El Franquismo: Neutralidad Española y Consolidación del Régimen (1939-1959)
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España durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
El predominio de los falangistas en los años iniciales del régimen hizo que se denominara "etapa azul" al periodo comprendido entre 1939 y 1945.
La Institucionalización de la "Democracia Orgánica"
El régimen inició su consolidación institucional a través de una serie de leyes en 1942. Este fue el primer paso hacia la denominada "democracia orgánica", en la cual los representantes no se elegían mediante sufragio universal, sino por medio de la familia, el municipio y el sindicato. En 1945 se promulgó el Fuero de los Españoles, que estableció un conjunto de libertades individuales y colectivas.
En cuanto a la política exterior, en un primer momento el gobierno adoptó una posición de neutralidad. Las victorias alemanas de 1940 levantaron grandes entusiasmos y alimentaron la creencia en el triunfo final del Eje. Ramón Serrano Suñer impuso una política de acercamiento político y económico hacia las potencias fascistas. No obstante, Franco nunca quiso dar el paso definitivo. En 1943, con el cambio de signo de la guerra, la actitud del Gobierno español empezó a virar hacia una política de verdadera neutralidad.
Consolidación del Franquismo (1951-1959)
A partir de 1947, el panorama internacional empezó a despejarse. Este cambio fue propiciado por el inicio de la Guerra Fría y la política de bloques que enfrentó a Estados Unidos (EE. UU.) y la Unión Soviética (URSS). La firma de un concordato con el Vaticano en 1953 significó la legalización de la alianza entre ambos Estados desde el comienzo de la Guerra Civil. Así, España, en 1955, ingresó en las Naciones Unidas.
Hasta 1957, existió un equilibrio entre el catolicismo político y los falangistas. A partir de aquella fecha, este equilibrio se rompería con la llegada al gobierno de los tecnócratas, al frente de los cuales estaba Laureano López Rodó. Este nuevo equipo ofreció un programa económico alejado de la Falange, que tuvo su máxima expresión en 1959 con el Plan de Estabilización. El Estado asumió las ideas del Movimiento Nacional; se trataba de evitar cualquier veleidad de aperturismo político, ya fuera de tendencias monárquicas o tradicionalistas. A partir de este momento, comenzó la divergencia en el devenir político del régimen.