Fundamentos del Psicoanálisis Freudiano: Estructura de la Personalidad y el Complejo de Edipo

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Psicoanálisis de Freud: La Estructura de la Mente

Sigmund Freud distinguió tres ámbitos fundamentales en la estructura mental del individuo, cada uno con funciones y características específicas:

1. El Yo

El Yo se ocupa de mediar entre el mundo real y las demandas del Ello. Se compone de elementos conscientes (percepción interna y externa, procesos intelectuales) que pueden encontrarse en diferentes estados:

  • Estado Preconsciente: No son conscientes en un momento dado, pero pueden llegar a serlo fácilmente.
  • Estado Inconsciente: No son conscientes ni pueden llegar a serlo directamente, ya que están reprimidos. Aquí residen pulsiones innatas, deseos y recuerdos reprimidos que pugnan por encontrar satisfacción, a menudo a través de mecanismos de defensa.

2. El Ello

El Ello contiene todos los impulsos instintivos (agresivos y sexuales) que requieren encontrar satisfacción inmediata. Es la parte más primitiva y fundamental de la mente, operando bajo el principio del placer y sin consideración por la realidad externa.

3. El Superyó

El Superyó es una parte especial del Yo que se desarrolla a partir de la internalización de las normas sociales y morales adquiridas durante la infancia. Contiene la conciencia moral y los ideales del yo, actuando como un censor interno. Es considerado el heredero del Complejo de Edipo.

El Complejo de Edipo: Un Hito en el Desarrollo de la Personalidad

Durante las fases del desarrollo infantil, una etapa particularmente importante ocurre alrededor de los 4 o 5 años. En este periodo, la mayoría de los niños son capaces de renunciar a la compañía constante de sus padres para adentrarse en un mundo social más amplio (conocido como Estadio Edípico).

Freud postuló que los tempranos vínculos que los niños pequeños establecen con sus padres poseen un elemento erótico evidente. Si se permitiese que dichos vínculos perdurasen y siguiesen desarrollándose, a medida que un niño fuese madurando físicamente, se sentiría implicado sexualmente con el progenitor del sexo opuesto.

Sin embargo, esto no ocurre porque los niños aprenden a reprimir los deseos eróticos hacia sus padres. Por ejemplo, los niños pequeños varones aprenden a no vivir atados a su madre. Según Freud, el niño experimenta un rechazo hacia su padre, ya que es este quien disfruta de la posesión sexual de la madre.

El Complejo de Edipo se supera cuando el niño reprime tanto sus vínculos eróticos con su madre como el rechazo hacia su padre (todo esto ocurre inconscientemente). Este proceso marca un estadio decisivo en el desarrollo de su personalidad autónoma, ya que el niño se ha desprendido de su temprana dependencia con respecto a sus padres, en especial de su madre.

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