Fomento del Hábito Lector: Estrategias y Modelos Didácticos en la Enseñanza de la Literatura

Clasificado en Lengua y literatura

Escrito el en español con un tamaño de 3,7 KB

Funciones del Hábito Lector y Modelos Didácticos

El hábito lector es un comportamiento estructurado donde la persona, de manera inconsciente, ha adquirido la competencia lectora. Para fomentar su creación, P. Cerrillo nos habla de la figura del mediador, cuyas principales funciones son:

  • Crear y fomentar hábitos lectores estables.
  • Ayudar a leer por leer.
  • Orientar la lectura extraescolar.
  • Coordinar y facilitar la selección de lecturas por edades.
  • Preparar, desarrollar y evaluar animaciones a la lectura.

Por otra parte, D. Cassany nos indica que debemos seleccionar libros para crear el hábito de lectura. Para esta selección, podemos considerar:

  • Temas: Los libros interesan a los primeros lectores por lo que dicen, más que por cómo lo dicen.
  • Personajes: La identificación entre el lector y algún personaje aumenta el interés.
  • Lenguaje: Es fundamental huir de la complejidad.
  • Aspectos formales: La iniciación a la lectura debe hacerse con libros atractivos.

La competencia literaria, desarrollada por el hábito lector, tiene como objetivo hacer de la lectura una fuente de conocimiento y de disfrute.

El Camino hacia la Competencia Literaria: Modelos Didácticos

Desde la Edad Media hasta nuestros días, el camino hacia la competencia literaria se puede distinguir en cuatro etapas, a las que corresponden modelos didácticos diferentes. A continuación, se presentan dos de ellos:

a) Modelo Retórico

Desde finales de la Edad Media hasta prácticamente el siglo XIX, el modelo de enseñanza de la literatura vigente se basó en la enseñanza de la elocución con fines profesionales y la retórica como medio para dominar el discurso. La lectura de los clásicos se convirtió en el referente moral y discursivo y en el objeto fundamental de enseñanza, en el arte del discurso. En las prácticas educativas, el modelo retórico consistió en el aprendizaje de un amplio repertorio de figuras y reglas y en la imitación de los clásicos: los textos clásicos grecolatinos fueron los modelos de buen decir y buen escribir.

b) Modelo Historicista

En el siglo XIX, surge la educación literaria moderna con la superación del modelo retórico y la consolidación del modelo positivista. Se concede una nueva función a la enseñanza de la literatura: la de crear una conciencia nacional con el conocimiento de los autores y obras más representativas de cada país. De esta forma, se construyó la historiografía literaria de dicho país, seleccionando y sancionando los autores y las obras que constituían su patrimonio cultural, el cual debía ser objeto de enseñanza en la formación escolar.

El fin último de la educación literaria lo constituía el conocimiento memorístico de la historia de la literatura, en orden cronológico desde sus orígenes hasta nuestros días. De esta forma, los contenidos que se implementaban en dicha educación eran:

  • Los movimientos literarios de cada época y sus características.
  • Los autores más representativos de cada movimiento y de cada género, junto con sus datos biográficos.
  • La enumeración de sus obras y los rasgos estilísticos más sobresalientes.
  • La lectura de algunos fragmentos representativos de esas obras.

Aún en la actualidad, en algunos manuales de bachillerato sigue presente esa huella historicista, pues, en cierto modo, forma parte de la tradición didáctica del bachillerato, se adecua a los saberes literarios de quienes enseñan literatura y es fácil de manejar en el aula.

Entradas relacionadas: