Geología y Sismicidad Cenozoica de la Península Ibérica
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La Cordillera Ibérica ha sido muy deformada durante el Cenozoico, cobrando especial importancia las colisiones de tipo continente-continente. Normalmente, este tipo de colisiones no forma un gran número de cordilleras intraplaca, pero en el caso de la Península Ibérica se da el caso contrario, formándose una cantidad enorme de montañas, aunque de poca altura en general.
Características de la Sismicidad Ibérica
Una de las principales características de la sismicidad en el microcontinente Ibérico es su falta de concentración en estructuras bien definidas, apareciendo, por tanto, de una manera muy distribuida. Son frecuentes las concentraciones sísmicas en zonas alejadas de los teóricos bordes de placas activos, como en Galicia y en Pirineos.
El otro aspecto fundamental de la sismicidad ibérica proviene del hecho de que las velocidades de deformación son relativamente bajas, por lo que los periodos de retorno entre sismos destructivos son altos. Atendiendo a estas dos consideraciones, se puede concluir que el registro meramente instrumental es insuficiente para caracterizar el proceso sísmico en la Península Ibérica, haciéndose necesarios estudios palosísmicos y arqueosísmicos.
Bajo esta perspectiva, resulta muy adecuado tomar en consideración los ya abundantes datos sobre la tectónica fini-cenozoica, teniendo en cuenta que las fallas activas son estructuras fundamentalmente heredadas de las deformaciones alpinas.
Estudiando los epicentros de sismicidad actual, se observa que el límite de placas entre Europa y África está muy marcado en el océano Pacífico, mientras que entre Iberia y África el límite es muy difuso, con terremotos muy deslocalizados. También hay sismicidad en Galicia y al oeste (son fallas activas pero lentas).
Cambios en el Campo de Esfuerzos
Los esfuerzos durante el Cenozoico han experimentado notables cambios: en el Oligoceno, la dirección de la convergencia entre África y la península tenía una dirección N-S, mientras que en la actualidad es NO-SE. Hay que tener en cuenta que los cambios en el campo de esfuerzos en las placas se dan muy lentamente debido a que tienen una inercia muy elevada.
Partición de la Deformación
En la Península Ibérica es muy común la partición de la deformación, es decir, que ante zonas donde la dirección del esfuerzo es oblicua, la acomodación de esta deformación se resuelve con una zona de subducción perpendicular a una falla transformante tras ella (la capa que subduce siempre tiene que hacerlo siguiendo la dirección de máxima pendiente). Esto se debe a que el sistema dinámico de la Tierra tiende a realizar el mínimo esfuerzo, reactivando fallas preexistentes.
Análisis de Esfuerzos Regionales
En cuanto a los análisis de esfuerzos, estos indican que en el borde Eurasia-África se va pasando de una extensión triaxial a una compresión uniaxial de este a oeste. En el interior de la península, el estado de esfuerzos es de desgarre a inverso, mientras que en Pirineos y en la Cordillera Ibérica hay extensión. Las Béticas presentan campos de esfuerzos muy complicados, ya que estas no son capaces de transmitir esfuerzos.
Topografía y Deformación de la Litosfera
Otra cosa que caracteriza a la Península Ibérica es su elevada topografía. Se ha observado cierta periodicidad en las zonas hundidas y elevadas que puede extrapolarse incluso hasta África. Estas estructuras de gran escala se relacionan con pliegues de longitudes de onda tan elevadas cuyo nivel de despegue tendría que estar en la base de la litosfera. Esto nos da una idea de que existe un plegamiento de toda la litosfera.
Para que se dé este tipo de deformación, es necesaria una litosfera fría y que sea capaz de transferir los esfuerzos. La zona de Pirineos es capaz de transferir los esfuerzos, ya que no ha sufrido un metamorfismo importante (está mecánicamente acoplada), mientras que las Béticas sí han sufrido metamorfismo y su comportamiento es mucho menos resistente.
Si esto fuera así, se debería encontrar una evolución común en las cuencas y estructuras de la Península Ibérica.
Olaya Dorado García