La Génesis del Arte Islámico: Contexto Histórico y Características Clave
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Orígenes y Características del Arte Islámico
El concepto de arte islámico debe entenderse como la producción artística de todos los países que profesan la religión islámica. En efecto, el arte islámico se define por una larga cronología (prácticamente toda la Edad Media) y una vasta amplitud geográfica, abarcando todo el Mediterráneo, Oriente Medio e incluso la India.
Una religión que entre sus preceptos predicaba la “guerra santa” llevó al islam a entrar en contacto con otros pueblos y culturas, de los que asimiló sus principales características. Esto se refleja en su variedad estilística, la práctica ausencia de escultura y pintura (debido a los preceptos coránicos), lo que provocó una marcada tendencia a la estilización y geometrización con un fuerte decorativismo, así como un notable espíritu de asimilación de otras culturas (síntesis: Roma, Mesopotamia, Persia, Bizancio, pueblos bárbaros).
Marco Histórico del Arte Islámico
El surgimiento de la civilización islámica tiene su origen en el impulso de la nueva religión predicada por Mahoma (571-632) y su capacidad de unificar a los pueblos nómadas del interior de la Península Arábiga con los habitantes de las ciudades costeras del Yemen y de la franja litoral del Mar Rojo. En La Meca, Mahoma comenzó la predicación de una fe que reunía verdades de estirpe cristiana, judía y zoroástrica junto a ancestrales prácticas de las tribus árabes. El rechazo de su propia ciudad le obligó en el año 622 a protagonizar la Hégira o huida hacia Medina, acontecimiento que serviría de punto de partida para la cronología musulmana.
A la muerte de Mahoma, el estado teocrático fundado por él se extendió rápidamente por toda Arabia, Siria, Persia y Egipto. En su expansión, los musulmanes adoptaron y nacionalizaron las formas vigentes en las tierras conquistadas.
La Dinastía Omeya (661-750)
Con la dinastía Omeya (661-750), con capital en Damasco, las conquistas fueron más espectaculares hacia Occidente. Tras someter a los bereberes del Norte de África y aprovechando las distintas facciones visigodas, dieron el salto a la Península Ibérica, penetrando hasta más allá de los Pirineos, donde las tropas del rey franco Carlos Martel los frenaron en Poitiers y fijaron el límite máximo de la progresión islámica.
En la primera mitad del siglo VIII, se estabilizaron las fronteras de lo que sería el mundo musulmán clásico, donde se asentaría su civilización y, por tanto, también su arte.
El Califato Abbasí (750-945)
En la época del Califato Abbasí (750-945), las fronteras políticas ya no coincidían con las religiosas, pues Al-Andalus, el Norte de África y las zonas ocupadas en la India escaparon pronto a la autoridad del Califa. La capital se trasladó de Damasco a Bagdad, y la influencia persa creció de forma notable.
Bajo ambas dinastías, Omeyas y Abbasíes, la cultura islámica quedó definida en sus principales aspectos religiosos y artísticos. La evolución política posterior, especialmente la preponderancia que tomaron las dinastías turcas, tendría una profunda incidencia en el ámbito cultural islámico.