Los Gatos en el Antiguo Egipto: Veneración, Simbolismo y Creencias

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El Origen Felino: De Felinos Salvajes a Compañeros Domésticos

El origen de los gatos se remonta a los gatos salvajes que vivían en Asia y África hace miles de años. De la subespecie de gato salvaje occidental (Felis silvestris lybica) proceden los gatos que se domesticaron en Oriente Próximo. Posteriormente, se extendieron por Europa y Asia, dando lugar a diferentes razas de gatos.

Gatos en el Antiguo Egipto: Veneración y Simbolismo

En el antiguo Egipto, los gatos eran venerados como símbolos de gracia y protección. Considerados sagrados, se asociaban con la diosa Bastet, representante de la casa y la fertilidad. Los egipcios apreciaban a los gatos por su habilidad para controlar plagas, y su relación especial se reflejó en rituales y amuletos.

Creencias Egipcias sobre los Gatos

En las creencias egipcias, los gatos poseían una mirada singular, capaz de percibir el alma de las personas. Esta creencia impulsó la costumbre de imitar la mirada felina a través del característico maquillaje egipcio.

La muerte de un gato familiar se consideraba una tragedia en el Antiguo Egipto. La familia iniciaba un duelo que, en muchos casos, conllevaba el afeitarse las cejas como muestra de dolor. Causar la muerte de un gato, incluso accidentalmente, conllevaba la pena capital. Se creía que ni siquiera el faraón podía conmutar la pena. En los templos o en las familias más pudientes, era costumbre momificar a los felinos que fallecían, un testimonio del profundo respeto y afecto que se les profesaba.

Gatos en Otras Culturas: Los Vikingos y el Bosque de Noruega

La presencia de los gatos se extiende a otras culturas, como la nórdica. Los vikingos, por ejemplo, apreciaban a los gatos y solían llevarlos consigo en sus viajes. Estos felinos eran muy queridos en los poblados vikingos.

Un ejemplo notable es el Bosque de Noruega. Se cree que fueron los vikingos quienes llevaron a esta raza a Noruega, procedente de Oriente, alrededor del año 1000. Los gatos de pelo largo se adaptaron naturalmente al clima frío y al entorno montañoso de Noruega.

El pelaje del Bosque de Noruega es más grueso en las piernas, el pecho y la cabeza. Este abrigo tiene una capa interna de lana y una capa superior repelente al agua, características que les ayudan a sobrevivir al clima escandinavo. Sus fuertes garras los convierten en escaladores excepcionales, capaces de trepar rocas con facilidad. Esta habilidad, que los diferencia de otras razas, junto con sus largas patas, les permitía cazar peces en los ríos, especialmente salmones.

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