Feuerbach, Marx y la alienación humana
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La principal aportación de Feuerbach
La principal aportación de Feuerbach fue la denuncia de la religión como autoalienación, como desdoblamiento del mundo en dos: el terrenal y el celestial. Para Feuerbach, Dios no es más que la proyección de la esencia humana fuera de sí. Son los seres humanos quienes crean a Dios, no al revés. La imagen de Dios es construida por los seres humanos con lo mejor de sí mismos, como una proyección idealizada de sus mejores cualidades y aspiraciones, pero que ya no reconocen como propias. No hay más Dios que el ser humano. No hay más mundo que este mundo. No hay más Teología que la Antropología.
La tarea emprendida por Feuerbach
La tarea de Feuerbach fue reducir el mundo religioso a su fundamento terrenal, tomando conciencia del mismo como alienación. Feuerbach piensa que basta con comprender que la religión no es más que alienación del mundo humano, que se desdobla ilusoriamente, para superarla y reducir así el ámbito religioso al puramente terrenal.
La crítica de Marx a Feuerbach
Marx considera que la análisis de la religión de Feuerbach es insuficiente, porque no descubre las raíces de las que brota, las causas que la producen, ni la función que cumple. Esas raíces son, para Marx, la propia escisión interna del mundo terrenal, la miseria y explotación de la vida material de los seres humanos. La alienación religiosa brota de la alienación económica de la vida material, causada por la propiedad privada de los medios de producción, en la medida en que esta deshumaniza al ser humano reduciéndolo a un 'animal de carga' y sumiéndolo en la miseria de la explotación económica. En esa situación, el desdoblamiento religioso del mundo trae resignación y consuelo con la esperanza ilusoria de una vida futura. Por eso la religión no es más que 'opio del pueblo' que pretende hacer soportable la miseria terrenal.
La verdadera tarea según Marx
La tarea para Marx consiste en descubrir y desvelar críticamente la alienación económica de la vida material humana, 'comprender su propia contradicción interna', para poder así transformarla en la práctica, 'revolucionarla'. La alienación humana no desaparecerá si no se transforman realmente en la práctica las condiciones materiales que la provocan, que en definitiva es la propiedad privada. De nada sirve el descubrimiento teórico de que la religión es una alienación si no se revolucionan las condiciones materiales de las que nace.