Formas Instrumentales del Clasicismo: Sonata, Concierto, Sinfonía y Más
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Formas Instrumentales del Clasicismo
Las formas instrumentales del Clasicismo reciben su nombre según el conjunto al que están destinadas:
- La sonata: Está escrita para un instrumento solista (generalmente el piano), o bien para piano y un segundo instrumento (violín, flauta, etc.).
- El trío, el cuarteto, el quinteto...: Denominan a obras escritas respectivamente para tres, cuatro, cinco... instrumentos. Entre estas combinaciones quedan fijadas algunas plantillas, como la del cuarteto de cuerda o el quinteto de viento.
- La serenata, el divertimento y la casación: Suelen estar escritas para un conjunto de tamaño medio (pequeña orquesta de cuerdas, banda de viento), para ser interpretados al aire libre.
- El concierto: Está escrito para un instrumento solista y orquesta.
- La sinfonía: Es una obra escrita para orquesta sinfónica.
La Sonata: Estructura y Características
La sonata es una de las formas más importantes del Clasicismo. Generalmente, consta de tres o cuatro movimientos:
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Primer movimiento (Allegro): Sigue un esquema con tres partes:
- Exposición: El compositor presenta dos temas. Uno enérgico, en la tonalidad principal, y otro más melódico, en la dominante o el relativo mayor.
- Desarrollo: Se establece un conflicto entre los dos temas, que son fragmentados, transportados, variados, etc.
- Reexposición: La tensión armónica se resuelve al volver a escucharse los temas iniciales en la misma tonalidad.
- Segundo movimiento (Andante o Adagio): Lento, suele ser más melodioso, utilizándose la forma lied, de estructura ternaria y carácter lírico.
- Tercer movimiento (Minueto o Scherzo): Tiene un carácter más desenfadado, generalmente en forma de minueto (danza de origen francés) o de scherzo (especialmente en el caso de Beethoven).
- Cuarto movimiento (Allegro o Presto): Se adopta casi siempre la forma rondó, que alterna un tema principal a modo de estribillo, en la tonalidad principal, con episodios en otros tonos.
En la sonata propiamente dicha, los compositores solían prescindir a veces de alguno de los cuatro movimientos canónicos, a su elección. El concierto nunca tiene minueto, quedando por tanto estructurado siempre en solo tres movimientos. Los divertimentos y serenatas, por el contrario, solían ampliar la secuencia habitual con algún movimiento adicional.