Genealogía de la Moral de Nietzsche: El Origen del Bien y del Mal
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Genealogía de la Moral: El Origen del Bien y del Mal
Utiliza las palabras para expresar esos impulsos vitales. Las palabras son aquí un producto artístico que emana de las personas enérgicas, las personas vitales, las personas que dicen sí a la vida. No es que estas personas estén en la verdad; esto no lo dice Nietzsche. Pero estas personas ponen el lenguaje al servicio de los impulsos y aceptan alegremente lo que el lenguaje tiene de invención y de creación libre, es decir, en palabras de Nietzsche, de falsedad. Nietzsche piensa que el hombre intuitivo marca el tono cultural en la antigua Grecia, concretamente, en la Grecia anterior a Sócrates, la Grecia de los poemas homéricos y de los grandes poetas trágicos. El hombre racional empezó a dominar con Sócrates, y ha seguido haciéndolo desde entonces.
El Juicio "Bueno"
Genealogía de la moral: El juicio “esto es bueno” es inicialmente un juicio emitido por aquellos que se ven beneficiados por las acciones de otros. Pero Nietzsche no está de acuerdo. Son los fuertes los que se inventan el concepto de “bueno” para referirse a sí mismos y marcar las distancias con los débiles. Bueno tiene un sentido más cercano al que hoy adquiere cuando hablamos de deportistas o de máquinas. No tiene nada que ver con el altruismo.
¿Cómo adquirió la palabra “bueno” su nuevo significado ligado al altruismo?
Según Nietzsche, es la consecuencia de la pérdida de poder de los espíritus superiores y del consiguiente dominio de hombres inferiores caracterizados por su sociabilidad extrema. Los buenos son los veraces, los valientes, los nobles. Lo más importante es tener en cuenta que la mentira es un arma de los débiles. Los fuertes, más que no mentir, no se preocupan mucho de estas cuestiones. La idea es que esta raza dominante está siendo arrollada por la raza inferior, compuesta por hombres débiles, gregarios que sitúan en el centro de su moral la igualdad y la justicia entendida como igualación de las personas.
Dos Castas Dominantes
Hay originariamente dos castas dominantes: guerreros y sacerdotes. Los juicios de valor caballeresco-aristocráticos tienen como presupuesto una constitución física poderosa, una salud floreciente, rica junto con lo que condiciona el mantenimiento de la misma, es decir, la guerra, las aventuras, la caza. Dice que han sido los judíos, los que, con una consecuencia lógica aterradora se han atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores y han mantenido con los dientes del odio más abismal esa inversión. Nietzsche llama moral de los esclavos a la que dice: los miserables son los buenos, los pobres, los impotentes los bajos son los únicos buenos. Los nobles y violentos, vosotros sois, por toda la eternidad malvados, crueles, los lascivos. Dice que la moral del hombre vulgar ha vencido. Luego arremete contra el Cristianismo, y también contra la virtud que está en el centro de la moral cristiana, el amor, que es interpretada por Nietzsche como una forma sibilina de odio.
La Rebelión de los Esclavos
La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento mismo se vuelve creador y engendra valores: el resentimiento de aquellos seres a quienes les está vedada la auténtica reacción, la reacción de la acción, y que se desquitan únicamente con una venganza imaginaria. Los judíos representan la casta sacerdotal y Roma la casta de los nobles y fuertes.