cuenca del río Orinoco y el interior de Argentina. Además, desde México se exploró el Pacífico. La conquista de Filipinas, así llamadas en honor al rey, será obra de Legazpi.