La Filosofía de Ortega y Gasset: Perspectivismo, Raciovitalismo y la Esencia de Ideas y Creencias
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Perspectivismo y Raciovitalismo en Ortega y Gasset
El perspectivismo, una corriente fundamental en el pensamiento de José Ortega y Gasset, comienza a delinearse con la publicación de Meditaciones del Quijote. A esta etapa pertenece la célebre frase: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Para Ortega, el «yo» individual está intrínsecamente inmerso en unas circunstancias específicas, desde las cuales actúa, interpreta la realidad y configura su proyecto vital.
Conocemos la realidad desde nuestras propias circunstancias, y esta percepción es, por naturaleza, intransferible. La verdad, en este marco, se construye progresivamente al unificar el mayor número de perspectivas complementarias posibles. Esta visión supera tanto el escepticismo, que niega la posibilidad de alcanzar la verdad, como el racionalismo, que impone una única perspectiva universal para todos.
El raciovitalismo, por su parte, emerge como una crítica a los excesos del racionalismo y al irracionalismo al que puede conducir el vitalismo. Esta doctrina impone la vida sobre el pensamiento, entendiendo que es precisamente el pensamiento lo que nos permite comprender y dar sentido a la vida. Propone, así, una razón intrínsecamente vinculada a la existencia: una razón vital.
Para Ortega, la vida humana es profundamente personal. Cada individuo debe actuar desde sus circunstancias y ejercer su libertad para ser responsable de su propia existencia y alcanzar una vida plena. Su frase «No vivimos para pensar, pensamos para poder vivir» encapsula esta idea, recogiendo la necesidad de la razón como herramienta esencial para vivir, actuar y «diseñar nuestra vida».
Ideas y Creencias: Una Distinción Fundamental
Las ideas, por su naturaleza heterogénea, llevaron a Ortega a establecer una clasificación crucial entre «ideas» y «creencias».
Las Ideas
Las ideas son aquellos pensamientos que construimos activamente y de los que somos plenamente conscientes. Las poseemos y las discutimos precisamente porque no nos sentimos totalmente inmersos en ellas. Son objetos de nuestra reflexión y análisis.
Las Creencias
En contraste, las creencias son ideas que tenemos tan profundamente asumidas que no sentimos la necesidad de defenderlas. Constituyen nuestra realidad más inmediata y, como tal, las tomamos sin cuestionarlas habitualmente. Las creencias conforman la realidad intelectual en la que vivimos; contamos con ellas de manera implícita y no sentimos la necesidad de formularlas explícitamente ni de justificarlas.
A diferencia de las ideas, que nosotros poseemos, las creencias nos poseen a nosotros, pues nos rodean y nos envuelven del mismo modo que lo hace el aire que respiramos. Son el sustrato de nuestra existencia.
La duda es la primera actitud reflexiva del ser humano que ha dejado de hacer pie en la realidad de una creencia y, por ende, se ve impelido a buscar la solidez de un nuevo asentamiento sobre el que vivir. Por lo tanto, cuando surge la menor duda sobre una creencia, esta deja de ser tal, ya que al reflexionar sobre ella, se convierte en una idea.
Las ideas son pensamientos y, como todo pensamiento, son reflexivas y críticas, lo que no nos permite vivir en ellas confortablemente establecidos. Somos capaces de morir por ellas, pero no de vivir de ellas.