Fuentes de energía en España: Producción, consumo y políticas energéticas

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Fuentes de energía en España

Las fuentes de energía son recursos que proporcionan energía útil para las actividades humanas. La sociedad actual necesita una disponibilidad continua de energía, recurso esencial para el desarrollo económico y el bienestar social.

1. Importancia del sector energético

La importancia del sector energético se analiza desde perspectivas económicas, sociales, medioambientales y geopolíticas. Económicamente, tiene una participación importante en el PIB (en España, alrededor del 5%), asentando el crecimiento económico moderno: sin energía no hay desarrollo económico. Históricamente, las fuentes de energía influyeron en la localización industrial (industrias en regiones carboníferas). Hoy, la facilidad de transporte de energía ha liberado a la industria de esa dependencia. El consumo energético indica el grado de desarrollo de un país. Las fuentes de energía son esenciales, pero producen impacto ambiental (emisiones de carbono, residuos radiactivos...). Este impacto depende del tipo de proceso de obtención y la tecnología usada. Las políticas energéticas se ven condicionadas por la presión social y los compromisos internacionales (Protocolo de Kioto). El sector energético tiene gran importancia geopolítica y geoeconómica. La desigual distribución de recursos naturales determina la dependencia exterior (crisis del petróleo de los 70 o cortes del gas ruso a Europa).

2. Principales fuentes de energía

Para obtener energía, necesitamos fuentes de energía clasificadas en:

  • Energías renovables (inagotables, regeneradas por la naturaleza): energía hidráulica, solar, eólica, geotérmica, biomasa y oceánicas.
  • Energías no renovables (recursos limitados que se agotan): combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) y combustibles nucleares (uranio y plutonio).

Las fuentes de energía primaria (obtenidas directamente de la naturaleza) se transforman en energías secundarias utilizables (electricidad, combustibles...).

2.1 El carbón

El carbón fue la fuente de energía más utilizada en España hasta los años 50, sustituido progresivamente por el petróleo. A pesar de ello, sigue siendo importante. Actualmente, la producción nacional no cubre el consumo interno. Se usa para la producción de electricidad en centrales térmicas y como materia prima en siderurgia y cementeras. Se recurre a importaciones (Australia, Sudáfrica, Rusia y Ucrania). Las principales zonas mineras son la astur-leonesa (Asturias, León y norte de Palencia), Sierra Morena (Córdoba, Ciudad Real), Cataluña-Aragón (Teruel) y Galicia.

2.2 Los hidrocarburos

El petróleo (50%) y el gas natural (25%) son las fuentes de energía primaria de mayor consumo como combustible (transporte, industria, usos domésticos), en la producción de electricidad y como materia prima en la industria petroquímica (abonos, plásticos, detergentes...). A partir de los años 60, el petróleo fue la principal fuente de energía por su menor coste y mayor poder energético respecto al carbón, siendo fundamental en el desarrollismo español. Su inestabilidad, la limitación de reservas y su carácter contaminante llevan a su sustitución por el gas natural y otras energías. El gas natural es de reciente introducción en España, pero con gran expansión ante las dificultades de otras fuentes (subida de precios del petróleo, moratoria nuclear, problemas del carbón...) y sus ventajas en eficiencia en la producción de energía eléctrica (centrales de ciclo combinado) y menor impacto ambiental. La producción nacional de hidrocarburos es mínima (pozos de La Lora (Burgos) y de gas en Andalucía atlántica (Poseidón, Marismas)). La diferencia entre producción y consumo obliga a importar grandes cantidades (petróleo: Oriente Medio, Nigeria, México, Rusia...; gas natural: Argelia, Nigeria y Egipto). Hay que añadir las necesidades de almacenamiento y transporte (Bilbao, Valencia, Barcelona, Madrid).

2.3 La energía nuclear

Las centrales nucleares producen electricidad mediante la energía liberada —mediante la reacción nuclear de fisión— en el núcleo de átomos de uranio enriquecido. El calor generado produce vapor de agua que, similar a las centrales térmicas de combustibles fósiles, acciona un grupo turbina-generador para producir energía eléctrica. Actualmente hay ocho centrales nucleares operativas en España (Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Santa María de Garoña, Trillo y Vandellós II), estando las más antiguas al borde de su vida útil. Aportan casi el 50% de la energía primaria producida en España y cubren el 15% del consumo energético español. El desarrollo de la energía nuclear en España estuvo vinculado a disminuir la dependencia del petróleo tras la crisis de 1973. Sin embargo, desde 1984 el gobierno paralizó su expansión (la “moratoria nuclear”) por razones financieras y la oposición pública ante los riesgos. En los últimos años, resurge el debate sobre la conveniencia de apostar por la energía nuclear ante el creciente consumo de energía, el aumento de los precios del petróleo y la necesidad de reducir las emisiones contaminantes de las centrales térmicas convencionales. Sin embargo, hay un fuerte rechazo social por el peligro de escapes radioactivos (Chernóbil, 1986) y la gestión de residuos radiactivos. No se plantea la construcción de nuevas centrales (de elevado coste y largo periodo de construcción), sino la prolongación de la vida útil de las actuales (Garoña).

2.4 La energía hidráulica

La energía hidráulica aprovecha la energía de la corriente de los ríos (desnivel natural o mediante presas) para mover turbinas y producir electricidad. En España, su utilización está bastante desarrollada, aunque ha perdido peso relativo. Durante años fue la principal fuente de electricidad, pero a partir de 1950 ha sido sustituida progresivamente por la energía térmica, la nuclear y otras fuentes renovables. La hidroeléctrica sigue siendo importante en España. Actualmente hay 1300 centrales —la mayoría minihidráulicas— de las que solo 10 reúnen el 28% de la producción nacional. Las grandes centrales se localizan en el norte, en embalses de ríos caudalosos (Sil, Duero, Tajo y Ebro). Su producción oscila dependiendo del año hidrológico, aunque la potencia instalada se mantiene constante desde los años 90. Entre los aspectos positivos destaca que es limpia, renovable y se produce de forma instantánea, aunque irregular, al estar supeditada al caudal de los ríos. En contra, hay que señalar el elevado coste inicial de las centrales hidroeléctricas y los impactos ambientales y sociales causados por la construcción de infraestructuras.
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Actualmente la tendencia es construir minicentrales hidráulicas, de poca potencia (menos de 10 megavatios), que utilizan el caudal de pequeños ríos y permiten llevar electricidad a lugares apartados, además de ser más respetuosas con el medio ambiente.
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2.5 Las energías alternativas

La utilización de fuentes de energía alternativas a las convencionales arranca de la crisis del petróleo. Estas energías, aunque cuantitativamente tienen hoy una importancia relativa, jugarán un papel importante a medida que mejore su desarrollo tecnológico y se agoten las reservas de energías fósiles. Frente a las fuentes convencionales, las energías alternativas ofrecen la ventaja de ser inagotables, menos agresivas con el medio ambiente y tener una elevada dispersión en el territorio, favoreciendo el autoabastecimiento energético. Por el contrario, entre sus inconvenientes destacan la carestía de sus instalaciones, la dificultad en su almacenamiento y su discontinuidad, al depender de las condiciones climatológicas. Existen diferentes fuentes: eólica, solar, biomasa, geotérmica y marinas.

  • La energía eólica emplea la fuerza del viento para mover aerogeneradores que producen energía eléctrica. Por su baja producción, es preciso reunir aerogeneradores en grandes parques eólicos.
  • La energía solar aprovecha la luz y el calor del Sol para transformarlos en energía térmica o eléctrica. Puede hacerse por dos vías: térmica (colectores planos, concentradores cilindro-parabólicos, centrales termosolares) y fotovoltaica (paneles fotovoltaicos, agrupados en huertos solares).
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  • La biomasa se basa en el aprovechamiento de la materia orgánica, procedente de cultivos energéticos o de residuos (forestales, agrícolas, ganaderos o urbanos) para obtener energía por combustión directa (para producir calor o generar electricidad en centrales de biomasa) o por transformación en biogás y biocombustibles (biodieses, etanol).
  • La energía geotérmica (utilizando el calor acumulado en la corteza terrestre) y las energías marinas (aprovechando la energía de olas, mareas y corrientes marinas) aún están en fase experimental en España.

La producción y consumo de este tipo de energías ha aumentado en los últimos años en España (gracias a las ayudas públicas), convirtiéndose las energías renovables en una parte importante del mix eléctrico nacional. Aportan casi un 30% de la energía eléctrica consumida, pero todavía no alcanzan el 8% del total del consumo de energía primaria. España presenta condiciones naturales favorables y cuenta con un nivel industrial avanzado en el desarrollo y comercialización de estas tecnologías. España tiene posiciones de liderazgo en el desarrollo de tecnologías eólicas y solares: es el tercer país del mundo en capacidad instalada en energía eólica, después de Estados Unidos y Alemania; en energía solar, el segundo, después de Alemania. Las empresas españolas son punteras a nivel mundial en estas tecnologías, con un importante papel en los mercados de Estados Unidos, China o India. Desde el punto de vista de la distribución espacial, las energías renovables están desigualmente implantadas en España. Castilla y León (energía eólica) y Andalucía (energía solar) lideran la implantación de energías renovables. También es notable su desarrollo en Navarra, Castilla-La Mancha, Galicia y Cataluña.
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2.6 La electricidad como forma de aprovechamiento energético dominante

Las fuentes de energía primaria no pueden utilizarse directamente, sino que necesitan ser transformadas en formas de energía utilizables, como la electricidad o los carburantes. La electricidad, una de las formas más usuales de consumo de energía, es una fuente de energía secundaria, generada a partir de otras fuentes de energía primaria. En España, más de la mitad de la producción eléctrica se obtiene en centrales térmicas clásicas, que utilizan carbón, gas natural o petróleo para calentar agua y generar vapor a presión con el que mueven turbinas conectadas con un generador eléctrico. Estas centrales tienen importantes repercusiones ambientales (residuos y emisiones a la atmósfera). Recientemente están viviendo una gran expansión las centrales térmicas de gas de ciclo combinado, por su alto rendimiento y menor impacto ambiental. La aportación de las energías renovables alcanza ya más de una cuarta parte de la producción eléctrica. Entre estas destacan la energía eólica (13% en 2009) y la hidráulica (en torno al 10%), con oscilaciones dependiendo del año hidrológico. El resto (menos de un 20%) procede de las centrales nucleares. La distribución espacial de la producción responde a factores específicos de localización de cada tipo de centrales eléctricas. Las térmicas se concentran en las principales zonas productoras de carbón. Las de petróleo o gas natural se localizan en áreas costeras o en zonas próximas a los grandes centros de consumo. Las nucleares se dispersan por el territorio con un predominio de lugares de baja densidad de población y abundancia de recursos hídricos. Las basadas en energías renovables se distribuyen en función de las condiciones naturales: centrales termosolares en el sur (Andalucía y Extremadura), hidroeléctricas en los ríos caudalosos del norte… En cuanto al mapa de consumo eléctrico, este refleja el volumen de población, su nivel de bienestar, la intensidad de la actividad económica y la distribución espacial de la industria. Los niveles más altos de consumo se dan en Madrid, Barcelona, País Vasco y los ejes mediterráneo y del Ebro. El consumo es menor en regiones poco industrializadas y con población menos numerosa (las dos Castillas y Extremadura). De estos desequilibrios espaciales entre producción y consumo se deriva que Castilla y León, junto con Extremadura, sean las regiones españolas que más energía eléctrica exportan, seguidas de Galicia, Murcia, Aragón y Castilla-La Mancha. En el otro lado, Madrid, País Vasco, Cataluña, Andalucía, Cantabria y Comunidad Valenciana son deficitarias en energía eléctrica.
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Origen de
la electricidad
en España

Fuente: El País, 27-7-2008

3. Producción y consumo de energía en España

3.1 Evolución del consumo energético en España

El consumo de energía primaria en España alcanzó 142 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo) en 2008, lo que supone 3 Tep por habitante, un consumo relativamente importante, propio de un país desarrollado, aunque está muy lejos de EE.UU. (3,3 veces más por habitante) o de Alemania (1,8 veces más). Este elevado consumo es relativamente reciente y tiene que ver con la industrialización del país y el nivel de renta de los españoles, que han adoptado pautas consumistas semejantes a cualquier otra sociedad desarrollada (electrodomésticos, vehículo privado, calefacción) que conllevan un gasto energético considerable.

a. Crecimiento del consumo energético

En el último medio siglo, el consumo de energía ha experimentado un crecimiento ininterrumpido, derivado de las necesidades impuestas por el proceso industrializador a partir de 1960, la mejora del nivel de vida y el consumo doméstico, la rápida motorización del transporte y la mecanización agraria... Este crecimiento solo se quiebra como consecuencia de la crisis del petróleo de los 70, que ralentiza el consumo durante los años 80, para, desde entonces, recuperar su trayectoria ascendente como consecuencia del crecimiento económico registrado. La actual crisis económica ha hecho retroceder ligeramente el consumo energético español.
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b. Composición del consumo energético

A lo largo del siglo XX ha ido cambiando el predominio y la importancia de las fuentes energéticas utilizadas en España, distinguiéndose tres fases temporales: hasta hace medio siglo, el carbón era la base principal de la energía consumida; desde entonces esa primacía pasó al petróleo; y a partir de las crisis energéticas de los años 70 se inicia la expansión de la energía nuclear y la búsqueda de energías alternativas al petróleo (gas natural y energías renovables). En la actualidad, el consumo de energía primaria en España se basa en más de un 80% en fuentes de energía fósil, especialmente hidrocarburos. El petróleo, a pesar del descenso de su participación relativa en el consumo global de energía (en 1973 suponía casi el 73%), sigue siendo la fuente más importante —aún supone cerca de la mitad de la energía consumida en España, el 48%—, y en términos absolutos el consumo de energía procedente del petróleo ha experimentado un fuerte crecimiento desde finales de los ochenta, de forma que en nuestro país sigue existiendo aún hoy una gran dependencia respecto a este tipo de energía. Más alejados están el consumo de gas natural (24%), que ha experimentado un fuerte incremento en las últimas décadas, y de carbón (10%), cuyo consumo sigue descendiendo. El consumo de energía primaria se completa con la energía nuclear (11%), cuya expansión se frenó a finales de los ochenta con la moratoria nuclear, y con las fuentes de energía basadas en recursos renovables (7,6%), que van aumentando su presencia, pero con un crecimiento muy lento.

3.2 Desequilibrios entre producción y consumo: dependencia energética

Lo primero que destaca al observar el balance energético de España es la enorme diferencia entre el consumo (142 MTep) y la producción interna (30 MTep), que obliga a importar cerca del 80% de la energía consumida. Ante la escasa presencia de combustibles fósiles en el subsuelo nacional, España solo consigue autoabastecerse en energía nuclear y en energías renovables, teniendo que importar la casi totalidad del petróleo y del gas y 2/3 partes del carbón utilizado. Esta dependencia energética supone un doble problema: por un lado, ocasiona un fuerte déficit comercial que afecta a la balanza de pagos; y por otro, expone a la economía y sociedad española a una gran vulnerabilidad frente a cualquier crisis y ante las decisiones políticas y económicas de otros países. Los países abastecedores de fuentes de energía (Golfo Pérsico, Magreb, Rusia...) tienen en muchos casos una problemática social y política comprometida.
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3.3 Producción y consumo en Castilla y León

El rasgo más destacable del sector energético en Castilla y León es el alto grado de autoabastecimiento que posee esta comunidad, pues produce cuatro quintas partes de la energía que consume. La composición de la producción castellano-leonesa es distinta de la del conjunto de España. Casi la mitad de la producción regional de energía primaria procede del carbón, seguida por la energía nuclear (mayoritaria en España). A continuación aparecen la energía eólica y la energía hidráulica, que, aunque representan una proporción relativamente escasa en el conjunto de la producción regional, aportan una quinta parte de la producción nacional de estas fuentes renovables. El carbón se extrae sobre todo en las cuencas mineras del Bierzo y norte de León y en el norte de Palencia; junto a las zonas mineras están establecidas centrales termoeléctricas, como la de Compostilla (León). La energía hidroeléctrica se ubica sobre todo en el Duero (Ricobayo, Almendra, Aldeadávila...). El escasísimo petróleo que se produce se localiza en el norte de Burgos (Ayoluengo), donde está también la única central nuclear de la Región (Garoña), y la energía eólica predomina sobre todo en las provincias de Burgos y Soria.

  • La distribución del consumo de la energía —muy reducido respecto al total nacional— sigue un patrón similar al español: los productos petrolíferos y el gas natural totalizan las cuatro quintas partes del consumo. Les siguen el consumo de la electricidad y, finalmente, el carbón.
  • Respecto a la energía eléctrica, Castilla y León es una región excedentaria, consumiendo solo una parte de la electricidad que produce. Sin embargo, apenas se beneficia de estos recursos, ya que la energía es traficable y el precio del kilovatio es el mismo independientemente de la distancia del consumidor a la central que genera la energía. Además, las empresas propietarias de las centrales eléctricas (Endesa, Iberdrola, Gas Natural, etc.) tienen su sede social fuera de la región, en Madrid, Bilbao o Barcelona…

3.4 Política Energética Nacional (PEN)

La energía es imprescindible para el desarrollo económico y el bienestar social, y es preciso asegurar su disponibilidad. Hoy en día el abastecimiento de energía en España depende, en gran medida, de los recursos energéticos fósiles, lo que conlleva una fuerte dependencia exterior con la consiguiente inseguridad en el abastecimiento y la reducción de la competitividad económica y notables implicaciones medioambientales. Para responder a estos desafíos, los gobiernos, desde hace décadas, ordenan y planifican la política energética. En nuestro país esta política se concreta en los denominados Planes Energéticos Nacionales (PEN) y en los Planes de Energías Renovables (PER), condicionados por las directivas de la UE, que marcan la política energética española. Los principales objetivos de estos planes son:

  • Asegurar el abastecimiento energético, diversificando los países proveedores y las fuentes energéticas —evitando la excesiva concentración en el petróleo con una mayor utilización del gas natural y de las energías renovables—.
  • Mejorar la eficiencia energética en las industrias, la edificación y el transporte, impulsando el ahorro energético.
  • Reducir los impactos sobre el medio ambiente, disminuyendo las emisiones contaminantes. Para ello se fomenta el uso de energías renovables, el desarrollo de tecnologías más limpias y el uso más eficiente de la energía. A ello nos obligan los compromisos del Protocolo de Kioto y los de nuestra pertenencia a la UE.

Los sucesivos Planes Energéticos han tenido efectos positivos, aunque bastante limitados. Se ha logrado avanzar en la diversificación, disminuyendo la dependencia del petróleo, sustituido en buena parte por el gas natural. Asimismo, se ha incrementado la utilización de energías renovables, aunque de forma insuficiente: el consumo de energía procedente de fuentes renovables está lejos del objetivo previsto del 12% para el 2010 (Plan de Energías Renovables), y no tiene fácil alcanzar el más ambicioso del 20% en el 2020 (Directiva de la Comisión Europea). No obstante, el desarrollo del PER ha sido superior al previsto para las áreas de generación eléctrica (especialmente en fotovoltaica y eólica) y biocarburantes. Sin embargo, el consumo de energía ha seguido aumentando por encima de lo previsto —especialmente en los últimos años de gran crecimiento económico—, sin que se haya logrado la eficiencia energética deseada, y están muy lejos de cumplirse los compromisos relacionados con la reducción de los impactos ambientales. Las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido de forma considerable en el sector eléctrico, pero el lastre del transporte nos aleja del compromiso del Protocolo de Kioto de aumentar estas emisiones en España un máximo del 15% con respecto a las de 1990.

Latifundio: propiedad agraria de más de 100 hectáreas. En España ocupa un 50% de las tierras y solo el 0,8% de los propietarios. Predomina en Andalucía, Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura. Su origen se remonta a los repartos de tierras durante la Reconquista. Se consolidó con las desamortizaciones del XIX y ha supuesto cultivos extensivos, bajos rendimientos... Actualmente algunos se están convirtiendo en empresas agrarias capitalistas. Minifundio: pequeña propiedad agraria de menos de 10 hectáreas. En España supone solo el 10,5% de la tierra y el 52,3% de los propietarios. Es predominante en el norte peninsular, en zonas de la costa mediterránea y algunas provincias de Castilla y León. Dificulta la modernización, mecanización e implantación de una agricultura de mercado al proporcionar bajos beneficios. Monocultivo: espacio agrario dedicado a un solo cultivo (trigo o cebada en Castilla). Cortijo: tipo de poblamiento rural tradicional de las vegas y campiñas andaluzas. Tiene un carácter disperso e intercalar, en el que la casa, integrada por varios edificios ordenados entorno a un patio, está rodeada de las tierras agrarias de explotación latifundista (más de 100 hectáreas). Open field: campo abierto que establece límites materiales de separación entre las parcelas que se diferencian por el tipo de cultivo. El paisaje agrario de un campo abierto presenta la imagen de un gran mosaico parcelario con diferente coloración y distintos tamaños (indican diferentes cultivos o momentos del cultivo si se trata del mismo (suelo labrado, siembra, recolección)). Los campos de cultivo cerealista tradicionales en la Meseta de Castilla y León. Bocage: campo cerrado que presenta siempre una separación entre las parcelas, mediante la utilización de setos o de cercas de piedra. Este tipo de paisaje se presenta como una retícula, muchas veces irregular, que se adapta a aspectos relacionados con factores físicos (relieve, clima, vientos). También pueden cercarse para proteger las parcelas de la entrada de ganado. En España predominan en la cornisa Cantábrica, las penillanuras zamoranas y salmantinas, y algunas zonas montañosas del Sistema Central. Establecimiento: forma de ganadería que implica la cría de ganado agrupado en un establo o nave. Suele relacionarse con la ganadería intensiva ligada a su alimentación con piensos compuestos industriales y con especialización en leche o carne relacionada con la industria (la ganadería porcina o la ganadería bovina de leche). Crea muchos residuos. Dehesa: paisaje agrario mediterráneo compuesto por un bosque aclarado, de encina o alcornoque, en el que se lleva a cabo un aprovechamiento agro-ganadero. Las dehesas han tenido una orientación ganadera, aprovechando sus pastos y sus frutos arbóreos, pudiéndose además cultivar cereal en régimen extensivo. También era frecuente que se aprovechara la madera y el corcho del alcornoque. Constituyen un paisaje humanizado de gran valor ecológico, ejemplo de una explotación sostenible, que reviste especial importancia en el oeste peninsular, Extremadura, Zamora y Salamanca. En la actualidad predomina la ganadería extensiva (cerdo ibérico, toro de lidia...) y la caza.

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