La Filosofía de David Hume: Empirismo, Ética y Política
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La crítica a los conceptos de causalidad y de sustancia conduce a Hume al escepticismo y al fenomenismo. Una vez admitida aquella crítica, nada podría saberse sobre Dios ni sobre el mundo exterior o sobre el yo; de lo que haya más allá de la conciencia de uno mismo, solamente se puede tener creencia y no conocimiento. Solo conocemos las percepciones, la realidad que queda reducida a estas, a lo que se muestra, a meros fenómenos. No podemos conocer nada más, y de ahí el escepticismo que conlleva el empirismo de Hume.
Ética
Siguiendo la larga tradición racionalista e intelectualista desde Sócrates, Hume denuncia lo que se ha llamado falacia naturalista o pretensión de derivar de la naturaleza del hombre (ser), la virtud o el bien y el vicio o el mal (el deber ser). Hume establece que es, fundamentalmente, una cuestión de sentimiento. Por lo tanto, podemos dividir la doctrina moral de Hume en dos partes: la crítica al racionalismo moral y el emotivismo como fundamento de los juicios morales.
La ética o moral se ocupará de los juicios morales. Por ética entiende “el conjunto de juicios sobre la bondad o malicia de las acciones humanas”. El fundamento de estos juicios no es la razón. Cuando afirmamos que una acción es buena o mala estamos haciendo un juicio moral: si afirmamos que la acción es buena, la llevaremos a cabo; si es mala, decidiremos lo contrario. Ahora bien, la razón no puede decidir nuestro comportamiento, porque el conocimiento es de relaciones entre ideas y hechos.
En el primer caso, se trata de un conocimiento puramente intelectual, por ejemplo, las matemáticas. Es evidente que el conocimiento de las matemáticas no nos impulsa a ningún tipo de comportamiento.
En el segundo caso, los hechos no son juicios morales, sino solo hechos. El juicio lo hacemos en nuestro interior, en los sentimientos. Estos son los que aprueban o desaprueban un comportamiento.
Así pues, la percepción moral no es cuestión de la razón o del entendimiento, sino del “gusto” o de los sentimientos.
Que algo es bueno o malo no se puede afirmar mediante la razón. La razón no es la maestra de las pasiones, sino que la razón es la “esclava de las pasiones”.
La teoría moral de Hume es humanista y se aproxima bastante al hedonismo. El bien y el mal despertarán en nosotros el sentimiento de aprobación o desaprobación en virtud de la utilidad que tengan las acciones para la colectividad.
La conducta no se sigue tanto de la obediencia a principios o razonamientos como de la posibilidad de que se produzca un sentimiento de placer. No obstante, admite que hay una naturaleza humana común a todos los hombres que permite ciertas regularidades en la conducta, así como la aceptación de normas morales y sociales.
Política
Para Hume, la vida en sociedad es una organización positiva porque resulta útil. Y es útil porque nos proporciona fuerza, habilidad y seguridad. Este pragmatismo social aparece también a la hora de legitimar la institución política: el gobierno civil proporciona paz y seguridad. El fundamento de obedecer a la autoridad política reside en el interés, en los beneficios que sacamos de ello.