Filosofía del Consumo: De la Clase Ociosa a la Búsqueda de Felicidad en la Hipermodernidad
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Las Raíces Sociológicas del Consumo: Veblen y Bourdieu
La teoría de Veblen, conocida como la teoría de la clase ociosa, plantea que los individuos no compran objetos por su utilidad intrínseca, sino porque, al exhibirlos, se les confiere un significado social. Este acto de consumo ostentoso sirve como un marcador de estatus y distinción.
Pierre Bourdieu retoma la idea de Veblen, argumentando que las cosas sirven para la diferenciación social. Ambas teorías se fundamentan en una lucha continua entre los individuos y los objetos. Cuando los objetos ordinarios están al alcance de todos, pierden su aura. Es decir, cuanto más inalcanzable es un objeto, mejor, porque más caro es y, por ende, más exclusivo. La mayoría de los objetos posee un simbolismo hedonista; estos se consumen con un fin concreto: la búsqueda de experiencias y sensaciones individuales. Por tanto, lo que antes se denominaba un consumo familiar, ahora se transforma en un consumo de clases.
Hiperconsumo: Características y Tendencias en la Sociedad Contemporánea
Las sociedades hipermodernas se enfrentan a la dimensión sensitiva de las sociedades consumistas. Según Jean Baudrillard, a través del consumo uno se siente vivo; lo que realmente importa es la experiencia sensitiva, ya que rompe con la rutina.
El hiperconsumo se caracteriza principalmente por el consumismo y la búsqueda de bienestar personal. La constante llegada de novedades fomenta la acción de compra, y el consumo se ha convertido en un imperativo continuo. Además, el hiperconsumo se distingue por su carácter dionisíaco (en la línea de Nietzsche), donde lo que realmente importa es la inmediatez y la actualidad (la idea del Carpe Diem).
Tendencias del Consumo Hipermoderno
También se distinguen dos tendencias principales:
- El consumo reflexivo: que analiza críticamente los patrones de consumo y sus implicaciones.
- El consumo caótico e impulsivo: desorientado y manifestado en tres figuras principales:
- Los toxicómanos.
- Las fashion victims.
- Aquellos con trastornos alimenticios (anorexia y bulimia).
El Significado Simbólico y Cultural del Consumo
El consumo posee un significado simbólico y cultural profundo. Los rituales de consumo configuran un cronograma vital, donde ciertas tiendas o espacios actúan como escenarios de rituales simbólicos. Desde el punto de vista antropológico, se realiza una mirada más intensiva al estatus de la práctica de consumo.
La Antropología del Consumo: Mary Douglas y Néstor García Canclini
Mary Douglas, quien fundó una subdisciplina sobre la antropología del consumo, planteó en su obra que “las mercancías son buenas para pensar”. Néstor García Canclini también retoma la idea de Douglas, enriqueciendo la comprensión de cómo los objetos y su consumo estructuran el pensamiento y la sociedad.
La Obsesión con el Tiempo en el Hiperconsumo
Asimismo, se plantea la idea del tiempo en relación con el consumo. El hiperconsumo está obsesionado con el tiempo: se siente una necesidad imperiosa por poseer un tiempo que no se tiene y se busca de cualquier manera. Incluso si se dispone de tiempo suficiente, la necesidad de este tiempo cronológico nunca será completamente satisfecha.
Consumo, Tiempo y la Paradoja de la Felicidad
En las sociedades de producción, Marx entiende la economía del tiempo en el ámbito laboral. La necesidad de optimizar el tiempo se ha extendido a todos los ámbitos de la vida (tiempo para pensar, trabajar, descansar, etc.).
El bienestar, entendido en los años 80 y 90, se relaciona con la idea de felicidad. Bajo ese rótulo de felicidad se engloba todo aquello marcado por el consumo: existe una necesidad de adquirir mercancías para obtener la felicidad, una felicidad que se basa en rasgos exógenos.
La Acumulación y el Miedo a la Escasez
Este concepto de felicidad presenta dos confrontaciones: por un lado, una cualitativa, referente a la acumulación de cosas y objetos. Dichos objetos no sobreviven a los individuos y no perduran en el tiempo. La acumulación de estos se basa en dos aspectos importantes: el miedo a la escasez de objetos y las pretensiones de lujo (según autores como Wolfgang Haug).
Además, se observa una “canibalización” de los objetos, que comienzan a ser enmarcados, a menudo como un conjunto de elementos que vienen en el mismo paquete. Todo esto se inicia con la aparición del escaparate y la exposición de los objetos.
El “Marco” y la Búsqueda Incesante de Felicidad
La idea del “marco” se convierte en un impulso de compra que, paradójicamente, garantiza la adquisición continua. Un ejemplo claro son las pulseras de Pandora, a las cuales se les añaden eslabones, y cada eslabón representa una cantidad de dinero que, al final, se convierte en una gran inversión.
La paradoja central de este consumo y compra constante es que, si bien con el consumo se busca el goce y el impulso de compra se realiza con la idea de adquirir felicidad, se consigue lo contrario: la felicidad plena nunca se alcanza, perpetuando un ciclo de insatisfacción.