Francisco Goya: Vida y Obra del Maestro que Revolucionó la Pintura Española

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Francisco Goya: Un Genio Inclasificable

El aragonés Francisco Goya y Lucientes, pintor genial y difícil de encasillar, sirvió a cuatro reyes: Carlos III, Carlos IV, José Bonaparte y Fernando VII. Cultivó el Neoclasicismo y el Romanticismo, y a lo largo de su vasta producción, introdujo grandes cambios radicales en el mundo pictórico contemporáneo: la ligereza de su pincelada anticipó el Impresionismo; sus fantasías oníricas, el Surrealismo; y su desgarrado mundo interior, la temática Expresionista. Dominó todas las técnicas: mural, caballete, cartones para tapices, y todos los géneros: religioso, histórico y escenas costumbristas.

Primeros Pasos y Ascenso en la Corte

Con comienzos difíciles, se presentó dos veces al concurso de la Real Academia de San Fernando para una beca en Roma, pero fue rechazado y decidió ir por su propia cuenta. De regreso a Zaragoza, trabajó en la bóveda de la Basílica del Pilar y se casó con Josefa Bayeu. Su cuñado, Francisco Bayeu, pintor residente en Madrid, le aconsejó a Goya que fuera a la corte.

Rondando los 30 años, fue contratado por la Real Fábrica de Santa Bárbara para diseñar los cartones que sus artesanos convertirían en tapices para decorar dormitorios y comedores de las casitas del Príncipe de Asturias en El Escorial y El Pardo. La aristocracia madrileña le encargó obras divertidas para decorar salas de lectura y reunión. La Casa de Osuna le encargó obras religiosas, como los cuadros de la vida de San Francisco de Borja para la Catedral de Valencia. Goya ahondaría en la temática sacra.

El Maestro del Retrato

Goya no descuidó el género que lo auparía a la fama: el retrato. Realizó retratos colectivos, individuales de cuerpo entero, de busto, de pie, sentado, recostado y ecuestres, destacando los de la Condesa de Chinchón, la Marquesa de Pontejos y la Duquesa de Alba. Consiguió ser nombrado Primer Pintor de Cámara de Carlos IV, y realizaría su grupo familiar imitando la penumbra de Velázquez.

La Sordera y el Giro Artístico

Viajó a Sevilla, donde contrajo una enfermedad que lo dejó sordo total. Pasó la convalecencia en Cádiz. Cuatro años después, volvió a Andalucía para decorar el Oratorio de la Santa Cueva gaditana, y allí viviría seis meses como invitado de la Duquesa de Alba, en su palacio sanluqueño. Goya, ya cincuentón, gozó de la intimidad de la joven viuda Cayetana, a la que retrató como la Maja Vestida y la Maja Desnuda.

Pero la sordera y el destierro que sufrieron sus amigos ilustrados, al creer que la monarquía iba a perpetrar en España la abolición del Antiguo Régimen, marcaron un antes y un después en sus obras. Adoptaría dos orientaciones antagónicas: las amaneradas y plácidas pinturas frente a las espontáneas y desgarradas estampas de Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra y los cuadros de la Serie Negra.

Obra Gráfica: Crítica Social y Testimonio de Guerra

Su obra gráfica se inicia en 1799 con Los Caprichos, una forma de libro ilustrado para que sus grabados fueran comentados en tertulias. Es una sátira sin piedad de los vicios y debilidades de la sociedad: la concentración del poder, el abuso de los débiles, la ignorancia y la superstición.

La invasión napoleónica y la Guerra de Independencia quedan reflejadas en Los Desastres de la Guerra y en los cuadros históricos de las jornadas del 2 y 3 de mayo de 1808 en Madrid. Recoge las espantosas impresiones de la contienda y la crueldad de ambos bandos. Goya representa La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol, mostrando la violencia del estallido del conflicto ante la caballería africana que auxiliaba a Napoleón, y Los fusilamientos del 3 de mayo, que ilustra la represión francesa a los patriotas. Goya también se reflejó en la tauromaquia.

La Quinta del Sordo y las Pinturas Negras

Este espejismo se quiebra con otra enfermedad del pintor. Sano, en 1819 compró una finca en la ribera del Manzanares, a la que llamó "La Quinta del Sordo". Allí, de noche, a la luz de unas velas que él mismo colocaba, decoró las paredes con un mundo de brujas, machos cabríos y el Duelo a garrotazos. Estas son las expresionistas Pinturas Negras.

Reflejo de esta misma desazón son los grabados de su última serie: Los Disparates, una colección de pesadillas que refleja lo absurdo de la existencia.

Exilio y Legado Final

En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis restauraron la monarquía absoluta de Fernando VII. Goya retrató al rey, pero sentía miedo. Fue acusado de obsceno ante el Santo Oficio por La Maja Desnuda. La situación era incómoda y buscó el exilio en Francia, donde todavía tuvo tiempo de pintar La Lechera de Burdeos, el adelanto más claro del Impresionismo.

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