Fundamentos de la Psicología: Mente, Memoria e Inteligencia Humana

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Dimensión Psicológica: Explorando la Mente y la Conducta

La psique (del griego psychē, que significa 'alma' o 'aliento') se asocia a nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. La psicología, como disciplina, relaciona estos procesos mentales con la conducta humana. Sus orígenes como ciencia formal se sitúan a finales del siglo XIX.

El Conductismo y B.F. Skinner

A mediados del siglo XX, el Conductismo, impulsado por figuras como B.F. Skinner, emergió como una corriente fundamental en la psicología científica. Esta perspectiva sostenía que solo los comportamientos observables podían ser estudiados de manera objetiva, ya que los procesos mentales internos se consideraban subjetivos y dependientes de cada individuo. Los conductistas se centraron en el estudio de los estímulos que determinan nuestra conducta.

No obstante, hoy en día, la psicología moderna reconoce la importancia crucial de los procesos mentales internos, como la motivación, la percepción y el pensamiento, en la comprensión integral del comportamiento humano.

La Memoria: Almacenamiento y Recuperación de Información

La memoria es la capacidad fundamental de nuestro cerebro para almacenar y recuperar información. Se clasifica en diferentes tipos según su duración y función:

  • Memoria Sensorial: Es la fase inicial donde los datos son captados por los sentidos y retenidos por un período muy breve, aproximadamente 1-2 segundos (por ejemplo, la imagen fugaz de un estímulo visual).
  • Memoria a Corto Plazo: Permite almacenar información por un tiempo ligeramente mayor, entre 15-20 segundos. La mayoría de los datos sensoriales que no se procesan desaparecen en esta etapa.
  • Memoria a Largo Plazo: Guarda información de forma definitiva. Su eficacia depende en gran medida de cómo hayamos organizado y consolidado los datos.

Es importante destacar que estos tres tipos de memoria están interconectados y se relacionan con diferentes áreas del cerebro.

La Inteligencia: Capacidad de Conocer y Resolver Problemas

La inteligencia se define como la capacidad de conocer, analizar, comprender y resolver problemas de forma creativa. Incluye la capacidad de abstracción, que nos permite diseñar soluciones innovadoras ante situaciones inesperadas.

Teorías de la Inteligencia

Howard Gardner y las Inteligencias Múltiples

Howard Gardner propuso la influyente Teoría de las Inteligencias Múltiples, identificando ocho tipos de inteligencia distintos:

  • Lingüística
  • Lógico-matemática
  • Espacial
  • Naturalista
  • Musical
  • Cinestésica (relacionada con el movimiento corporal)
  • Intrapersonal (autoconocimiento)
  • Interpersonal (comprensión de los demás)

Daniel Goleman y la Inteligencia Emocional

Daniel Goleman popularizó el concepto de Inteligencia Emocional, que está estrechamente vinculada a las inteligencias intrapersonal e interpersonal de Gardner. La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como de interpretar y responder adecuadamente a las emociones de los demás. Goleman destaca especialmente la importancia de la empatía, que se relaciona directamente con la inteligencia interpersonal.

Rasgos Innato y Adquiridos: La Interacción entre Herencia y Entorno

Los seres humanos somos el resultado de una compleja combinación de nuestra herencia biológica (rasgos innatos) y de lo que hemos aprendido e interiorizado de la sociedad (rasgos adquiridos).

  • Los rasgos innatos son características con las que nacemos, como el color de la piel o el grupo sanguíneo.
  • Los rasgos adquiridos son aquellos que desarrollamos a través de la experiencia y la interacción social, como el idioma que hablamos o nuestras habilidades culturales.

Un claro ejemplo de esta interacción es la inteligencia: si bien posee una base innata, su desarrollo y expresión dependen significativamente del ambiente en el que nos desenvolvemos. En este contexto, el Efecto Pigmalión ilustra cómo las expectativas de los demás sobre nosotros pueden influir inconscientemente en nuestro comportamiento y rendimiento, llevándonos a responder al rol que se nos asigna.

Otro ejemplo relevante es la distinción entre sexo (rasgos biológicos) y los roles de género (construcciones sociales impuestas, como la virilidad asociada a los hombres o la sensibilidad a las mujeres, entre otros).

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