La Filosofía de San Agustín: Antropología, Ética y Política
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El Pensamiento Filosófico de San Agustín: Antropología, Ética y Política
El legado de San Agustín de Hipona (S.A.) es fundamental para comprender la filosofía occidental. Su obra aborda la naturaleza del ser humano, la moralidad y la organización social desde una perspectiva profundamente teológica. A continuación, exploramos sus principales ideas en antropología, ética y política.
Antropología Agustiniana: La Naturaleza del Hombre
Para San Agustín, el Hombre es la obra maestra de la creación, cuyo fin último es Dios. Está creado a imagen y semejanza de Dios, y se compone de cuerpo y alma. San Agustín sostiene que el Hombre es el único ser que puede poseer un alma racional, lo que nos diferencia de los animales.
Características del Alma Humana
El alma, según San Agustín, posee las siguientes características:
- Constitución: Está formada por dos tipos de razón:
- Razón Inferior: Conoce únicamente las cosas sensibles y materiales.
- Razón Superior: Es capaz de contemplar las Ideas o Verdades eternas, y puede alcanzar la auténtica sabiduría gracias a la iluminación divina.
- Temporalidad: El alma es temporal porque ha sido creada y comenzó a existir en un momento dado, lo que niega su eternidad intrínseca. Al principio, San Agustín dudaba entre el creacionismo (Dios crea cada alma individualmente) y el traducianismo (el alma se transmite de padres a hijos). Inicialmente, optó por el traducianismo porque explicaba la transmisión del pecado original, pero finalmente se decantó por el creacionismo.
- Facultades: El alma posee tres facultades principales:
- Memoria: Nos permite saber quiénes somos.
- Inteligencia: Nos capacita para conocer.
- Voluntad: Nos impulsa a querer.
Relación Cuerpo-Alma en San Agustín
El alma es una sustancia espiritual, el principio que da vida al cuerpo. Sin embargo, es superior a este y no puede verse afectada por él, ya que el cuerpo es meramente un instrumento. Por ello, San Agustín defiende la resurrección de la carne, pues el cuerpo debe resucitar ya que sin él el ser humano estaría incompleto. La unión de cuerpo y alma forma un compuesto que constituye al Hombre.
Además, San Agustín niega la teoría platónica de que el alma haya sido colocada en el cuerpo como castigo por faltas cometidas. No obstante, para San Agustín, el cuerpo es la prisión del alma, de la que esta ha de liberarse para alcanzar su plenitud.
Ética Agustiniana: La Búsqueda de la Felicidad
La ética de San Agustín es eudemonista, lo que significa que el fin último del Hombre es la felicidad o beatitud (la plenitud del Bien). Esta felicidad solo puede encontrarse en Dios, y se alcanza gracias a la gracia divina.
San Agustín sostiene que el mal no reside en la materia, ya que esta ha sido creada por Dios, quien es sumamente bueno. En cambio, el mal es la ausencia de Bien, un concepto que toma de Plotino (el mal como privación). El mal nace del uso inadecuado del libre albedrío (la capacidad de obrar voluntariamente) que Dios nos ha otorgado. No surge de la ignorancia, por lo que el Hombre es culpable del mal, no Dios. La libertad es, entonces, la capacidad para hacer un buen uso del libre albedrío, lo cual requiere de la gracia divina.
Política Agustiniana: Las Dos Ciudades
Para San Agustín, en el mundo conviven dos realidades: la Ciudad de Dios y la ciudad terrenal. Cada individuo pertenece a una de ellas en función de si ama a Dios o se ama a sí mismo. En el presente, ambas ciudades están entremezcladas hasta que, en el Juicio Final, se separarán. Solo los miembros de la Ciudad de Dios, aquellos que aman a Dios, se salvarán.
No obstante, San Agustín argumenta que solo en un Estado cristiano puede haber verdadera justicia. La Iglesia debe transmitir los principios cristianos al Estado. San Agustín defiende la intervención de la Iglesia en la sociedad civil, un tema relevante en el contexto de movimientos como el donatismo.