Género y Número en Sustantivos: Un Enfoque Detallado
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Género y Número en el Sustantivo
Valores Accidentales del Género
Los valores accidentales del género se refieren a aquellos sustantivos que presentan alternancia no solo de tipo sexual, sino también de otros tipos no sexuales. Según Pottier, existe un género dimensional donde las alternancias masculino/femenino se refieren al tamaño. Por ejemplo: el botijo/la botija, el cesto/la cesta.
- El femenino puede indicar un conjunto: leña.
- El masculino puede referirse al árbol y el femenino a la fruta: el naranjo y la naranja.
- Referido a personas, el femenino puede indicar la mujer de…: alcaldesa (mujer del alcalde).
Género de los Nombres Propios
En los nombres propios, influyen dos factores: semántico y morfológico. El nombre propio remite a un referente y carece de significado inherente. El género depende de la clase común a la que pertenece el nombre propio. Por ejemplo:
- Todo Berlín (hace referencia al pueblo).
- Toda Berlín (hace referencia a la ciudad).
Son masculinos los nombres de varón, incluso cuando proceden de una clase femenina como nombre común: Rosario. Los nombres de ríos, montes, mares, países y pueblos también son masculinos, aunque existen excepciones.
Son femeninos los nombres de mujer o animal hembra, los de naciones, regiones, ciudades, provincias, villas y aldeas, así como los que indican sociedades y organizaciones como la OTAN, aunque también hay excepciones. Existe una tendencia a nombrar las ciudades terminadas en –o en masculino y los pueblos terminados en –a en femenino.
Género de los Nombres Compuestos
- Prefijo + Sustantivo: Tienen el género del sustantivo primitivo. El prefijo no cambia el género. Hay excepciones.
- Sustantivo + Adjetivo: Normalmente conservan el género del sustantivo si este precede al adjetivo. Ejemplo: el aguardiente (masculino).
- Sustantivo + Sustantivo: Si ambos tienen el mismo género, no varía. Si es distinto, prevalece el género del segundo sustantivo.
- Derivados del Verbo + Sustantivo: Suelen ser masculinos. Ejemplo: sacacorchos.
Número del Sustantivo
El número es un categorizador; al añadir el morfema de número, la palabra sigue siendo un sustantivo. El número es menos inherente al sustantivo que el género y responde a la categoría de la cuantificación. Esto también ocurre con los diminutivos y aumentativos.
Según Lyons, todas las lenguas tienen la categoría de la cuantificación, que se expresa mediante cardinales y numerales. Tanto el género como el número son arbitrarios, ya que responden a la forma en que concebimos la realidad. No todos los sustantivos admiten singular/plural. Algunos solo se usan en singular, otros en plural y otros en ambas formas. Los no divisibles no admiten morfema de género. Ejemplo: Hierro (incontable), Casa (contable).
Oposiciones en el Número
Algunas lenguas admiten el dual, es decir, nombrar dos. En español, existen morfemas que se refieren a dos: padres (padre y madre).
Neutralización Interna
Es diferente el uso del singular o plural, masculino o femenino. Ejemplo: el mar/la mar. No es común que el sistema permita utilizar el singular o plural en un mismo término. Ejemplo: tijera/tijeras.
Neutralización Externa
El uso de una forma incluye el significado de la otra (el uso del singular incluye el plural). Ejemplo: el hombre es mortal.
Sincretismo
Es la coincidencia en el significante del plural y singular. Ejemplo: el lunes/los lunes.
El Número desde el Punto de Vista Morfológico
El español ofrece la posibilidad de ausencia de marca en el singular y las opciones –s o –es en el plural.
- Cuando la raíz termina en vocal no acentuada o en –e acentuada, el plural se forma con –s. Ejemplo: casa—casas.
- Si el singular termina en consonante o en una vocal acentuada que no sea –e, el plural se forma con –es. Ejemplo: camión/camiones.
Apócope: Pérdida de un sonido etimológico por razones fonológicas. Según Harns, en la estructura profunda, todos los sustantivos en el castellano antiguo tenían el plural con e, pero en la estructura superficial se pierde.
Teoría del epéntesis: Consiste en la inserción de un sonido no etimológico en la palabra. Ejemplo: amoto. Esta teoría, propuesta por Saltarelli, sugiere que la “e” no existe en la estructura profunda, sino que aparece en algunos casos por epéntesis. Ejemplo: bisturí—bisturíes.