Fundamentos de la Moral Cristiana: Virtudes, Ley y Conciencia

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Virtudes Teologales

Fe

La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, y que la Iglesia nos propone creer, dado que Dios es la Verdad misma. Por la fe, el hombre se abandona libremente a Dios; por ello, el que cree trata de conocer y hacer la voluntad de Dios, ya que “la fe actúa por la caridad”.

Esperanza

La esperanza es la virtud teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna como nuestra felicidad, confiando en las promesas de Cristo y apoyándonos en la ayuda de la gracia del Espíritu Santo para merecerla y perseverar hasta el fin de nuestra vida terrena.

Caridad

La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Jesús hace de ella el mandamiento nuevo, la plenitud de la Ley. Ella es “el vínculo de la perfección”.

Virtudes Cardinales

Prudencia

La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.

Justicia

La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la virtud de la religión”. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas.

Fortaleza

La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral.

Templanza

La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.

Tipos de Ley Moral

Ley Eterna

La ley eterna es el plan de la Sabiduría divina para conducir toda la creación a su fin. Por lo que se refiere al género humano, se corresponde al eterno designio salvífico de Dios, por el que nos ha elegido en Cristo «para ser santos e inmaculados en su presencia», «eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo».

Ley Moral Natural

La ley moral natural es la ley eterna ínsita en los seres dotados de razón, que los inclina al acto y al fin que les conviene. Es, por tanto, una ley divina (divino-natural). No podemos conocer el designio eterno de Dios para llevarnos a la plena felicidad, pero nos da luz para distinguir de forma natural qué es bueno y qué es malo. Es universal, inmutable, permanente y obligatoria.

Ley Divino-Positiva

La ley divino-positiva es la ley revelada por Dios que ha quedado escrita por el hombre. Es el conjunto de revelaciones, enseñanzas y mandatos de Dios que tenemos por escrito. Comprende la ley antigua y la ley nueva (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento).

Elementos del Acto Moral

Conciencia

La conciencia es el juicio de la razón por el que la persona reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. Es «la norma próxima de la moralidad personal».

Objeto

El objeto es el fin próximo de la elección. Puede ser bueno, malo o indiferente. Existen actos, u objetos, intrínsecamente malos, o malos per se.

Fin

El fin es lo primero que se da en el acto libre, el objetivo o lo que se busca. Puede convertir en malo un acto bueno, pero para que el acto sea bueno no basta la buena intención; es necesario que el objeto sea también bueno.

Circunstancias

Las circunstancias son los elementos secundarios que rodean el acto. Aumentan o disminuyen la bondad o maldad del acto, aumentan o atenúan la responsabilidad del que actúa, pero no cambian la cualidad moral del acto.

Voluntario Indirecto

El voluntario indirecto se refiere a una acción moralmente buena que se da cuando de un acto bueno derivan dos efectos: uno bueno y otro malo. El efecto malo no puede ser ni buscado ni querido, ni como fin ni como medio, pero es inevitable que ocurra y debe ser proporcional al acto bueno que se busca.

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