La Fundación: Análisis de la puesta en escena y contexto histórico
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EL ESPACIO REAL Y EL ESPACIO SOÑADO: LA PUESTA EN ESCENA
La escena, aunque varíe en su configuración por su transformación paulatina de fundación en cárcel, en realidad es siempre la misma y existe unidad de lugar. Interesa por su valor de espacio simbólico. Representa un “país desconocido”, Buero Vallejo quiere que la acción transcurra en un lugar indeterminado, que puede ser cualquier lugar y en cualquier época, donde se haya sufrido en el pasado (o se sufra en el presente) persecución política, represión policial y cárcel por motivos ideológicos, así universaliza su obra. El espectador se siente conmovido por la situación al comprenderla como posible siempre entre los seres humanos, por encima de regímenes o civilizaciones.
Desde otro punto de vista, hay que tener en cuenta cómo se configura el espacio escénico soñado, partiendo de la idílica Fundación inicial, para llegar a la prisión en la que la obra se desarrolla. Es muy importante, respecto a esto, el ventanal a través del cual se divisa un paisaje agradable, relacionado con la pintura de Turner. Del “locus amoenus”, en que la obra se inicia, al espacio carcelario, se suceden espacios intermedios, que van revelando el anuncio de la realidad real. Aquí se añadirá lo dicho en el punto anterior sobre las transformaciones que el espacio escénico sufre a lo largo del drama.
EL TRASFONDO HISTÓRICO
La Fundación fue estrenada el 15 de enero de 1974 en el Teatro Fígaro de Madrid. Dirigió la representación José Osuna, siguiendo las acotaciones del director. Según Luciano García es “una de las obras que mayor éxito de público y crítica ha tenido”.
Son los últimos años del franquismo: acababa de ser asesinado por ETA el presidente del gobierno Carrero Blanco, el “sucesor de Franco”. A pesar de luchar contra el régimen, la oposición, que trabajaba en la clandestinidad, no compartió el uso de la violencia y, ante este atentado, frente a lo que esperaba ETA, todos se desvincularon. En aquellos años se destaparon casos de corrupción que descubrían el entramado corrupto del régimen franquista. Las cárceles del franquismo encerraban a un gran número de presos políticos y la pena capital se aplicó hasta el final de la dictadura. Los medios de comunicación estaban censurados: no se podía publicar o retransmitir nada sin previa supervisión de los censores y menos hacer una crítica en contra del régimen franquista bajo pena de cárcel y/o de muerte.
En este marco político Buero Vallejo optó por una línea posibilista: ajustó el mensaje que ofrecía a las imposiciones de la censura y así pudo llegar a estrenar sus obras. El público también estaba acostumbrado a interpretar las claves simbólicas del nuevo teatro y a realizar una doble lectura. La lección de La Fundación fue muy efectiva como alegato contra la injusticia y la opresión de los poderosos. A todo ello contribuyó una eficaz puesta en escena muy diferente de la de los años cincuenta, ya que las nuevas técnicas y los nuevos efectos escénicos del teatro experimental consiguieron universalizar el conflicto planteado por Buero en su obra.
Buero Vallejo, que estuvo condenado a muerte tras la Guerra Civil, no negó en ningún momento el evidente parentesco de la situación de la obra con ese episodio de su propia vida, pero prefirió destacar, con todo acierto, la dimensión más trascendente del problema.