El florecimiento de la literatura romana: oratoria, fábula, sátira y epigrama
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La Oratoria Romana y la Retórica (Cicerón, Quintiliano)
La oratoria se definía como el arte de la persuasión por medio de la palabra. Este género literario constituyó una de las manifestaciones más originales y fecundas del genio romano. Tenía una doble aplicación:
- El dominio de la oratoria era el medio más eficaz para imponer la propia voluntad y tener gran influencia sobre una masa que no sabía leer ni escribir.
- La oratoria era imprescindible en las causas judiciales, donde el abogado debía inclinar a su favor la voluntad de los jueces.
La oratoria llegó a ser uno de los géneros literarios más evolucionados. Las técnicas de la oratoria (la retórica) eran enseñadas en las escuelas por los rétores en la "enseñanza superior" de la época. Desde el punto de vista literario, había tres escuelas en el arte de la palabra:
- Escuela aticista: Defendía la sobriedad y la concisión en el discurso, a la manera de Lisias. En Roma, está representada por Lucio Calpurnio Pisón Cesonino (82-47 a. C.), Décimo Junio Bruto Albino (85-42 a. C.) y Catón de Útica (95-46 a. C.).
- Escuela asianista: Era partidaria de la abundancia, amplitud, fogosidad y estilo florido. Inspirada por los rétores de Asia Menor, Hortensio (114-50 a. C.). Esta tendencia consideraba la lengua como un sistema abierto.
- Escuela rodia: Manteniendo la amplitud, abundancia y brillantez del discurso, buscaba el equilibrio y el buen gusto. El principal representante en Grecia es Molón de Rodas, y en Roma, su discípulo, Cicerón.
El primer orador romano fue Apio Claudio el Ciego (siglo III a. C.). Escribió discursos en griego con fines de propaganda política. Catón el Censor (239-149 a. C.) escribió más de 150 discursos. El instrumento imprescindible para ello fue su capacidad de persuasión, demostrada con una oratoria combativa y virulenta, a la vez que brusca y concisa. Catón concebía el discurso como un todo en el que la expresión formal surge necesariamente del contenido. Durante el siglo II a. C., entra la influencia de la literatura griega. Los griegos elaboraron la retórica. En los años anteriores a la época de Cicerón, hay que citar a los hermanos Graco, líderes de la reforma agraria; sobre todo, a Cayo, y a los que Cicerón consideraba sus maestros: Marco Antonio y Lucio Licinio Craso. También destaca Hortensio, abogado brillante, de oratoria ampulosa.
Cicerón (106-43 a. C.)
Marco Tulio Cicerón nació en Arpino en el año 106 a. C. Recibió una educación completa en Roma y Grecia, y se dio a conocer al tomar valientemente la defensa de Sexto Roscio de Ameria, víctima de una sórdida maquinación. Fue elegido cuestor en 76 a. C. y ejerció este cargo en Sicilia. Siguió el cursus honorum: edil en 69 a. C., pretor en 67 a. C. y cónsul en 63 a. C. Su consulado está marcado por su acción y éxito contra la conjuración de Catilina. En el año 58 a. C., un tribuno de la plebe, Publio Clodio Pulcro, promulgó una ley contra Cicerón, quien consideró prudente exiliarse. Sus bienes fueron confiscados. En 57 a. C. vuelve a Roma ayudado por Tito Annio Milón. En 51 a. C. fue nombrado procónsul en Cilicia. Se agudizó la rivalidad entre César y Pompeyo. Cicerón tomó partido por Pompeyo. Derrotado Pompeyo en Farsalia (48 a. C.), Cicerón se retiró de la vida política, después de haber sido perdonado por César. En su retiro de Túsculo se dedicó a las letras y a la filosofía. Pero después del asesinato de César en 44 a. C., volvió a la acción. Se enfrentó al poderoso triunviro Marco Antonio, contra el que pronunció catorce discursos, de extrema violencia, a los que denominó Filípicas. Cicerón pagó con su vida este error político y fue asesinado en Formia en diciembre de 43 a. C.
Cicerón es el principal representante de la oratoria en Roma. El entusiasmo que sentía por su arte y su profesión de orador le llevaron a escribir obras como De inventione, De oratore (escrito en el año 55 a. C. en forma de diálogo, donde Cicerón expone las cualidades que deben adornar al orador), Brutus (un tratado escrito con motivo de la muerte de Hortensio en 50 a. C., en el que traza la historia de la oratoria romana hasta él mismo) y Orator (su obra culminante de retórica, en la que se une el conocimiento de las técnicas oratorias y la experiencia y madurez de un gran orador. En esta obra, Cicerón expone la teoría de los tres estilos: el sencillo, el moderado y el sublime).
El Orator describe también las fases de la elaboración de un discurso:
- Inventio: Recogida de materiales: hechos y argumentos a favor o en contra.
- Dispositio: Estructura del discurso de acuerdo con un plan.
- Memoria: El recuerdo de los elementos en el momento preciso.
- Elocutio: Exposición del contenido.
- Actio: La forma externa, acción, entonación, gesticulación, etc.
La estructura del discurso contiene estas cinco partes:
- Exordium: Introducción del discurso en la que se trata de captar la atención del auditorio con la exposición de motivos.
- Narratio: Exposición clara y breve de los hechos.
- Confirmatio: Argumentación.
- Refutatio: Rechazo de los argumentos del adversario.
- Peroratio: Parte final, de tono emotivo, donde el orador trata de inclinar a su favor la voluntad del auditorio o de los jueces.
Como abogado defensor destacan discursos como Pro Quinctio, Pro Roscio Amerino, Pro Archia poeta, Pro Sulla, Pro Murena, Pro Milone, los discursos Contra Verres, etc. Como político, sus arengas contra Catilina (Catilinarias), el Pro imperi Cnei Pompei, etc.
Fábula, Sátira y Epigrama (Fedro, Juvenal y Marcial)
Fedro (15 a. C. - 50 d. C.)
La fábula designa una narración en la que intervienen animales que, por ser considerados miembros del mundo de los seres animados, se equiparaban a los hombres. La fábula tiene raíz popular y parte de la contemplación de un mundo ingenuo con fin moralizante. Estas narraciones eran muy antiguas y más o menos anónimas. Muchas de ellas nacieron en Oriente y en Egipto, y fueron difundidas por comerciantes y esclavos entre los países del Mediterráneo. Esopo (siglo VI a. C.) fue el primero que les dio forma literaria. Escribió en prosa y es el modelo que siguió Fedro, aunque este empleó el verso.
Fedro nació en Macedonia hacia el 15 a. C. Llegó a Roma como esclavo de Augusto, quien le concedió la libertad, y murió en la época de Claudio, en el 50 d. C. Los personajes son animales que representan las costumbres, las virtudes y los vicios de los hombres, de la sociedad de su tiempo. Se acusa al poderoso que abusa del débil (el león), al astuto y mentiroso (la zorra), etc. Las fábulas de Fedro son narraciones sencillas, amenas y divertidas, y terminan con una moraleja que resume la enseñanza moral que trata de transmitir el autor. Se trata de una poesía de raíz popular, de fondo satírico, que refleja un mundo sencillo y natural, muy alejado de los dioses y de los héroes de la épica.
La Sátira
La sátira es un género literario romano. Los romanos crearon el poema satírico, que trata de corregir conductas burlándose de los defectos de las personas. Hay influencia de los griegos, de las enseñanzas callejeras de los cínicos y estoicos, que improvisaban epigramas, fábulas, parodias de poesías (diatribas). Cayo Lucilio (180-103 a. C.), quien pasa por ser el inventor del género, y Horacio llamaron sermones a las diatribas de los filósofos griegos. Lucilio emplea en la sátira la lengua viva de la conversación, a veces tomada del habla vulgar.
Horacio (65-8 a. C.)
Llama a sus sátiras sermones (charlas). Habla en ellas, con humor y fina observación, sobre la variedad de los temas tradicionales de la sátira romana, a los que añade otros de sus preferencias: el descontento de los humanos con su suerte, la secuela de normas de conducta, la avaricia de los captadores de herencias o las incidencias de la vida ordinaria. Se pueden distinguir tres direcciones: la autobiográfica, la moralizadora y la crítica literaria. Esta da preferencia al monólogo. La sátira florece en el siglo I d. C. Son autores representativos de esta época: Persio (34-62 d. C.) y Juvenal (60-140 d. C.).
Juvenal (60-140 d. C.)
Con Juvenal, el género satírico entra en el más crudo y pintoresco realismo dentro de un estilo declamatorio. Escribió 16 sátiras. Denuncia en ellas los abusos de los que es testigo: los vicios de los romanos y de las mujeres romanas, el envilecimiento de los poderosos en tiempos de Domiciano, la incomodidad de Roma, la miseria del pueblo bajo y de los intelectuales, la locura de los deseos humanos, y contrapone la pietas de los antiguos romanos y la probidad de estos. Juvenal es un agudo observador que capta y traslada con hiriente precisión el menudo rasgo inadvertido.
Marcial (40-104 d. C.)
Nació en Bílbilis (la actual Calatayud). Después de realizar sus estudios de gramática y retórica, sus padres lo enviaron a Roma (año 64). En Roma se vio obligado por la necesidad a formar parte del séquito de uno o varios amos, atado a ellos y viviendo a su merced. Pero, después de permanecer 34 años en Roma, cansado de la gran ciudad, regresó a su patria natal y vivió sus últimos años en una finca que le regaló Marcela, una admiradora.
Marcial transformó el epigrama en un arma de ironía y sarcasmo. No todos los epigramas son poesía satírica. Hay entre ellos también piezas de circunstancias, descripciones, agradecimientos y dos libros de dísticos: Xenia y Apophoreta. Pero aunque su sátira es violenta y mordaz, permanece un fondo espiritual, de buenas palabras, que revela un espíritu sincero y bienintencionado. Marcial es un escritor de primera calidad. Su genio se amoldaba al poema breve y satírico. Sin embargo, le faltaba esa fuerza moral para penetrar en las causas profundas de la decadencia romana y sacudir a una sociedad que se hundía en el vicio.
Edad Media y Renacimiento
Horacio fue un clásico desde el principio. La Edad Media solo prestó atención a las sátiras. En el Renacimiento tuvieron gran tradición las sátiras: Ariosto en Italia, John Donne y Pope en Inglaterra, y Boileau en Francia. El siglo XX no fue bueno para Horacio, ya que las sátiras y epístolas se han dejado algo de lado. Persio fue muy leído tras su muerte y en la Edad Media. La sátira moderna se escribe en prosa y pertenece a otro género literario. Juvenal fue modelo de satíricos en el siglo XVI, aunque se olvidó pronto. Marcial tuvo éxito inmediato. El Renacimiento lo relanzó. En España influyó en Quevedo, Góngora y Gracián.