Fundamentos del Pensamiento Riguroso: Actitud, Realidad y Búsqueda de la Verdad
Clasificado en Filosofía y ética
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Presupuestos Básicos del Pensamiento Riguroso
Un pequeño error al principio puede resultar enorme al final1. Eso hace necesario que antes de iniciar la gran aventura humana que es la búsqueda de la verdad debamos prepararnos para el viaje. Primero, con nuestra actitud: ¿Qué cualidades inspiran el nacimiento del pensar riguroso? Segundo, con el dominio de una sencilla técnica necesaria para todos nuestros viajes: la cartografía; en concreto, aprender a leer el mapa de la realidad.
Son estas dos sencillas claves -la actitud y el saber leer en la realidad- las que diferencian al simple erudito del sabio. El erudito almacena gran cantidad de datos en su memoria y elabora un mapa del mundo bastante detallado. El sabio, quizá con un mapa más sencillo, es capaz de leerlo y de percibir su sentido. El hombre que anda emborrachado de información -pero desorientado-, se encuentra más perdido que aquel otro que, aun en posesión de unos pocos datos, es capaz de descifrar las claves que le descubran el sentido de su caminar. Erudito es aquel que acumula muchos datos, que cita de memoria, que lo ha leído y memorizado todo y que siempre gana en el Trivial y otros juegos de preguntas y respuestas. Sabio, en cambio, es quien sabe a qué saben las cosas, es quien se conduce justamente por el único juego verdaderamente importante: el de la vida2.
En tercer lugar, estudiaremos sinópticamente cómo existen diversos caminos o modos de acceso a la realidad, en función de las distintas disciplinas científicas. Así, un mismo gesto, el de dos hombres que se dan la mano3, se nos presenta como una realidad tremendamente rica que podemos estudiar y abordar desde muy diversas perspectivas.
La reflexión sobre el mapa de la realidad y los distintos caminos que nos llevan a ella nos señalará una conclusión cardinal: la realidad presenta una doble dimensión, como doble puede ser la actitud del hombre hacia ella: misteriosa y problemática. Conclusión cardinal, porque, como el norte que marca una brújula, será nuestro referente en cualquier camino que iniciemos hacia el conocimiento de la realidad.
3.1. Los Orígenes del Pensamiento Riguroso
Cuando Karl Jaspers reflexiona sobre las razones que llevan al hombre a pensar rigurosamente acerca de la realidad, descubre una distinción fundamental: “comienzo no es lo mismo que origen”4. El comienzo es histórico, tiene lugar en un espacio y un tiempo determinados y deja un conjunto de datos, afirmaciones y supuestos a los que acudir, más tarde, para dominarlos, transmitirlos, delimitarlos, etc. El origen, sin embargo, “es la fuente de la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar”5.
La filosofía comienza en la antigua Grecia, hacia el siglo VII a. de C., de manos de Tales de Mileto. Este matemático, uno de los siete grandes sabios de la Antigüedad, es considerado por muchos el primer filósofo, porque a él, entre otros, debemos el paso del mito al logos como vía para explicar el cosmos. Lo que define a los pensadores de la época de Tales como filósofos es precisamente el abandono de las explicaciones míticas sobre el origen del mundo y la búsqueda de respuestas naturales, racionales y lógicas.
El origen del pensar riguroso, en cambio, brota en el alma humana y es lo que hace posible tanto el hacer hoy filosofía como el comprender la filosofía anterior. Gracias a ese impulso nacido del corazón de cada hombre resulta posible la pregunta profunda por la verdad y la aspiración sincera de alcanzarla. Ahora bien, ¿Cuál es la chispa que origina esta difícil aventura de buscar la verdad? Según Jaspers, este origen es triple: el asombro, la duda y la conmoción6.