Galileo, Descartes y el Nacimiento de la Ciencia Moderna
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Galileo Galilei y la Revolución Astronómica
Aunque comúnmente se le atribuye la invención, fue Galileo Galilei quien, en 1609, utilizó un telescopio de 8 aumentos, construido por él mismo, para demostrar a las autoridades de Venecia el potencial de dicho instrumento para el estudio del cosmos. Utilizando telescopios progresivamente más potentes, Galileo realizó numerosos descubrimientos de gran importancia que desafiaron la visión aristotélica del universo:
- El Sol, considerado hasta entonces símbolo de perfección, presentaba manchas solares.
- La Luna no era una esfera perfecta, sino que tenía una superficie irregular con valles y montañas.
- Saturno poseía unos apéndices extraños (lo que hoy sabemos que son sus anillos).
- Júpiter estaba rodeado de lunas, formando un sistema similar a un mini-sistema solar, lo que constituyó un poderoso argumento en favor del universo copernicano.
El telescopio desveló, por primera vez desde la Antigüedad, muchísimas estrellas y fenómenos que eran demasiado débiles para ser observados a simple vista, iniciando así la Astronomía moderna.
En su obra Il Saggiatore (1623), Galileo escribió la célebre frase: "La Naturaleza está escrita en lenguaje matemático". Esta fórmula es realmente revolucionaria, pues sustituye el concepto antiguo de Naturaleza como organización de sustancia, formas y cualidades, por uno nuevo: la Naturaleza como un conjunto coordinado de fenómenos cuantitativos.
Este cambio no solo modificó el concepto de Naturaleza, sino también el de la investigación científica. Uno de los cambios de actitud más característicos de la nueva ciencia fue buscar la comprensión de la Naturaleza no a través de la observación inmediata, sino mediante las estructuras matemáticas y mecánicas subyacentes, tratando de descubrir, mediante análisis teóricos sistemáticos y cuantitativos, la auténtica estructura del mundo real.
La Tercera Prueba de la Existencia de Dios según Descartes
Esta prueba se encuentra en relación con una interesante discusión que René Descartes lleva a cabo con los geómetras. Estos pueden demostrar que existe la idea de triángulo y que a su esencia corresponde, por ejemplo, que la suma de sus ángulos internos equivale a dos ángulos rectos. Sin embargo, no pueden demostrar que dicha idea se corresponda necesariamente con un triángulo existente en la realidad física.
Descartes argumentará (en otras partes de su obra, aunque aquí se menciona la discusión) que, en el caso de Dios, la existencia sí pertenece a su esencia, de manera similar a como la propiedad de que sus ángulos sumen 180 grados pertenece a la esencia del triángulo.
Las Reglas del Método Cartesiano
En el Discurso del Método, Descartes expone de forma concisa las reglas fundamentales de su método para alcanzar el conocimiento verdadero:
- Evidencia: No aceptar nunca cosa alguna como verdadera sin conocerla evidentemente como tal; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no admitir en los juicios nada más que lo que se presentase al espíritu tan clara y distintamente que no hubiese motivo alguno para ponerlo en duda.
- Análisis: Dividir cada una de las dificultades que se examinasen en tantas partes como fuera posible y como requiriese su mejor resolución (comprensión y conocimiento). Se trata de llegar a la intuición de los conceptos más simples.
- Síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos (método deductivo).
- Enumeración: Hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que se estuviese seguro de no omitir nada.