Fundamentos del Pensamiento Cartesiano: Certeza, Error y la Naturaleza de las Ideas
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 4,44 KB
La Búsqueda de la Certeza en Descartes: Origen del Error y Naturaleza de las Ideas
Dios es “veracísimo” y no nos engaña, pero caemos en el error por dos razones principales:
El Origen del Error en el Conocimiento
La Razón y la Voluntad
Nuestra **razón** nos hace caer en el error porque su capacidad de conocimiento es **limitada**, mientras que nuestra **voluntad de conocer** es infinita. Cuando permitimos que la voluntad arrastre al entendimiento, caemos en el error. El único modo de evitar el error es mediante el uso de un **método riguroso** que impida al entendimiento aceptar como cierto aquello que no sea indudable.
Los Sentidos y las Cualidades de los Objetos
Nuestros **sentidos** nos engañan, pero no en todo lo que percibimos. Según Descartes, hemos de distinguir las **cualidades primarias** de los objetos de las **secundarias**. Las primarias serían sus cualidades esenciales, mientras que las secundarias serían aquellas que, a pesar de cambiar, no harían que los objetos dejasen de existir. Pero, ¿cuáles son las primarias? Según Descartes, las relacionadas con su **extensión**. Así, podemos afirmar que cualquier **cosa material**, como nuestro cuerpo, es una “**cosa extensa**”. El resto de las características de los objetos, es decir, aquellas que dependen de nuestra percepción, constituyen sus **cualidades secundarias**.
La Antropología Dualista Cartesiana
Podemos concluir que en Descartes hay una **antropología dualista**, según la cual el ser humano está compuesto por el **alma**, una sustancia cuya esencia es el **pensamiento**, y el **cuerpo**, otra sustancia cuya esencia es la **extensión**. La extensión es la única cualidad de los objetos de cuya existencia tenemos **certeza**. No podemos tener certeza de la existencia del resto de sus cualidades, ya que estas dependen de nuestra percepción y de la existencia del objeto en el que se manifiestan.
Pensamiento e Ideas en Descartes
El tema central es la **demostración de la existencia de Dios**. Estas demostraciones se basan en el **pensamiento** y las **ideas**. Descartes afirma que el “pensamiento” es la esencia del ser humano, pues si de algo podemos estar seguros es de que somos una “**cosa que piensa**”, ya que sabemos que existimos gracias a que somos conscientes de que dudamos y, por ende, pensamos. Descartes entiende el “pensamiento” como todo contenido mental del que seamos conscientes. El **pensamiento** está formado por las **ideas**, que son los contenidos mentales que representan a los objetos del mundo. Incluye todo aquello de lo que somos capaces: pensar, querer, imaginar o sentir. Si no fuese así, nuestra mente no podría soñar.
Clasificación de las Ideas según su Origen
Pero, si las ideas pueden encontrarse en nuestra mente al margen de la realidad, ¿por qué decimos que representan el mundo? Para explicarlo, Descartes distingue tres tipos de ideas según su origen:
Ideas Adventicias
Son aquellas que parece que “advienen” al sujeto del exterior. Son las ideas de los objetos externos que percibimos a través de los **sentidos** y que dan lugar a nuestro conocimiento del mundo exterior.
Ideas Facticias
Son “hechas” en el interior del sujeto. La mente las construye a partir de la mezcla de **ideas adventicias**.
Ideas Innatas
Son ideas con las que “nacemos”. Se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia sensorial del mundo, no provienen de ningún objeto exterior ni son producidas por nuestra mente. Sin embargo, para Descartes es evidente que tenemos la **idea del “yo”** y la **idea de “Dios”**.
La Idea de Perfección y la Existencia de Dios
Ahora bien, si las ideas facticias proceden de mi propia mente, dado que son producto de mi imaginación; y las ideas adventicias podrían proceder de mi propia mente (puesto que cuando sueño parece que percibo objetos exteriores y, al despertar, me doy cuenta de que dichas ideas no se correspondían con nada exterior a mi mente). Las **ideas innatas**, sin embargo, deben proceder de un **ser perfecto** que causa en mí la **idea de perfección**. Puesto que yo, siendo imperfecto, no puedo ser el origen de la idea de perfección que reside en mi mente, en consecuencia, debe existir un ser perfecto que ha infundido en mí la idea de su propia perfección.