Filosofía y Cristianismo: Pilares del Pensamiento Medieval y San Agustín
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La Filosofía y el Cristianismo en la Edad Media
El encuentro de la religión cristiana con la filosofía originó un tipo de pensamiento característico, decisivo para el desarrollo de la filosofía medieval. Los primeros filósofos cristianos, conocidos como Padres de la Iglesia por la ortodoxia de su doctrina y la santidad de sus vidas, sentaron las bases de esta nueva corriente. Un rasgo distintivo del pensamiento filosófico medieval fue la profunda reflexión sobre la relación entre razón y fe.
La Relación entre Fe y Razón
Por razón, los pensadores medievales entendían la capacidad natural del ser humano para conocer la realidad en sí misma. Junto a esta facultad humana, los pensadores cristianos plantearon la necesidad de reflexionar sobre el conocimiento del creyente. La verdad de la fe no puede conocerse solo con la razón natural, sino que exige un acto de confianza por parte del sujeto creyente, quien se fía de la Revelación divina y sobrenatural.
A juicio de estos pensadores, no hay incompatibilidad entre razón y fe por una razón sencilla: el mismo Dios es el creador del universo y de los seres racionales que lo habitan, y quien se ha revelado a la humanidad progresivamente en la historia, de manera definitiva en su Hijo, Jesucristo.
Así como el cosmos manifiesta la grandeza de Dios a través del firmamento, su orden, la naturaleza terrena y la multiplicidad de especies, así también la fe comunica al ser humano la grandeza de ese Dios y sus designios para la humanidad. Fe y razón no son incompatibles, pues ambas proceden de la misma fuente y persiguen el mismo fin: conocer la verdad sobre la realidad, el ser humano y la causa última de todo.
Grandes Temas de la Filosofía Cristiana
La filosofía cristiana compartió algunos intereses y temas con los filósofos paganos, procedentes, fundamentalmente, de las escuelas helenísticas. Sin embargo, el cristianismo impulsó el planteamiento de nuevos asuntos filosóficos que configuraron el marco teórico de la filosofía medieval:
- Relación entre Fe y Razón: La filosofía cristiana abordó esta cuestión desde sus inicios, afirmando que fe y razón son fuentes de conocimiento verdadero, aunque diferentes.
- Dios y la Creación: Para la fe cristiana, todas las cosas fueron producidas por Dios ex nihilo (a partir de la nada). La filosofía de la naturaleza griega, en contraste, desconocía esta noción de creación.
- El Ser Humano: Aunque el primer pensamiento cristiano tuvo un corte platónico, se distanció de este al situar la fe cristiana en Dios el origen y destino del alma, y al otorgar mayor dignidad al cuerpo humano (también creado por Dios). El cristianismo enfatizó la noción de persona, afirmando que todos los seres humanos poseen igual dignidad al ser hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza. La doctrina de la resurrección también resultó particularmente novedosa, y los pensadores cristianos afirmaron la inmortalidad del alma.
- La Moral: La moral cristiana sostiene que el ser humano encuentra felicidad a través de la sabiduría y la virtud, pero, además, está llamado a la felicidad perfecta. Para ello, precisa la acción salvífica de Dios mediante su gracia, la cual debe ser acogida libremente.
- La Política: Los pensadores cristianos reflexionaron acerca de la relación entre el poder civil y el poder religioso, sosteniendo la necesidad de una clara distinción entre ambos.
San Agustín de Hipona: Pensamiento y Legado
Agustín de Hipona no buscó construir un sistema filosófico cerrado, sino que concibió la filosofía como un proceso de aprendizaje y una búsqueda continua de la verdad que guía la práctica del bien y la consecución de la felicidad.
Tras su paso por el maniqueísmo, el escepticismo y el neoplatonismo, San Agustín encontró la verdad plena en la fe cristiana.
La Verdad y el Conocimiento Interior
Para él, solo existe una verdad, accesible por dos caminos complementarios: la razón (que nos acerca a ella parcialmente) y la fe (que la revela en plenitud). La fe, impulsada por la gracia divina, purifica y orienta la inteligencia hacia el conocimiento de las cosas inteligibles; la razón, por su parte, ayuda a profundizar en el contenido de la fe y proclama su credibilidad.
Para demostrar la existencia de la verdad, frente al escepticismo, San Agustín halló una certeza primaria de la que era imposible dudar: la propia existencia. Si fallor, sum ('Si me engaño, existo'). En efecto, se pueden poner en duda todos los juicios, pero no la propia existencia, que constituye el presupuesto incluso de la duda: no se podría dudar si no se existiera.
Según San Agustín, las verdades inmutables, universales y necesarias no se pueden encontrar en los datos sensibles, pues las realidades empíricas son cambiantes y contingentes. ¿Dónde hallar, entonces, esas verdades que anhela el ser humano?
El de Hipona descubrió el camino de la interioridad: para hallar las verdades últimas, el ser humano debía olvidarse del mundo externo y adentrarse en el alma humana. En ese proceso de interiorización se descubren las verdades eternas.
Ahora bien, estas verdades exceden por completo a la limitada y mudable razón humana. Por lo tanto, el ser humano no puede producirlas. San Agustín argumenta que es precisa una intervención especial de Dios, una iluminación divina, que proporcione estas ideas al ser humano.
San Agustín explica su teoría de la iluminación señalando que, así como el Sol ilumina las cosas corpóreas, Dios otorga luz a nuestra inteligencia para que capte las verdades eternas. Estas realidades suprasensibles a las que se refiere son, principalmente, Dios y el alma humana.
Para este pensador, las verdades eternas son el objeto de la sabiduría, entendida como el conocimiento que permite comprender la esencia de las cosas y que conduce, desde la propia interioridad, al conocimiento de Dios.
Dios y la Creación en el Pensamiento Agustiniano
Dios ocupa un puesto central en el pensamiento agustiniano, porque en Él se halla la verdad a la que aspira el ser humano y la felicidad a la que tiende.
La Existencia de Dios
San Agustín no pretendió elaborar pruebas sistemáticas que demostraran la existencia de Dios. Sin embargo, en sus escritos es posible encontrar diversos argumentos que tratan de probarla:
- Por el Orden y la Belleza del Mundo: El universo, en su conjunto, manifiesta no haberse hecho a sí mismo, sino haber sido creado; nos habla constantemente de su Creador. Desde los cuerpos mudables en el espacio y el tiempo, y las almas mudables en el tiempo, nos elevamos a un Ser inmutable.
- Por las Ideas o Verdades Eternas en Nuestra Mente: Como se ha indicado, las verdades eternas e inmutables no pueden provenir de nosotros mismos; solo pueden tener su origen en Dios, ya que solo Él es eterno e invariable.
La Esencia de Dios
San Agustín consideró que todos los nombres atribuidos a Dios son insuficientes para comprender su esencia. Era consciente de los límites del entendimiento humano y de su incapacidad para conocerla plenamente.
La Creación
San Agustín sostuvo que Dios creó todas las cosas ex nihilo (a partir de la nada), libremente y de acuerdo con unas ideas contenidas en la inteligencia divina. De modo semejante a como una obra de arte se contiene en la inteligencia del artífice antes de su realización, las esencias de las cosas se hallan como ejemplares o modelos en la mente divina antes de su creación.
Esta doctrina, inspirada en Platón, se denomina ejemplarismo. No obstante, mientras que para Platón las ideas existían separadas del Demiurgo y eran superiores a él, San Agustín sostiene que las ideas se encuentran en la mente divina, no se distinguen de Dios, son fuente del ser y la verdad de las cosas, y fundamento de la certeza y la ciencia.