El Flautista Misterioso: Un Cuento Oscuro y su Impacto en los Niños
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La historia, propia de un anciano que ha vivido más años de la cuenta, comenzaba así. Entonces danzaron, ya no caminaban ciegamente hacia el flautista como moscas en busca de la luz, ahora bailaban tan sincronizados que cualquiera diría que habían practicado la coreografía por semanas. Levantaban los brazos, agitaban la cabeza, meneaban los hombros y movían las piernas... El frío comenzaba a subir por el cuerpo de Near, desde los pies desnudos, hasta su columna, donde se convertía en un escalofrío.
—Entonces el flautista se unió a ellos, danzó guiándolos hacia las montañas. Por supuesto, los infantes le siguieron. El misterioso hombre saltaba, ellos saltaban, el hombre misterioso daba un giro, ellos giraban... Todos le seguían en una perfecta fila, mientras él continuaba danzando. Finalmente, salieron del poblado, y ellos ni siquiera miraron atrás cuando lentamente se fueron adentrando en los gigantes pinos y la hierba alta.
—Pero ¿qué les pasó después, qué pasó con los niños?—interrumpió una voz aguda. Near no alcanzaba a ver de quién se trataba, pero por la voz se hacía una idea de quién podía ser. Hame retomó la historia, sin molestarse en responder y tomando una nueva bocanada de aire.
—La tragedia no se hizo presente hasta el crepúsculo, cuando los adultos notaron el vacío en las camas de los niños, o en su defecto, las risas inundando la calle. Las madres lloraban, los padres salieron en búsqueda de unos niños que nunca volverían a aparecer. Muchos niños salieron despavoridos hacia sus camas, espantados por el cuento.
—Se dice que el flautista le quitaba la vitalidad a los niños, iba de pueblo en pueblo en busca de niños, en su desesperación por la juventud, dominando una técnica para robársela a los infantes. Near también salió despavorido, ocultándose en las cobijas.
—Niños, no tengáis miedo, es solo un cuento, solo intento reprenderos por no querer dormir a la hora —les intentó consolar—. ¿Queréis escuchar una canción para dormir? Hume se levantó del suelo y sacó de una bolsa una flauta. Near pudo conciliar el sueño, agotado y con la ligera sensación de haber escuchado esa canción antes.