Las fuerzas subjetivas y objetivas en el origen y evolución del Estado de Bienestar

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Las fuerzas “subjetivas” y “objetivas” en la génesis y desarrollo del Estado de Bienestar

Fuerzas subjetivas

  • Sectores de la burguesía: Ciertos sectores de la burguesía, los más lúcidos, pensaban en la supervivencia del sistema capitalista a medio y largo plazo. Llegaron a la conclusión de que la cuestión social, el conflicto social, ponía en peligro el orden socioeconómico capitalista. Por lo tanto, había que hacer reformas para asegurar su supervivencia. Estas reformas implicaban hacer concesiones a los trabajadores. Estos sectores más lúcidos se adelantaron a los propios trabajadores proponiendo esas reformas.
  • Movimiento obrero: Se separa en dos alas: el ala reformista y el ala revolucionaria. El ala revolucionaria era la dominante, y trataba de hacer una revolución. Sin embargo, es el ala reformista el que acepta las reformas que mejoran las condiciones de los trabajadores y ayuda a salir poco a poco del pauperismo. Por ello, el cambio viene dado por el ala reformista y por la burguesía.

Fuerza objetiva

Es una fuerza ciega que responde a la propia lógica del desarrollo del capitalismo. Con el capitalismo de grandes empresas empiezan a necesitarse infraestructuras físicas y sociales para su expansión, como sistemas de comunicación, vías férreas, etc. Estas estructuras las proporciona el Estado, ya que es el que tiene los recursos necesarios. El capitalismo va a necesitar que el Estado esté presente en la propia actividad económica. Además de las estructuras físicas, se necesitan estructuras sociales que atiendan fundamentalmente a desarrollar una clase trabajadora formada para el necesario desarrollo de esa clase, para que esté a la altura de las necesidades que el capitalismo requiere. Esta formación la imparte el Estado. El mantenimiento de la salud de los trabajadores también es importante, ya que unos trabajadores sanos son trabajadores productivos. Por lo tanto, el desarrollo de los sistemas de salud se termina por imponer.

El “pacto social keynesiano”

En el periodo de la edad dorada o los treinta gloriosos, aparece el “El Pacto Social Keynesiano”, que es una especie de acuerdo entre las clases sociales, por supuesto informal, que se va materializando a través de medidas políticas, económicas y sociales de los Estados. El pacto social keynesiano propone una socialización de las inversiones, siendo este el único medio para acercarse al pleno empleo, ya que el capital privado es más reacio a invertir. Debe hacerlo el Estado para reactivar la economía.

Este pacto social se asienta sobre dos pilares fundamentales: el principio de igualdad de oportunidades y el pacto de productividad.

La igualdad de oportunidades

Está profundamente arraigado en las sociedades capitalistas desarrolladas. Estas sociedades dan la oportunidad a todos sus miembros de demostrar lo que valen, el esfuerzo que están dispuestos a realizar y, por tanto, lo que merecen. De esta forma, la capacidad y el esfuerzo se transforman en un logro individual que va a repercutir en una asignación de riqueza y posición social. De esta forma, el sistema educativo va a ser el lugar donde todos los miembros tengan esa oportunidad y donde demostrar lo que vale y lo que merece. Esta educación llega incluso a los más desfavorecidos tanto económicamente como por sus aptitudes. Lo importante es que las oportunidades sean justas y basadas en el mérito (meritocracia). En resumen, se pretendía atenuar las desigualdades sociales y conseguir que las diferencias sociales y económicas fueran lo más justas posibles y que la estratificación de la sociedad fuera un sistema abierto, siendo el logro individual el que colocaba a cada miembro en un estrato y no simplemente en el de su nacimiento.

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